Theodore Kaczynski con la carta que mandó a varios medios y la cabaña donde vivió durante más de 20 años. Diseño: Rubén Vique

Theodore Kaczynski con la carta que mandó a varios medios y la cabaña donde vivió durante más de 20 años. Diseño: Rubén Vique

Ensayo

Unabomber: ¿un loco, un profeta o ambas cosas? Se publican por primera vez sus ensayos en España

Terrorista que tuvo en jaque al FBI durante 17 años, con 3 muertes y 23 heridos, forzó a los medios a publicar sus ideas a cambio de detener sus atentados.

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Publicada

El 25 de mayo de 1978, el profesor de ingeniería de los materiales Buckley Crist recibió un paquete. Lo habían encontrado abandonado en una plaza de aparcamiento de la Universidad Northwestern, donde trabajaba. Se lo devolvían porque aparecía su nombre como remitente. Sin embargo, el docente no recordaba haber enviado nada, así que se lo acabó entregando a Terry Marker, policía del campus.

Fue el agente quien finalmente abrió el paquete y el que acabaría siendo la primera víctima de Theodore Kaczynski, un doctor en matemáticas que pasaría a ser conocido como Unabomber. Afortunadamente, Marker no sufrió más que algunos cortes y quemaduras leves. Otros corrieron peor suerte en los 17 años que el terrorista estadounidense continuó mandando paquetes bomba. Hugh Scrutton, propietario de una tienda de informática en Sacramento, fue asesinado en 1985, al igual que el publicista de Nueva Jersey Thomas J. Mosser en 1994 y el Presidente de la Asociación Forestal de California Gilbert Brent Murray en 1995.

El mismo año del atentado que se cobró la vida de Murray, Kaczynski se puso en contacto por carta con varios medios de comunicación con una propuesta: si publicaban su manifiesto de 35.000 palabras, abandonaría el terrorismo. Aconsejados por el FBI, fue el Washington Post el que finalmente difundió el ensayo titulado La sociedad industrial y su futuro en su número del 19 de septiembre de 1995. Las ideas defendidas en el texto y la forma de expresarlas fueron clave para dar con la identidad de Unabomber: David Kaczynski, su hermano, lo reconoció en aquellas palabras, y así se lo hizo saber a las autoridades. Poco tiempo después fue detenido en la misma cabaña en el estado de Montana desde el que había confeccionado las bombas y había escrito su ensayo.

30 años después del final de esta historia, La sociedad industrial y su futuro y otros ensayos posteriores de Kaczynski llegan por primera vez a nuestro país traducidos al español en Desde un bosque lejano (Errata naturae, 2025).

Pero ¿por qué difundir el ideario de un hombre que atentó contra la vida de inocentes? Así lo explica la propia editorial en el prólogo a la edición de Desde un bosque lejano: "Las preocupaciones de Kaczynski, tal como las expresó en sus ensayos, no suenan ya como delirios de un ermitaño paranoico. (...) Nos confronta con una de las paradojas más inquietantes de la mente humana: la coexistencia de la extrema lucidez analítica y la clara ceguera moral".

Portada de 'Desde un bosque lejano' (Errata naturae)

Portada de 'Desde un bosque lejano' (Errata naturae)

De nuevo el debate sobre la separación entre autor y obra, tan recurrente en los tiempos de la cancelación. ¿Debería desestimarse una obra intelectual debido a las decisiones que ha tomado su creador a lo largo de su vida? Al fin y al cabo, rara vez las acciones de un individuo alcanzan la altura de sus ideas.

El problema es que, al contrario de lo que suele suceder con los protagonistas de estas polémicas, las acciones de Kaczynski no son otra cosa que su pensamiento ejecutado en el plano material hasta sus últimas consecuencias.

