Sergio Ramírez

Sergio Ramírez Daniel Hidalgo

Letras La Penúltima

Sergio Ramírez: "Las dictaduras en Nicaragua son historias trágicas, pero con finales felices"

Exiliado en España antes de que Daniel Ortega llegase a encarcelarle, vuelve al relato tras seis años de ausencia con 'