Image: Deudas y dolores

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Novela

Deudas y dolores

Philip Roth

29 marzo, 2007 02:00

Philip Roth. Foto: Prs

Traducción de Jordi Fibla. Mondadori. Barcelona, 2007. 728 págs. 24’50 euros

Pocas veces se han mostrado crítica, público y colegas tan unánimemente favorables a una primera obra como hace casi medio siglo tras la publicación del volumen de relatos Goodbye Columbus (1959). El autor era un joven desconocido de 27 años, Philip Roth, y los elogios que le dedicó el entonces futuro premio Nóbel Saul Bellow resultaron exagerados para muchos, máxime cuando el alabado joven todavía no había publicado una novela. Y esa novela fue Letting Go, que ha tenido que esperar estos cincuenta años para ser traducida al castellano bajo el título Deudas y dolores.

Se trata de una novela de iniciación pero en la que su autor muestra, demuestra, una madurez narrativa sorprendente. Tal vez fruto de una juvenil ambición, ciertos pasajes resultan excesivamente extensos pero en su conjunto la novela resulta tan interesante como entretenida. Indudablemente este título no ha tenido la fortuna de un Portnoy, cualquiera de la saga de Nathaniel Zuckerman o su monumental Pastoral Americana, pero si es así no se debe a una cuestionable calidad de la obra, sino a las incontestables bondades y cualidades de las futuras.

El argumento es al mismo tiempo ambicioso y sencillo, apasionante y vulgar, inquietante y convencional. Gabe Wallach, el protagonista de Deudas y dolores, se "encontraba destinado en una impenitente zona desértica de Oklahoma, y mi única relación con el mundo de la sensibilidad no era el mundo en sí, sino Henry James, a quien últimamente había empezado a leer" (p. 16); es entonces cuando recibe la carta manuscrita de su madre, quien momentos antes de morir confesaba en la misiva que al padre y marido "le he hecho una injusticia al ser su esposa" y en cuanto a su hijo, "lo único que quiero decir ahora es que no quiero decir nada", para finalizar manifestando que "el motivo de que te escriba es decirte que no tengo instrucciones que darte" (p. 15). Cuando el alférez de artillería Gabe recibió la carta "estaba leyendo Retrato de una dama, y coloqué entre las páginas del libro el sobre y la hoja con una prosa apenas legible" (p. 16). Los significantes de la desgarradora carta de la madre moribunda que termina entre las páginas de una novela de Henry James, todo ello referido en los primeros párrafos, bien pudiera ser el referente, la clave interpretativa para las 726 páginas que nos esperan.

En ellas encontraremos a los otros tres personajes que sustancian la historia: Paul Hearz, "un joven atribulado que estaba perdiendo rápidamente contacto con sus propios sentimientos" (p. 17); su esposa Libby, quien "con su aire de inquieta ave de presa, no estaba nada mal" (p. 20), y Martha Reganhart, el personaje literariamente más atractivo y que parece salido de las páginas del citado Henry James, quien "estaba segura de que es posible saber algo acerca de la personalidad de un hombre por su manera de trinchar un pavo" (p. 253).

Asumido el valor intrínseco de la obra, resulta difícil sustraerse a la lectura histórica comparada con el resto de los títulos ya conocidos de Roth. En cierta forma Gabe Wallach es el antecedente del irrepetible Zuckerman, considerado el más genuino alter ego de Roth; así, buena parte de la novela acontece en las universidades de Iowa y Chicago, en las que transcurre la vida de Gabe, las mismas en las que trabajó el entonces joven profesor Roth. También resultan llamativos los tímidos intentos experimentalistas, como la alternancia entre la narración en primera persona de Gabe y la más convencional en tercera del propio Roth. También vemos la maestría de Roth al plantear hilarantes situaciones tragicómicas, como el pasaje donde Libby "intentó varios métodos de suicidio" (p. 418), no en vano se había convertido del catolicismo al judaísmo para agradar, pretendiendo adaptarse a los usos y maneras de la familia de su esposo.

Pero el aspecto más sobresaliente es el soberbio estudio del sentido de culpa, en la más genuina tradición judeo-cristiana, que terminará por constituir uno de los pilares fundamentales en la narrativa de Roth. Gabe no tiene problemas en la vida, sobre todo al compararla con el resto de protagonistas y ello le provoca una angustia existencial que le conduce de forma obsesiva a intentar solucionar los problemas del prójimo.