Foto: ThisIsEngineering

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Letras

Afectados por la IA: un libro profundiza en los peligros de la precarización laboral y el exceso de dependencia

Madhumita Murgia sostiene que la extracción masiva de datos personales por parte de empresas y gobiernos constituye una nueva forma de colonialismo.

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Mientras nos preguntamos cuántos empleos destruirá la inteligencia artificial (IA) y cómo afectará en nuestra vida cotidiana a la hora de liberarnos de tareas engorrosas, la realidad responde en sentido contrario: la tecnología disruptiva actual no se entiende sin el trabajo precario existente, ni sin la precarización del que hasta hace poco se consideraba estable y suficiente para prosperar.

A la sombra de la IA

Madhumita Murgia

Traducción de Laura Pizarro
Omen, 2025
320 páginas. 22,50 €

Lejos de trabajar menos, trabajamos, si no más, sí en peores condiciones. Alrededor de esta paradoja gira la vida profesional y la obra reciente de la periodista india Madhumita Murgia, redactora de IA en el Financial Times y colaboradora de publicaciones más especializadas como Wired.

A la sombra de la IA es el primer libro de Madhumita Murgia, aunque viene respaldado por una trayectoria periodística que hace aún más interesante su libro. Tal y como ella misma explica, su trabajo previo la había convertido en una tecnooptimista: "Cuando escribes a diario sobre edición genética, coches voladores, bases lunares impresas en 3D e interfaces cerebro-ordenador, es imposible no asombrarse ante el ingenio de la humanidad…".

Pronto comienzan los peros, hasta llegar a una conclusión contundente, la misma a la que llegaron los sociólogos Nick Couldry y Ulises Mejías con su teoría del colonialismo de datos.

Una teoría de cuyo enunciado se deduce la explicación: sostiene que la extracción masiva de datos personales por parte de empresas y gobiernos constituye una nueva forma de colonialismo en la que la información sustituye a los recursos naturales como fuente de poder y valor.

Un proceso que convierte la vida humana en materia prima explotable y perpetúa relaciones de dominación económica, epistemológica y social a escala global: "Existe una codependencia entre los seres humanos y las líneas infinitas de código por las que nos guiamos. El hecho de que no sepamos cómo funcionan esos sistemas significa que somos incapaces de comprender cuándo se equivocan o cuándo perjudican a otros, especialmente a los más vulnerables".

A revelar el impacto en estos últimos ayuda una de las virtudes del libro, que tiene tanto de ensayo como de crónica periodística in situ. Murgia viaja y visita a aquellos afectados por lo que ante nuestros ojos y en nuestras pantallas aparece como una innovación aséptica, sin costes ocultos ni externalidades. Aquí tienen nombre, apellido y código postal, casi siempre de países en vías de desarrollo, aunque los efectos de una IA sin regular tengan un impacto que trasciende las fronteras.

El Murgia no es un enfoque que se pregunte si la IA puede alcanzar un estatus similar al de la inteligencia humana, o si su evolución tiene un límite definido

Puede parecer una enmienda a la totalidad, tan habituales en las primeras etapas tras el nacimiento de una tecnología transformadora. Pero Murgia hila mucho más fino, y cabe situar su mirada junto a otras que han intentado profundizar en los peligros reales de estos avances sin anteojeras ideológicas o prejuicios (no en vano, se tenía a sí misma como "tecnooptimista"), sin que ello impida llegar a las mencionadas conclusiones fuertes, tal como hizo, entre otros, Shoshana Zuboff con su reconocido La era del capitalismo de vigilancia (Paidós, 2020).

El suyo no es un enfoque epistemológico que se pregunte si la IA puede alcanzar un estatus conceptual similar al de la inteligencia humana, o si su evolución tiene un límite definido tras el cual seguirá estando la excepcionalidad (y el misterio) de la inteligencia natural.

