Image: Cuaderno amarillo

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Ensayo

Cuaderno amarillo

Salvador Pániker

18 octubre, 2000 02:00

Areté. Plaza & Janés. Barcelona, 2000. 380 páginas, 3.250 pesetas

Por cualquier página que abramos este Cuaderno amarillo nos encontraremos con la actualidad, pero entramada con su hilo de conocimiento fértil, de cultura universalizada

No lejana la publicación de otra obra de Salvador Pániker -Filosofía y Mística-, nos llega ahora Cuaderno amarillo, fragmentos del diario del autor referentes a los años 1993 y 1994; una muestra parcial, si tenemos en cuenta que es un diario escrito desde la adolescencia, pero a la vez lo suficientemente sugestivo y profundo para resistir la prueba de lo fragmentario.

Algún día, a la hora de hacer balance, habrá que ver lo que la cultura catalana, en particular, y la cultura española le deben a una persona como Pániker, espíritu abierto, de sentido universalista, que ha tenido la posibilidad y el valor de proyectarlo desde esa aventura editorial inconfundible que ha sido Kairós. La proximidad de su pensamiento a lo científico y a lo filosófico, su apego a la actualidad más viva, pero sobre todo esa proyección de su pensamiento hacia un nuevo humanismo, lo han hecho creador de un prestigio siempre fundamentado y nunca apegado a lo ortodoxo, a lo ligero.

De todas estas características generales de la persona y del pensamiento de Pániker gozan las páginas de esta diario inusual que es el Cuaderno amarillo. Por cualquier página que lo abramos nos encontraremos con la actualidad más viva, pero siempre entramada con ese hilo de conocimiento fértil, de cultura convenientemente universalizada para no caer en lo local o en lo sectario, actitudes ambas tan propias del conocimiento y del intelectual al uso.

Pániker nos previene, por ello, contra lo que él llama los "intercalados anecdóticos" de su libro y prefiere hablar de lo que en él hay de "filosofía de la vida", aunque enseguida su escepticismo (¿de raíz oriental?) le lleva a hablar con ironía de "escarceos con la trascendencia". Lo cierto es que estos "escarceos" fundamentan sus obras pasadas y la presente, y en ellos sustenta su originalidad. Lo trascendente español suele ser sinónimo de lo evasivo y lo dogmático, y no de este diálogo ameno y sustancioso en el que Pániker convierte el fugitivo presente.

Hay otros dos ejes que vertebran el conocimiento de Salvador Pániker y que ya encontrábamos en un viejo texto de 1973, publicado en un libro colectivo (Teorías de Ibiza, 1983): el planeta está "relativamente" abandonado de la mano de los dioses y hay personas que todavía contribuyen a la salvación o al "equilibrio general de las cosas". ésta es la actitud frente a los personajes que pasan por las páginas de este diario; hay siempre en la valoración y en la contemplación de las mismas una dualidad que incita a la esperanza y a la objetividad.

El mundillo literario, las religiones, el amor, la política, son contemplados desde la ironía y la flexibilidad, de tal manera que a veces aparecen en los textos palabras clave -"compasión", por ejemplo-, que descifran el enigma del ser.

Pero junto al mensaje o testimonio "planos" hay también esas otras páginas -la final, por ejemplo- en la que el autor quiere romper los límites de lo que normalmente reconocemos como diario. Son los momentos en que el simple testimonio desea tener trama y misterio, y en los que el autor se prodiga en recoger iniciales de nombres propios. Hay, pues, también en este libro esa presencia fertilizadora y misteriosa de la mujer que, como las religiones, rompe los límites de lo correcto, lo noticiable. Música, lecturas, amistad, ciencia, son otros temas notables en la cotidianidad del autor. Pero en todo momento, prima ese afán de ser hombre, que él tan bien fija en el retrato de su hermano Raimundo. Subir un peldaño más y ser "hombre", más allá de tensiones, normas, racionalismo, máscaras. ésta es una intención, y un consejo, que Pániker aplica a uno de los suyos, pero que sirve igualmente para el resto de los humanos. Lección de ser, de ir más allá, en las páginas de este diario que, en ninguna línea, renuncia a la amenidad.