Image: Esto temía, esto deseaba

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Poesía

Esto temía, esto deseaba

Pablo Fidalgo

28 septiembre, 2018 02:00

Pablo Fidalgo

Pre-Textos. Valencia, 2018. 96 páginas, 15 €

La poesía de Fidalgo Lareo (Vigo, 1984) ha logrado irrumpir con fuerza en el panorama. A La educación física y Mis padres: Romeo y Julieta le sigue Esto temía, esto deseaba. Una sucesión de poemas extensos componen las tres partes y el epílogo de esta obra que se abre con una cita de Mario Luzi, de donde toma el título. Y sí, entre el temor ("¿nos falta algún miedo?") y el deseo se mueven los versículos de estos monólogos donde, paradójicamente, nunca falta el diálogo, y donde abundan las preguntas que formula alguien que viaja o que huye ("Mi juventud fue una peregrinación") a la busca de su propia identidad. Un ser solitario, "un extranjero", rodeado de gente. Alguien que relata su historia para intentar comprenderla, pero también las historias de "vidas que no eran la mía". A la voz de Fidalgo se unen en el libro otras que no dejan de evocar el desconcierto ante cuanto sucede a su alrededor. Siempre desde un tono confidencial y cercano, de apariencia autobiográfica.

"Un año sin volver a casa", el poema inicial, marca el territorio de este nómada que reside en Lisboa, "la ciudad en la que escribir / el libro alucinado que siempre quise escribir". Su recorrido le lleva a Portugal, Italia, Francia, Argentina... "Todo mi deseo cabe en una maleta". "Estoy conociéndome", dice. Y: "Verás que en un poema / cabe todo el viaje".

Unitario es también Crónica de las aves de paso, accésit del premio Adonais, y como el anterior sustentado en el tema de viaje que, en Fidalgo, es un modo de vida. Él, un ave de paso más. Un viaje -interior y exterior-, por la juventud ("Cada uno de nosotros representa una forma / de entender la juventud"), a la luz, a Italia, una suerte de patria marítima. Tan distinta, aunque complementaria, de su natal Galicia y de Portugal, otra de las patrias, ya se dijo, de este poeta errante. Tampoco falta el amor, ni la figura del padre, ni esas conversaciones dentro del poema e innumerables preguntas. "Todos llegan aquí buscando cosas muertas / y tú has llegado buscando la vida", escribe. Y al acabar: "seguimos observando lo que vendrá".