Image: El arte francés de la guerra

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Novela

El arte francés de la guerra

Alexis Jenni

16 noviembre, 2012 01:00

Alexis Jenni

Premio Goncourt. Traducción de Ana Herrera. RBA. 704 páginas, 23 euros

La Europa oficial alardea de que llevemos sesenta años sin guerras, logro galardonado con un premio Nobel de la Paz (2012). Esta novela recuerda el lado en sombra de semejante falacia, la participación de los ejércitos occidentales en conflictos tan brutales como la guerra del Golfo u tan extremadamente sangrientos como la represión de antiguos feudos coloniales. Alexis Jenni (Lyon, 1963), profesor de biología y ganador del premio Goncourt 2011, confronta al lector actual con la verdad sobre los daños causados por la belicosa mentalidad francesa, la violencia desatada por los conflictos coloniales (Indochina, Argelia) y sus secuelas, los choques de los inmigrantes con la policía en los barrios marginales de París.

El narrador de Jenni posee una personalidad precaria, de hombre mal acostumbrado por el estado de bienestar a no hacer nada y comparte protagonismo con un hombre hecho y derecho, el veterano Victorien Salagnon. La efectividad narrativa de estos protagonistas proviene de que representan tipos humanos de la Francia actual, un desocupado, de quien nunca conocemos el nombre, y Salagnon un hombre mayor, testigo de las guerras francesas. El narrador conoció a Victorien Salagnon en un café, donde acuerdan que el primero relatará la historia del segundo, mientras el veterano enseñará al desempleado a pintar.

El libro consta de trece capítulos que alternan el relato de episodios de la vida francesa de hoy, actuando el narrador en ellos de protagonista, con otros en que el exmilitar relata su biografía, la vida durante la resistencia (Segunda Guerra Mundial) y las guerras en Indochina y Argelia. Las descripciones de los incendios de los pueblos vietnamitas o las torturas en Argelia resultan sobrecogedoras, mientras los temas de actualidad, la inmigración, el racismo, la violencia en las calles o las cuestiones de la identidad nacional, resultan menos innovadores e incluso discutibles.

El joven narrador, un hombre perdido en una sociedad que ofrece pocos puntos de apoyo, y el anciano ex-capitán de paracaidistas del ejército galo, le permiten a Jenni ir desenterrando los fantasmas que perviven en la sociedad francesa y que cuestionan su orgullosa identidad. Poco a poco, la lectura va planteando preguntas, qué es ser francés, o por qué silenciaron durante tanto tiempo la verdad sobre la sangre vertida en las colonias, donde el ejército actuaba orillando nuestras propias leyes.