Eva García Sáenz de Urturi en Venecia. Foto: Sole Hafner

Eva García Sáenz de Urturi en Venecia. Foto: Sole Hafner

Letras

Eva García Sáenz de Urturi incendia Venecia con un crimen imposible

La escritora publica la última aventura de su carismático inspector Kraken que le llevará por los canales italianos en un nuevo caso relacionado con el mundo del arte

30 marzo, 2023 01:51
Venecia

"El reflejo de las farolas en el Gran Canal crea un efecto cálido, casi quema. Parece una fogata de agua, parece que los dos elementos, agua y fuego, se hacen el amor a menudo aquí, en Venecia", escribe Eva García Sáenz de Urturi en su último libro, El ángel de la ciudad (Planeta). Hoy las aguas también respiran tranquilas, aunque los puentes, y sus leyendas de diablos, se empiecen a abarrotar ya de turistas.

De la mano de la escritora, que retoma la historia personal del inspector Kraken en una nueva entrega, nos adentramos entre las callejuelas y los canales de la ciudad italiana en un viaje que nos lleva por los principales escenarios de este nuevo título.

Testigo de otros incendios, como cuando las llamas enfurecidas devoraron en apenas una noche el teatro La Fenice, en 1996, Venecia hoy parece a salvo. Y eso a pesar de que, precisamente, un incendio es la razón de que su protagonista, Unai López de Ayala, se haya desplazado hasta aquí siguiendo la pista de su madre, Ítaca Expósito.

Regresa así uno de los personajes favoritos de El Libro Negro de las Horas. Conocida ahora como Jimena Garay, la falsificadora de arte podría ser una de las seis personas que han desaparecido, junto a unos veinte libros de la Biblioteca Nacional española que habían viajado para la Feria Internacional del Libro Antiguo, en el fuego del Museo Guggenheim de Venecia.

Inspirada, a su vez, en otro incendio, García Sáenz de Urturi reconoce que tenía en mente la catedral de París cuando imaginó esta escena. "Cuando se incendió en 2019 yo estaba justo escribiendo Aquitania -rememora-. Notre Dame fue una construcción que hizo el hijo mayor del primer esposo de Leonor de Aquitana. Aquel incendio me impactó muchísimo y, cuando empecé a escribir esta novela, tuve claro que quería empezar con algo así. Quería que fuese un palazzo veneciano en una isla de la laguna, de difícil acceso y difícil de parar. Aquello también me daba juego para un crimen casi imposible: encerrar a seis personas y que sus cadáveres no aparecieran. Siempre me ha gustado jugar un poco a lo Agatha Christie".

Sáenz de Urturi en una parada de góndolas. Foto: Sole Hafner

Sáenz de Urturi en una parada de góndolas. Foto: Sole Hafner

Situado en el Palazzo Venier dei Leoni, en el distrito de Dorsoduro y con vistas al Gran Canal, el Museo Guggenheim atesora ahora el nuevo misterio de la española, además de la escultura, El ángel de la ciudad, de Marino Marini, que da título al libro.

Diseñado a mediados del siglo XVIII por el arquitecto Lorenzo Boschetti para la familia Venier, "es un palacio único -cuenta García Sáenz de Urturi-. Lo proyectaron con la voluntad de que fuera el palacio más grande del mundo, pero la familia noble de enfrente, que hasta entonces tenía el más grande, puso todo tipo de cortapisas legales hasta conseguir frenar las obras. Y se quedó así, con una sola planta. Este palazzo es curioso porque sus tres dueñas han sido a lo largo de los siglos mujeres muy libres, riquísimas y mecenas. Cuando Peggi Guggenheim, que acababa de heredar una gran fortuna de su padre, llegó a Europa se enamoró de Venecia y lo compró y empezó a traer piezas de arte".

