Lluís Homar (Foto: Pablo Lorente / Festival de Almagro) y María Guerra (Asociación de Informadores Cinematográficos)

Lluís Homar (Foto: Pablo Lorente / Festival de Almagro) y María Guerra (Asociación de Informadores Cinematográficos)

Jardines colgantes

Ciencia, mística, política… todo es cultura

Realidades complicadas con expresiones sencillas. Eso es la ciencia... y el teatro. Por eso son una de las más altas formas de imaginación. Mientras, seguimos preguntándonos para qué sirve la poesía

6 febrero, 2023 02:07

El catedrático de Física Pedro Miguel Etxenike está convencido de que “la ciencia es parte esencial de la cultura y el humanismo”. Se lo dice a Jesús Barcos (Noticias de Navarra) y aclara que no sólo “la ciencia, el pensamiento, requiere sosiego, tiempo para leer, para disfrutar, para pensar”, sino que, además, “la ciencia tiene una estética intrínseca comparable a cualquier obra de arte”.

Un ejemplo. Para el dramaturgo Juan Mayorga, “las matemáticas son una de las formas más altas de la imaginación humana, porque el matemático busca alcanzar un lenguaje de precisión que sea capaz de manifestar, con expresiones sencillas, una realidad complicada –afirma tajante en una entrevista con Cristina Cueto (Diario de Sevilla)–. De algún modo, los creadores teatrales aspiramos a contar, con pocos elementos, eventos muy complejos”. El académico considera el teatro “un arte político”. “Deberíamos hacer un teatro de tal modo que, si un pusilánime se acerca a su puerta, piense que es mejor no entrar porque le puede pasar algo”.

Otro dramaturgo, Lluís Homar, cree que “todavía falta una conciencia política de la importancia y de la relevancia que tiene la cultura”. El director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico explica a María Serrano (El Debate) que vivimos en un mundo sin referentes, en el que “lo importante no es ser, sino pretender ser, aparentar ser. Tener, triunfar”. Y confiesa: “Yo mismo salí en busca de respuestas, y he vuelto a mis raíces cristianas, a los místicos, para encontrarlas (...) Es mi tradición: yo soy cristiano. Y por eso pongo en el escenario el Cristo de Velázquez”.

Lluís Homar: “He vuelto a mis raíces cristianas, a los místicos”

Costa Gavras siempre ha considerado el cine un arte político. “Me llama la atención esa distinción que se hace del cine social frente a otros tipos de cine –dice en una entrevista con Gabriel Lerman (Ethic)–: para mí, toda película es política, porque le habla a millones de personas sobre su realidad y las lleva a reaccionar frente a ella. Lo político no es solo lo que pasa por los líderes; la política está en lo que hacemos los ciudadanos todos los días”.

La presidenta de la Asociación de Informadores Cinematográficos, María Guerra, asegura a Mirian San Martín (VozPópuli) que “ahora hay una mirada más ideológica en general, y también forma parte de las redacciones”. Le parece bien “volver a mirar el cine con esos ojos”, pero advierte de que “una película no es buena por la ideología”. Opina que “el periodismo cultural ha sido siempre muy machista” y cree que ahora hay “nuevas formas de comunicarse que desafían a los cuatro críticos que estaban subidos en una columna”. Y concluye: “Se ha acabado el mundo de los Boyeros, porque solo representaban a un tipo de espectador”.

María Guerra: “El periodismo cultural ha sido siempre muy machista”

Mientras, seguimos preguntándonos para qué sirve la poesía. “Para justificarme –responde a Francisco Olivares (Coolt) el premio Cervantes Rafael Cadenas–, confesarme por penitencia, castigarme por mis transgresiones, liberar fuerzas contrarias, en tensión, atemperar la aversión y la estima por mí mismo (…) Sacar a flote cargas que se tornan venenosas, con el andar de los días poder caminar todavía con cierto decoro, en una ciudad irremediable, conversar conmigo a solas en la oscuridad, permitirme ser reverente e irreverente…”.

El poeta Fernando Beltrán cree en su utilidad, según dice a Tino Pertierra (La Nueva España), para “acompañar, abrigar o agitar en el mejor sentido a un ser humano”. Y añade que “escribir poesía es arriesgarse, ponerse al borde del abismo, exponerse en exceso. Agotador a veces, pero restaurador a la larga”.

P.S. Ray Loriga reflexiona con Javier Ors (Zenda) sobre el oficio de escritor. “Una de las cosas bonitas que tiene es que nunca estás del todo en las circunstancias que te rodean, para bien y para mal, en general para bien. Tú estás en tu historia, en la que has leído o soñando en la que estás construyendo. Cuando esperas en el bus, se retrasa y no pasa, y hay que esperar, al menos yo, tengo la cabeza puesta en algo. No piensas qué aburrido es. Otras personas, supongo, las que no leen, piensan en su vida, en si pueden pagar una factura o si su madre está enferma. El escritor en eso es egoísta y piensa en su cuento. Y me gusta. Eso me ha salvado la vida”.

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