Novela

El disparatado círculo de los pájaros borrachos

Juan Aparicio-Belmonte

2 noviembre, 2006 01:00

Juan Aparicio-Belmonte. Foto: Eva Barrasa

Premio Lengua de Trapo. Lengua de Trapo. Madrid, 2006. 256 páginas, 18’50 euros

En los últimos tiempos se va extendiendo una forma narrativa peculiar. Algunos novelistas nuestros recientes se decantan por un humorismo intencionadamente descontrolado que no le hace ascos a la incongruencia y al
absurdo. Juan Aparicio-Belmonte (1971) milita en este ideario e incluso comenta la razón de tal gusto a su tercer título, El disparatado círculo de los pájaros borrachos. Según un personaje, como "la realidad hoy en día es un disparate, toda novela realista tendrá que ser disparatada". Aunque él comprende, claro, que la gente no quiera muchos desvaríos, pues "bastante tiene ya con el disparate de la realidad".

Estamos ante el reto de construir una escritura actual que explique nuestro tiempo desde supuestos diferentes al consabido espejo pasado a lo largo del camino. Aparicio asume el desafío practicando una ficción muy libre donde mezcla ironía, chistes, extravagancias, desatinos, inverosimilitudes, fantaseamientos delirantes, irracionalidad… Todo ello tiene una base expresionista a la cual el autor pone su propio sello al anteponer el grand guiñol y el absurdo a la deformación grotesca de los espejos del Callejón del Gato.

A partir de estos supuestos, Aparicio hace una novela de inventiva desatada, que entrecruza varias historias enloquecidas. Funciona a la manera de protagonista un escritor, Luis, acusado de varios crímenes. Este hilo principal da pie a la intervención de una policía amante de Luis y a la presencia de otros personajes más relacionados con éste, de modo destacado su editor. Además, la novela copia un manuscrito inédito de Luis, que cuenta una historia también febril, la venida al mundo de un Mesías estrambótico. Este anecdotario loquísimo descansa, por otra parte, en la parodia de géneros establecidos; así, por ejemplo, relata una secreta misión policial que consiste en investigar un complot organizado por unas señoras de la limpieza. Tampoco faltan chanzas sobre la propia literatura. La irreverencia lleva al autor al empleo rupturista de las distintas personas narrativas, añadiendo con ello un poco más de desconcierto. Y, en fin, con gran sentido lúdico establece paralelismos ocurrentes entre la vida y la novela que leemos.

Todo esto lo hace Aparicio con un dominio formal admirable. El desbarajuste de la novela es aparente y bajo él subyace casi un virtuosismo en la construcción. Tiene, además, el autor unas dotes imaginativas muy notables. Y su prosa posee las cualidades de ritmo y agilidad. El resultado global es una novela divertida, con magníficos aciertos concretos tanto verbales como, sobre todo, de situaciones. El pasaje de la exposición en que una artista exhibe una vagina luminosa que ella denomina "máquina de deflagración de la sensibilidad femenina" es una ocurrencia muy afortunada. Este rosario de episodios sumamente entretenido no concluye, por supuesto, en un disparate banal. Tiene una intención satírica fuerte.

Aunque al lector formado en el canon clásico este tipo de literatura le resulte insustancial, hay que señalar su valor, cuando, como en este caso, lo tiene. A mucha gente no le gusta o le desconcierta esta novela postmodernista, y a mí no me entusiasma, pero no olvido lo que sostenía Dámaso Alonso: que ninguna época se equivoca estéticamente. Por eso reconozco que Aparicio la cultiva con habilidad e inteligencia.