Venecia, entre leyendas y arte

Precisamente es su interés también por el arte, y el mundo de la falsificación, lo que hace que García Sáenz de Urturi recaiga en la ciudad italiana. "Venecia ya es en sí una auténtica obra de arte al aire libre. Tiene muchos escenarios, como las galerías, que me venían muy bien para una investigación criminal de este tipo. Pero también —subraya— había una parte etnográfica veneciana de leyendas y tradiciones orales que me parecía muy interesante para establecer cierto paralelismo a toda la serie de Kraken, que ya partía de muchas leyendas vascas en el inicio de la saga".

"En esta novela se habla mucho de esta tendencia que tienen los venecianos a fabular las leyendas -continúa-. La novela juega mucho con esto. Había muchas leyendas de brujas pero mucho más de diablos y de diablos que tienen que ver con puentes". Algo que no parece baladí, si tenemos en cuenta que, como dice, esta es la ciudad de los puentes. "Tiene más de 230 y yo creo que en cada uno encontré una leyenda que tenía que ver con una de esas maldiciones", relata la escritora sobre estas historias que nos hablan de favores del demonio a cambio del alma de quien cruce primero.

Convertida en una guía de lujo, de su mano recorremos las laberínticas calles que dan pie a la acción de El ángel de la ciudad. "Te fascina comprobar que toda una ciudad se mantiene en pie sobre lo improbable", escribe en algún momento del libro sobre esta localidad que hunde sus cimientos en el agua. Desde la Piazza de San Marcos hasta el mercado y el puente de Rialto, pasando por la curiosa librería Acqua Alta, la "más particular", dice la escritora, que almacena libros en bañeras y góndolas, famosa particularmente por su escalera de libros.

La obsesión de Dalí

Arropados por el estrecho callejón de la Scala del bovolo y su maravillosa construcción, García Sáenz de Urturi aprovecha para hablarnos de otra obra de arte que tiene importancia en su libro: el Ángelus de Millet. "No sé si conocéis este lienzo. Tiene una historia detrás de la que queda constancia en la novela. Cuando Millet, que era un costumbrista francés, pintó este Ángelus, nadie lo quiso comprar porque desprendía un poso de tristeza que iba más allá de la melancolía", relata. Acabó en el Louvre donde Dalí se obsesionó con él sin razón aparente.

"Remontándonos a su historia, como sabéis, el artista tuvo un hermano mayor que se llamaba como él que murió antes de que el pintor naciera -continúa la escritora-. El caso es que mucho tiempo después, el pintor convenció a los técnicos del museo de que analizasen el cuadro y se descubrió que no era un Ángelus sino el entierro de un niño. Lo que había pintado en un principio, detrás del cesto de verduras, era un pequeño ataúd y Dalí se había pasado décadas, como veinte años, obsesionado con esa pintura".

La escritora en la Librería Acqua Alta de Venecia. Foto: Sole Hafner

La escritora en la Librería Acqua Alta de Venecia. Foto: Sole Hafner

El arte, a fin de cuentas, tiene mucho que ver con la historia de Ítaca y su regreso a estas páginas. Alejado del foco turístico, el Campo de San Vidal, es otra de las paradas imprescindibles para la autora. "Es la casa donde ubico el hogar de la madre de Kraken -dice señalando una de las viviendas-. Es un edificio muy particular que es también una especie de foso que a ella le protege".

"Pienso que es el lugar ideal para una persona que es una falsificadora de libros -añade-, que tiene que tener un taller con muchísima luz. Está situada al lado del Dorsoduro, un barrio lleno de galerías pequeñas muy poco conocidas. Hay mucha imprenta pequeñita también y mucha papelería propia. Es un lugar que, si te gusta el arte o los libros, resulta ideal para perderte. Es tan laberíntico que es como si la misma ciudad te fuese metiendo en el centro y no te dejase escapar, que es un poco lo que le pasa a ella", explica.

