
Detalle del libro 'Medea me cantó un corrido'.
'Medea me cantó un corrido': la reinvención radical del mito desde el corazón del narcotráfico mexicano
Dahlia de la Cerda transforma a esta figura mitológica en una feminista beligerante que ayuda a las mujeres a abortar en un país atravesado por la violencia sistémica.
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Medea me cantó un corrido es un libro radicalmente moderno (o pospostmoderno), como advertirá cualquier lector que se asome a sus páginas.

Medea me cantó un corrido
Dahlia de la Cerda
Sexto Piso, 2025. 110 páginas. 17,90 €
Su autora, Dahlia de la Cerda (Aguascalientes, México, 1985), que cursó estudios en Filosofía, exhibe con orgullo de clase las numerosas ocupaciones que ha desarrollado a lo largo de su vida, según revela la nota biográfica de la solapa: ha sido empleada de un call center y de una fábrica de dulces, y ha ejercido como vendedora de Avon, de ropa de segunda mano y de rosas negras en la calle, quehaceres que la identifican no solo en lo personal sino también en lo colectivo, porque De la Cerda, que es mujer y joven, ha desenvuelto su trayectoria vital en una época especialmente precaria para la juventud y las mujeres.
Si a esto añadimos que procede de un país (México) en el que el narcotráfico y la violencia tienen carácter sistémico, acotaremos aún más su idiosincrasia y la de su actividad. Otra peculiaridad de la novelista, que lleva grabada a fuego, es su activismo sociopolítico. De la Cerda se manifiesta feminista a ultranza, ámbito en el que cofundó la organización Morras Help Morras focalizada en ayudar a las mujeres a abortar de forma segura.
En este contexto hay que situar la obra de la escritora, que está constituida por el libro de relatos Perras de reserva (2019) y por el inclasificable Desde los zulos (2024). Medea me cantó un corrido es su tercera publicación larga y la forman seis relatos interconectados que crean un auténtico cosmos.
Las historias se narran con diferentes voces, aunque la más fértil es la femenina en primera persona, y todas cuentan con un personaje común, una reencarnación de Medea que recorre Aztlán –epítome de México– en un Jetta tuneado haciendo gala de un estilo provocador: va vestida de negro, tiene trenzas africanas y serpientes tatuadas en los brazos.
Lo novedoso de este libro es la combinación que se da en él entre la mitología clásica y la actualidad de un país. La tradición presenta a Medea como una diosa nieta de Helios, sobrina de Circe y esposa de Jasón, y la vincula con la búsqueda del Vellocino de Oro; pero, sobre todo, por haber matado a sus hijos como venganza contra su marido, que pretendía abandonarla para casarse con Creúsa.
Lo novedoso de este libro es la combinación que se da en él entre la mitología clásica y la actualidad de méxico
En manos de Dahlia de la Cerda, Medea se transforma en una feminista beligerante que ayuda a las mujeres a abortar sin preocuparse por sus motivos, aunque también asiste a las que desean continuar con su embarazo, acompaña a las madres que buscan los cuerpos de sus hijos asesinados y a todas las mujeres que arrastran su dolor por el mundo, defendiendo sus ritos y sus razones con valentía y dignidad, oponiéndose a poderes públicos y privados, es decir, a gobiernos y a mafias.
Medea me cantó un corrido aborda el tema de la maternidad (o las maternidades), entendida como un proceso complejo plagado de contradicciones, y muestra con cierta delectación las múltiples facetas de la violencia en un país salvaje e indómito, como se encarga de mostrar la autora.
El Aztlán que revela el libro es un espacio dominado por la cultura del narco, que subsiste lastrado por la ambición de los traficantes y en el que nadie, al menos si pertenece a una clase social deprimida, está a salvo. Allí mueren niños, abducidos por la violencia, pero también jóvenes y mujeres, incluso las que viven en jaulas de oro. El libro, dominado por un contenido sociopolítico palmario y por un tono muy combativo, es desigual en lo literario.