Ya hemos comentado o mencionado en estas páginas algunos de los ensayos que han abordado la IA desde este prisma, como Una teoría crítica de la Inteligencia Artificial (Galaxia Gutenberg), de Daniel Innerarity, o El ser que cuenta, de Víctor Gómez Pin (Acantilado), ambos publicados este mismo año.

Murgia se remite a retos más cotidianos, como la mencionada precarización laboral, el exceso de dependencia, o los posibles sesgos de los sistemas de IA a la hora de ser utilizados en programas sociales, el sector de los seguros o la impartición de justicia. No son pocos los casos que la autora menciona en los que el uso de la IA ha conllevado daños, aunque la intención fuera la contraria.

Pero también se fija en problemas más de fondo a tener en cuenta, como el desplazamiento de la responsabilidad en la era de la IA: "Desde un punto de vista jurídico, cada vez es más difícil culpar o juzgar a particulares o empresas, porque pueden responsabilizar al software de la IA". Porque algo en lo que coinciden los expertos en IA es que ni siquiera ellos conocen del todo cómo funcionan estas máquinas, que, de alguna forma tímida, como incipientes Gólems o Frankensteins, ya han comenzado a emanciparse de sus creadores.

Otro de los aspectos en los que incide Murgia es cómo afectan los sistemas de IA a nuestra capacidad de agencia: "Provocan un sentimiento de indefensión e incluso la sensación de que hemos perdido el libre albedrío". Siendo así, es lógica su conclusión: no estamos ante un problema intrínseco de la tecnología que se analiza, sino ante otra muestra de la incapacidad para dotarla de un sentido ético y de unas coordenadas políticas desde los ámbitos de deliberación y gestión democráticos: "Estamos cediendo nuestra autoridad moral a las máquinas".

Y es lógico que así sea: cuando a unas herramientas que nos dotan de más medios que nunca no las acompañan unas normas de uso y unos fines a su altura, el mundo se desordena hasta generar una sensación de caos en la que no son pocos los que reclaman que se ponga orden, aunque sea artificial. "Prefiero la injusticia al desorden", dijo Goethe, y leído hoy parece un verosímil y exitoso lema de campaña. Pero eso no conlleva dejar de ser tecnooptimista: la responsabilidad y el reto están en otros ámbitos.

Otros libros sobre la IA

La inteligencia artificial y el fin del arte

Catrin Misselhorn

Herder

A caballo entre el catastrofismo tecnófobo y el tecnooptimismo, la autora analiza las armas que la inteligencia artificial puede proporcionar a los creadores para ampliar los límites del arte.

Génesis. La inteligencia artificial, la esperanza y el espíritu humano

Henry Kissinger, Eric Schmidt y Craig Mundie

Anaya

El último libro coescrito, a los cien años, por Kissinger, aborda cómo lo que hagamos con la IA puede ser nuestro mayor triunfo o el peor error.

La revolución inevitable

Genís Roca

Cápsula

Este condensado ensayo estudia qué está pasando y qué pasará con la IA, al tiempo que plantea cómo integrarla en nuestras vidas y empleos, teniendo en cuenta que el reto es, según Roca, “más cultural que tecnológico”.

Inteligencia Artificial. Guía definitiva desde los orígenes a la IA generativa

Varios autores

Anaya Multimedia

La principal virtud de esta obra es su claridad expositiva y su concisión. Los autores desmenuzan los inicios de esta revolución, así como las ventajas de ChatGPT, Gemini y Copilot.

Cointeligencia. Vivir y trabajar con la IA

Ethan Mollick

Conecta

Rebosante de optimismo, Mollick propone al lector aceptar la IA como compañera de trabajo y entrenadora para aprovechar todos sus recursos, presentando las tendencias actuales y las expectativas futuras.

Breve historia de la IA

Toby Walsh

Antoni Bosch

Considerado uno de los principales expertos mundiales en IA, Walsh revisa su historia explicando además por qué no debemos asumir un papel secundario, pues las máquinas carecen de brújula moral y compasión.