Sobre este personaje femenino, cuya acción se sitúa en 1992, García Sáenz de Urturi señala que "el reto en esta ocasión era crear empatía con una mujer adulta que no deja de ser una delincuente. Es más difícil hacerla grande cuando ella elige siempre delinquir y seguir falsificando -comenta- y más cuando se da cuenta de que tiene consecuencias reales en las personas con las que se relaciona. Sabe que si sigue por ese camino tiene que elegir la soledad. Este libro es una historia, en realidad, de un intento de redención. Ítaca quiere dejar de ser falsificadora pero es tan buena en ello que no puede, el entorno no le deja. Es un poco como en Breaking Bad. Él es tan bueno que las veces que intenta dejar de cocinar meta el entorno no le deja porque hace la mejor meta del mundo".

Ángeles y demonios

La novelista, que durante la escritura del primer título de esta saga, El silencio de la ciudad blanca (2016), acudió a una academia de policía para documentarse, cuenta que realizó varios cursos de perfilación criminal, inspección técnica ocular, autopsia y asistencia técnica de crímenes sexuales. "Algunos fueron muy duros porque lo que veíamos eran atestados reales. Lo que más me interesaba era la parte psicológica. Al igual que a Kraken, me parece esperanzador que si hay un asesino en serie, uno se pueda anticipar a sus actos porque existe un patrón", comparte.

De hecho, si algo tiene El ángel de la ciudad son crímenes. Tres, para ser exactos, tres interrogantes relacionados particularmente con su protagonista en dos escenarios y dos tiempos y que implican una investigación actual por el incendio con seis desaparecidos en el Guggenheim de Venecia; una historia en paralelo con el fuego ocurrido hace 30 años en ese mismo palacio y con un suicidio colectivo; y, finalmente, y al otro lado del mundo, en Vitoria, una nueva pista sobre lo que le sucedió al padre de Unai, muerto años atrás en un atraco en una librería de viejo, que tendrá que llevar su alter ego, Estíbaliz Ruiz de Gauna, ante la ausencia del inspector.

Entre medias, la escritora juega con la dualidad entre ángel y demonio a partir de un personaje desconocido que le va dejando figuras de ángeles a su protagonista. "La figura del ángel es uno de esos personajes que te crecen y que le da un poco el tono a toda la novela —precisa— y te da una pincelada muy específica de un tipo de veneciano: el aristócrata culto que tienen una manera particular de resolver las cosas. Esa parte me gusta porque para un thriller te permite bastante holgura de trama". ¿El ángel es un protector o es un asesino? Se plantea la autora. "En el fondo es como esa dualidad que existe siempre en Venecia: estas metiéndote siempre en un callejón que puede ser bueno o malo".

En medio de tanto giro, Venecia se transforma en un escenario perfecto. "No solo por la ciudad en sí, sino también por ese contraste que tiene muy evidente entre opulencia y decadencia. Le pasa a otras ciudades como Cuba. Es una ciudad que, como digo en la novela, tiene mucho de dama anciana y bella, pero aristocrática, que se mantiene en pie pese al paso de los siglos manteniendo todo ese esplendor muy particular que tiene que ver con el arte, la belleza y la cultura".

Venecia, resume la escritora, tiene, como las máscaras de su carnaval, varias caras. "Está la Venecia de los venecianos con una problemática muy concreta, el tema de los precios, es una ciudad de la que se calcula que el último veneciano nacerá en 2045. Es decir, se van a extinguir. Hay una farmacia en la ciudad con un contador del censo de Venecia que actualiza cada día. Y cada día Venecia pierde entre 5 o 6 ciudadanos. Ellos dependen del turismo pero ya no pueden vivir aquí. Es una ciudad que se está volviendo muy inasequible para los mismos venecianos". Pero, por el otro lado, está la otra Venecia, sostiene. La que dejamos atrás tras el brillo del agua en el barco. "La Venecia que es el escenario de película", remata. A ella llega Kraken en esta nueva aventura.