Lana Corujo, escritora canaria en Lanzarote.

Lana Corujo, escritora canaria en Lanzarote. Lana Corujo

Letras

Lana Corujo debuta con 'Han cantado bingo': "No escribí sobre la muerte, sino cómo se sobrevive al silencio que deja"

La ilustradora canaria irrumpe en el panorama literario con una primera novela sobre la infancia, el paisaje volcánico y el vacío que deja la pérdida.

Más información: 'Han cantado bingo', ópera prima de Lana Corujo: el futuro de la ficción tiene acento canario

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"Han cantado bingo", exclama la abuela, mientras Alejandra y su hermana huyen de los ojos amenazantes del volcán. El tiempo caduca rápido mientras corren hacia el refugio, para que los monstruos no las alcancen.

El bingo marca el antes y el después de una vida: quince números impresos en cada cartón, quince edades que fragmentan los capítulos de una novela. "Cuando seamos mayores y miremos atrás, no vamos a contar nuestras vidas de manera lineal", cuenta Lana Corujo (Lanzarote, 1995), autora de Han cantado bingo (Reservoir Books, 2025).

Canaria, ilustradora y ahora escritora. Corujo ha irrumpido en el panorama literario con una primera novela que desafía la linealidad y explora las zonas grises de la infancia, la familia y el imponente paisaje canario. "Este libro fue la reconciliación entre mi lenguaje visual y el escrito". Este viernes presentará el libro en Madrid en la librería Desperate Literature.

Los ojos del volcán

Cuando la noche cae en la isla, el volcán abre los ojos y dos niñas juegan con él. El paisaje toma forma y se convierte en protagonista: amigo fiel, monstruo terrorífico y refugio para descansar en paz. "¿Qué pasaría si esa montaña cónica mirara a las personas que la habitan?", se pregunta la autora.

Portada de 'Han cantado bingo'

Portada de 'Han cantado bingo'

Así se imagina Corujo ese mundo bello y oscuro a la vez. Es la condición insular de quienes nacen allí, donde el paisaje nunca se despega de la piel y siempre está ligado a algo.

En Lanzarote, los volcanes te miran desde la distancia, invitándote a tocarlos y luego huir lejos, escapar. La noche perfila los volcanes y ese silencio, de pronto, genera inquietud.

Así es el juego nocturno de las hermanas de Han cantado Bingo: un ritual secreto que representa el poder y la parte más salvaje que no entra dentro de la mirada adulta. Permite la desobediencia y la liberación frente al miedo.

Jugar con el paisaje

Aunque la historia se desarrolla en la isla de los volcanes, la población en la que se desarrolla, El Ahorcado, no existe realmente. Corujo se inspiró en El Cuervo, el lugar al que solía ir desde pequeña para sentir el entorno más salvaje.

Esa invención le permitió jugar con la toponimia: eligió El Cuchillo porque le evocaba lo cortante de las relaciones familiares, mientras que La Santa simboliza "la reconciliación" y "el lugar que no queremos perder".

En el libro hay pinceladas a lugares específicos, fotografías de rincones muy característicos de la isla, pero no hay una referencia geográfica precisa. Lanzarote puede cambiar muchísimo en función de quién la mire.

Junto con Fuerteventura, era considerada una tierra carente de belleza. Corujo quiso restituirle lo que siempre le ha pertenecido, resignificar la belleza, la familia, la infancia y la identidad.

La oscuridad de la belleza

La historia refleja las contradicciones que existen en las relaciones de hermanas. "No existen normas, se pactan entre los propios hermanos", dice Corujo evocando su propia experiencia familiar.

Sin embargo, Han cantado bingo va más allá de su historia personal. Explora la violencia y la desromantización de la infancia y del paisaje de la isla canaria. "Desde el autocentrismo seguimos endulzando estos temas, dejando pasar por alto las realidades más dolientes".

