Retrato de Diego Saavedra Fajardo por Fernando Selma (1791, Retratos de españoles ilustres).

Retrato de Diego Saavedra Fajardo por Fernando Selma (1791, Retratos de españoles ilustres).

Letras

Diego de Saavedra Fajardo, la inteligencia política que necesitamos en la actualidad

La Fundación Banco Santander ha presentado la biografía del diplomático y escritor del Siglo de Oro. José Luis Villacañas, el autor, ha estado acompañado por el filósofo José Antonio Marina y el consejero de Estado Benigno Penedés.

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¿Cómo puede una figura del Siglo de Oro ser lo que España necesita actualmente para afrontar sus desafíos políticos? Es una cuestión de talante, pero también de conocimiento.

Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648) "supo unificar idealismo y realismo", ha asegurado el pensador José Luis Villacañas en la presentación de la biografía dedicada al diplomático y escritor, uno de los consejeros políticos más brillantes de la historia de España.

En su personalidad confluyen la lealtad a la Corona, el sentido de Estado y, al mismo tiempo, el espíritu crítico, pues no tuvo reparos en "señalar la desmesura del Imperio español", de cuyo declive fue testigo. Lo ha recordado el historiador, jurista y consejero de Estado Benigno Pendás, presente en el acto celebrado en la Fundación Banco Santander, que se ocupa de la edición del libro, el segundo publicado en la colección Biografías de Historia Fundamental.

Natural de Murcia, fue uno de los hombres de confianza de Felipe IV, por quien batalló dialécticamente –a través de sus relaciones diplomáticas y políticas– en Alemania, Suiza e Italia. Consciente de que "con el poder las pasiones se desordenan", como ha recordado el pensador –y también presente en el acto– José Antonio Marina, "fue el primero en establecer la diferencia entre religión y Estado", ha dicho Villacañas.

Saavedra Fajardo consideraba que esa alianza, innegociable para la Casa de Austria, debilitaba los intereses de España "porque nos ataba a Roma, que era nuestro enemigo", ha apuntado el autor. Asimismo, el consejero contradijo la idea de la unidad de la nación y "fue el primero que se atrevió a decir que América nos sobraba, que tenía que seguir su propio camino".

El autor de Empresas políticas, una obra de referencia, estuvo implicado en la Paz de Westfalia, que supuso un cambio definitivo en la hegemonía de Europa. Y, a nivel interno, mantuvo conversaciones con los catalanes rebeldes de la Sublevación de los Segadores, asegurándoles que Francia les iba a someter, mientras que España perdonaría el levantamiento y volvería a concederles el disfrute de sus fueros.

"Esto deberían saberlo los políticos actuales", ha aseverado al respecto Villacañas, que lamenta la falta de sentido histórico entre nuestros dirigentes. "Saavedra revela nuestras carencias", ha venido a decir, pues fue "leal, pero también crítico", o sea, "la síntesis de lo que debe ser la inteligencia". Además, se trata de "un hombre inédito de nuestra tradición" que tuvo la audacia de "mirar desde la periferia", no solo desde dentro. "Y jamás fue un resentido", ha apostillado.

En la misma línea, Marina ha señalado el desdén actual por la historia, que es lo que explica nuestro presente, mientras que la filosofía nos sirve para entender la historia. Saavedra, según el pensador, representa fielmente la idea de "cómo debe ser un político". Aunque "nunca llegó a obtener los cargos que se merecía", como ha apuntado Pendás, mantuvo su absoluto compromiso con España.

En la entrevista a Villacañas disponible en la web de la Fundación Banco Santander, el autor de Diego de Saavedra Fajardo. La lealtad conocida celebra las "estrategias políticas que, vistas con perspectiva, hubiesen ahorrado muchos problemas a España en la Guerra de los Treinta Años".

Entre los hitos relativos a su talante diplomático, destaca que impusiera "una doctrina de relaciones internacionales que hiciesen neutrales las rutas comerciales, algo muy progresista", apunta Villacañas. Asimismo, quiso trazar una alianza entre naciones "para pararle los pies a Francia en su expansión", que estaba dinamitando nuestro Imperio. "Por desgracia, ninguna de las dos se aplicó", ha concluido Villacañas.

Podría ser esta una de las razones de que hayamos olvidado a Saavedra, pero el autor de su biografía piensa, esencialmente, que "hoy no es popular nadie que represente la inteligencia".