Image: Anatomía de un instante

Image: Anatomía de un instante

Ensayo

Anatomía de un instante

Javier Cercas.

8 mayo, 2009 02:00

Javier Cercas. Foto: Antonio Heredia

Mondadori. Barcelona, 2009. 462 páginas, 21'90 euros

Hay tanta ficción superpuesta al 23-F que construir otra no pasaría de ser un gesto inútil. Difícilmente además tal ficción podría competir con los hechos, personajes y situaciones reales, ni iluminarlos, ni hacerlos más comprensibles, porque esa realidad tiene "toda la fuerza dramática y el potencial simbólico que exigimos de la literatura". A partir de esas reflexiones preliminares, Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) da testimonio de un fracaso -inventar una ficción sobre el 23-F-, justifica la obra que el lector tiene entre las manos -una crónica que se atiene escrupulosamente a los hechos que realmente ocurrieron- y manifiesta un deseo que al final se verá cumplido sobradamente: comprender, apelando a la realidad, lo que renunció a entender invocando a la ficción.

El novelista unánimemente aplaudido por Soldados de Salamina, actúa aquí sin red y, digámoslo ya desde el principio, convierte su fiasco en el crisol de su éxito, pues halla en ese magma de datos confusos que llamamos realidad, la geometría precisa de una narración deslumbrante: así, los paralelismos, coincidencias e ironías de esta historia no son ya el producto de una mente caprichosa sino la trama con la que está urdida la Historia misma.

Uno de los grandes méritos del libro es la recuperación del ambiente del momento, abstrayéndose hasta donde es posible de las imágenes y valoraciones que fueron construidas posteriormente. Como el golpe en sí fue una chapuza -aunque eso no impidió que estuviera a punto de tener éxito- pudo asentarse a toro pasado un tono displicente y abochornado, generalizándose esa valoración que pronto se haría tópica de asalto zarzuelero con bigote y tricornio de guardarropía. Sin embargo, en las primeras semanas de 1981 la actitud dominante en los cenáculos políticos, las instituciones y hasta la misma calle distaba mucho de lo que podría llamarse firmeza de principios democráticos y escrupuloso respeto institucional.

Agobiados por la crisis económica, hartos del navajeo sectario y, sobre todo, exasperados por el rampante terrorismo etarra, un considerable sector de la clase dirigente, del Rey a destacados miembros de la cúpula del PSOE, consideraban necesario echar a Adolfo Suárez "como fuera" y no veían con malos ojos un "cambio de rumbo" o "golpe de timón", forzando para ello hasta donde fuese necesario, aunque de modo incruento, los cauces constitucionales.

A tal fin conspiraron unos y otros, y hasta alentaron de modo irresponsable a unas Fuerzas Armadas, mayoritariamente franquistas, que sólo esperaban una mínima señal del Rey para alzarse contra un sistema democrático que juzgaban claudicante y disgregador de la unidad de la patria. No eran, por otro lado, tiempos de entusiasmo ciudadano por la democracia sino más bien lo contrario (el "desencanto"). Por ello, lejos de oponer una resistencia heroica a la intentona, la inmensa mayoría del país, con muy contadas excepciones, se metió en casa, a buen recaudo, a ver cómo terminaba aquello. Aquí no hubo héroes, empieza diciendo Javier Cercas, pero pronto rectifica: sí, hubo tres héroes atípicos, héroes de la retirada o incluso de la traición: Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado, los hombres que permanecieron en pie en el Congreso mientras zumbaban las balas y el resto de diputados se arrojaba al suelo. Estos tres hombres dieron en aquel instante supremo un testimonio de valentía personal y dignidad, pero no puede ni debe olvidarse que en aquel momento histórico eran tres hombres cuestionados, hundidos, despreciados incluso. Eran héroes de la traición porque tuvieron que traicionar su pasado para defender el presente y ganar el futuro: prefirieron apostar por el pacto y la democracia posible, antepusieron la convivencia y la libertad imperfecta a los ideales puros que, de hecho, nos habían llevado al desastre cuatro décadas antes.

El título no es baladí, porque lo que Cercas persigue reconstruir no es tanto la historia completa del 23-F cuanto la "anatomía de un instante", ese instante crucial en el que el coronel Tejero y sus hombres asaltan el Congreso y tres hombres, que representan cosas muy distintas y hasta opuestas, coinciden en el ocaso de sus vidas políticas en un gesto que da sentido a sus trayectorias respectivas e ilumina además, por si fuera poco, un tiempo y un país: la transición. Javier Cercas demuestra aquí, y lo hace con un lenguaje deslumbrante, que cuando hay talento no hay tema agotado.