Lucía Solla Sobral. Foto: Marco Mas

Lucía Solla Sobral. Foto: Marco Mas

Letras Lo mejor de 2025

La narrativa en español de 2025: una feliz convivencia de varias generaciones sin peleas ni directrices

Ahora nadie se siente obligado a escribir según imposiciones ajenas. El balance anual ofrece una panorámica bien representativa.

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La narrativa en castellano durante este 2025 revela la persistencia de su rasgo característico desde hace bastante tiempo: conviven en paz todas las modalidades posibles y a la vez coexisten sin querellas autores al menos de tres generaciones.

Un vistazo al pasado reciente ilustra lo singular de esta situación: en los años sesenta la novela testimonial se confrontaba con el nouveau roman, se enfrentaron con acritud los "de la berza" y los "novísimos" y estos anularon a aquellos incluso en su presencia en el mercado. Hoy, al contrario, ni hay una línea directriz ni nadie se siente obligado a escribir según imposiciones ajenas.

En fin, libertad absoluta en la escritura tanto en el ámbito temático como en el formal. Los libros destacados en el balance anual de esta revista lo confirman y ofrecen una panorámica bien representativa del conjunto de nuestra narrativa presente.

Respecto de la dinámica generacional, la lista de "ganadores" acoge desde la promoción mayor hoy en activo y hasta gente joven. De los séniors, la generación del 68, dos narradores revalidan una trayectoria firme.

La muy apreciada Cristina Fernández Cubas, siempre pausada y ajena al mundillo literario, vuelve a su territorio de misterios de la vida con relatos magistrales. El vanguardista Enrique Vila-Matas añade un jalón más a su apuesta por una renovación de nuestras letras con el propósito de conectarlas con la modernidad.

Lucía Solla ha sido la sorpresa del año con 'Comerás flores', una ópera prima vivaz con forma libre y creativa

En el otro extremo, el de los jóvenes, Lucía Solla ha sido la sorpresa del año con una ópera prima en que le da aire innovador a un tema tradicional, el del maltrato, en un relato vivaz de forma libre y creativa. En cuanto a los de edad intermedia, vemos cómo varios elegidos asientan su obra precedente.

El mayor de ellos, uno de nuestros señeros narradores de ahora, Javier Cercas, monta un libro friki y extravagante, según sus propios calificativos, para un análisis polémico del Papa Bergoglio y de la Iglesia.

Otros de este grupo reafirman una estética bien decidida y firme (Pilar Adón), reflexionan con lucidez sobre la familia (Marcos Giralt Torrente) o muestran de nuevo la versatilidad de su obra (Andrés Neuman). Angélica Liddell traslada, mutatis mutandis, el mundo violento y revulsivo de sus enfebrecidas obras teatrales a la narrativa.

La selección de solo diez obras ha dejado fuera un buen número de títulos valiosos que comparten los caracteres generales señalados. El humorismo barniza una visión desoladora del presente en la de Luis Mateo Díez, El vigía de las esquinas. La mirada crítica de alcance político se encuentra en Belén Gopegui (Te siguen) y en Isaac Rosa (Las buenas noches).

Con enfoque ensayístico y recurso a la autoficción reflexiona Antonio Muñoz Molina en El verano de Cervantes. Por su parte, Julio Llamazares hace un puente entre la memoria familiar y el presente en El viaje de mi padre.

Lorenzo Silva acentúa el tono reflexivo de su conocida pareja de guardias civiles en Las fuerzas contrarias y abre la serie a una nueva deriva. La narrativa popular, el gusto por contar y la reflexión histórica marcan la nueva entrega del espadachín Alatriste, Misión en París, de Arturo Pérez-Reverte.

Cualquiera de estas obras podría (o debería) figurar en el limitado pódium anual. Todas ellas pertenecen a la novela literaria, pero también hay que dejar constancia de la otra, la mayoritaria, la novela comercial. Lo más llamativo del año ha sido la demoledora recepción crítica, sin excepciones, con que se ha acogido la ganadora del Premio Planeta, Vera, una historia de amor, de Juan del Val.

Agrego un apunte más al balance, tiznado de subjetivismo: faltan en la lista tres libros a mi parecer de los mejores del año y que yo colocaría en un lugar muy alto: El final del bosque, de María Fasce; la novela corta Apuntes para una despedida, de Javier Serena; y Antes del volcán, los cuentos de Jon Bilbao.

Y lo cierro con una apostilla académica. Este 2025 han recibido justos homenajes tres nombres de la generación del 50, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute e Ignacio Aldecoa (y en 2024, Luis Martín-Santos), con motivo del centenario del nacimiento. Sin que su obra haya perdido vigencia, los "niños de la guerra" han pasado ya a pertenecer a la historia de la literatura.