Ensayo

Cuba santa

R. Orozco y N. Bolívar

2 mayo, 1999 02:00

El País-Aguilar. Madrid, 1998 568 páginas, 2.500 pesetas

El dios supremo Yayá observaba desde su inmensidad crea-dora a sus hijos los aborígenes cubanos, dedicados a pescar y cultivar la tierra. Al otro lado del gran océano, Olofi, Abasi y Sambi, los dioses supremos de los pueblos yorubas, carabalíes y congos, hacían otro tanto con sus gentes, también dedicadas a la agricultura. Mientras tanto, un personaje visionario al que llamaban Cristóbal Colón merodeaba por la corte de los Reyes Católicos en busca de ayuda para hacer un largo viaje cruzando un mar desconocido. La reina lo escuchó y le proporcionó financiación. Dios Todopoderoso sonrió feliz en las alturas.
En este escenario comienza la historia que narra este libro, la de cómo se fueron mezclando a lo largo de los siglos las culturas de tres continentes distintos para dar forma a la religiosidad de Cuba, surgida de una sociedad mestiza que unió una larga lista de dioses y profetas, pasados y presentes: santa Bárbara y Changó, Jesucristo, Olofi, Marx y Martí, obispos y "babalawos", Tata Nganga y espiritistas. Luego, como dice la canción, llegó Fidel y se armó la revolución. Pero el ajiaco colectivo, el gran puchero cubano, continuó guisándose, añadiendo a sus ingredientes santeros, paleros, abakúas, espiritistas, católicos y judíos, un elemento más, los comunistas.
Tras la lectura de las muchas páginas del volumen, surge clara una idea: la impresionante capacidad de supervivencia que han demostrado los negros para conservar durante cinco siglos los ritos y creencias ancestrales que viajaron junto con los esclavos en los barcos negreros. La Regla de Ocha o Santería, la regla de Palo Monte o las Sociedades Secretas Abakuá son cultos nacidos al amparo de la Iglesia católica, utilizada muchas veces para disfrazar sus verdaderas creencias. De todos ellos y de muchas cosas más se habla extensamente en este libro.