El libro plasma esa mirada externa que edulcora todo lo que pasa en las islas Canarias. Y de pronto, Corujo, le da la vuelta. "Eso puede ser muy bello, pero hay partes muy oscuras también". Alejandra, la pequeña, tiene un único deseo: seguir a su hermana mayor. Y la grande, queriendo constantemente que la miren, busca asistir bajo la mirada de sus padres de otra forma.

En ese espacio intermedio nace el poder de desobedecer, el tiempo fuera de la mirada adulta, la rabia inconsciente, las normas que ellas establecen. De pronto, hay una pequeña liberación que le permite imaginarse los ojos del volcán y olvidarse de todo lo demás.

Ponerle color al texto

La herencia familiar se convierte en el motor que lleva a la autora a explorar lo mundano a través de la imaginación. De pronto, Han cantado bingo recibe un toque de realismo mágico. "Me gusta mucho tirar de cuentos y leyendas para poder explicar lo mundano".

La ficción como herramienta poderosísima; el acto de imaginar como clave para la escritura. La posibilidad de una familia que ve a sus muertos se transforma en un instrumento para excavar en la pérdida.

Lana Corujo, en Lanzarote.

Lana Corujo, en Lanzarote. Lana Corujo

"Mi abuela Rosa me hizo creer en el país de los gnomos. Me explicaba la vida con un lenguaje infantil para que yo pudiese entenderlo", recuerda. Corujo utiliza el lenguaje poético, las metáforas y la construcción visual como si estuviera poniéndole color al texto.

Inevitablemente, su lenguaje va a ir de la mano de lo fantástico. Poder inventar —confiesa— es lo que le entusiasma de escribir.

Pérdidas y silencios

Es allí, en los márgenes de esa infancia, donde se reconstruye una pérdida. Como Lanzarote, un lugar que fue devastado por erupciones volcánicas del que ha aflorado otra vida, la protagonista de este libro debe reconciliarse con una fractura.

"No quería entrar en el morbo como espectáculo. Me interesaba mucho más quedarme en las consecuencias de lo que pasaba que en el acto en sí". Por esta razón, la novela no llega nunca a contar qué pasa exactamente.

La decisión de no revelar exactamente qué ocurrió o quién tuvo la culpa es intencional. "Cuando empecé a escribir sobre eso, me di cuenta de que estaba llevando la novela a un camino que no quería seguir".

Le abrumaba la idea de convertir la historia en una novela sobre la causa de un infanticidio. Sentía que no podía escribir desde esa posición. "No escribí sobre la muerte, sino cómo se sobrevive al silencio que deja".

Corujo se centró en la consecuencia de ese vacío, narrando en primera persona, lo que convierte la obra en "una novela de silencios". La falta de información que experimenta el lector es la misma que experimenta la protagonista ante una familia que no habla de sus vivencias ni de su duelo.

"Quería indagar en qué significa crecer con tanto silencio y tanta culpa". Tampoco quería generar personajes buenos o malos. La joven escritora cree que en el mundo nos movemos dentro de un espectro de grises.

Romper la cadena

"Al final, como la abuela, podemos ser personajes buenos, pero que también dejamos solas a nuestras nietas para ir a jugar al bingo, y en ese pequeño descuido, muere una vida". Han cantado bingo es una fotografía de la complejidad del ser humano, de los movimientos imprevistos y las fragmentaciones.

Y allí, en medio de esos silencios, el ser humano descubre formas de acompañarse y encontrar su sitio en el mundo. "Creo que no se puede superar una pérdida. Aprender a convivir con ella, a hacer un hueco. Y una parte importante de darle espacio es renunciar a esa herencia".

La decisión final de renunciar a la herencia se presenta como el primer acto de amor que permite descansar a los muertos y liberar a la protagonista de la culpa. Puede generar rechazo, empatía o indiferencia.

Corujo no buscaba un final feliz ni la mejor decisión, porque —dice— "aquí no existe". Y, al igual que la vida que aflora tras las erupciones, así nace Han cantado bingo: dos ojos curiosos que aprenden a jugar en la oscuridad.