En La sociedad industrial y su futuro Kaczynski describe a una humanidad dislocada de su verdadera naturaleza como resultado final del desarrollo tecnológico que trajo consigo la Revolución Industrial: "La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la humanidad. No cabe duda de que han aumentado enormemente la esperanza de vida de los que vivimos en países 'avanzados', pero también han desestabilizado la sociedad al completo (...), han provocado malestar psicológico generalizado y han ocasionado graves perjuicios al conjunto de los ecosistemas", defiende ya al principio del manifiesto publicado en el Washington Post.

Afirma Kaczynski que la tecnologización de la sociedad ha hecho que el grueso de la población vea sus necesidades básicas resueltas. Esto ha provocado que, en su lugar, dedique su vida a tareas insatisfactorias, a las que denomina "actividades sustitutas". En ellas se persiguen metas artificiales para intentar lograr (sin éxito) un sentimiento de realización equivalente al que se obtiene al "luchar por la supervivencia".

El interior de la cabaña que habitó Kaczynski desde 1969 hasta que fue detenido. Foto: Wikimedia Commons

El interior de la cabaña que habitó Kaczynski desde 1969 hasta que fue detenido. Foto: Wikimedia Commons

Asimismo, identifica una humanidad "hipersocializada", en la que el individuo queda supeditado al colectivo. Un colectivo que, además, no está regido por las necesidades individuales de su población, sino que prioriza el beneficio del conjunto.

A este análisis de aquel presente (recordemos que el texto fue escrito a principios de los años 90) le sigue una serie de pronósticos en los que se muestra especialmente acertado: la ingeniería genética y sus peligros, la hecatombe ecológica, la proliferación de enfermedades mentales... y la nueva hegemonía de una inteligencia artificial que poco a poco reemplace a la humanidad. Una última predicción que resuena con especial intensidad en la actualidad y que probablemente sea uno de los principales motivos por los que llegan por primera vez estos textos a nuestro país.

La solución a este panorama desolador es, según Kaczynski, una revolución que termine de raíz con el sistema tecnológico y que tenga como resultado la vuelta a una vida más en sintonía con la naturaleza y en el que las sociedades se organicen en pequeños grupos cooperativos. Para ello, defiende por un lado el uso de la violencia como elemento desestabilizador del statu quo y, por el otro, acepta el sufrimiento que traiga consigo el colapso social.

Reconocido anarquista, dedica además una buena parte de su texto más conocido a describir y denostar el izquierdismo de la época. Análisis y crítica que, pese a sus carencias, mantiene también cierta contemporaneidad con respecto a los debates actuales en el momento en el que relaciona el izquierdismo con lo políticamente correcto.

"Puede parecer que ciertos izquierdistas se oponen a la tecnología industrial, pero solo lo harán mientras se sientan ajenos a ella y el sistema tecnológico siga en manos de sus oponentes. Si el izquierdismo llegara a dominar la sociedad, de modo que el sistema tecnológico quedara bajo su control, la utilizarían con entusiasmo y promoverían su crecimiento, repitiendo así el mismo patrón que ha seguido una y otra vez en el pasado", sostiene en su crítica a estos movimientos Kaczynski, tras lo cual pasa a usar como ejemplo el movimiento bolchevique.

El hecho de que las acciones de Kaczynski hayan seguido a pies juntillas lo que defendía en sus escritos desacredita una parte de sus conclusiones, quizás la más importante: la solución al problema que ha detectado.

De lo que no cabe duda es de que el problema estructural que identificaba por aquel entonces sigue vigente a día de hoy. No es casualidad que los diagnósticos que realiza en sus libros el que quizás sea el filósofo más popular del momento, Byung-Chul Han, vayan, en buena medida, por este mismo camino.

La frustración, las enfermedades mentales y el agotamiento recorren la obra del recientemente galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades de un modo similar a como aparecía en el texto del hombre detrás de aquellos atentados. En el caso de Kaczynski, todo ello es resultado de la sociedad tecnológica surgida tras la Revolución Industrial. En el de Byung-Chul Han, del capitalismo tardío, que no deja de ser la última ramificación de un árbol que sigue creciendo.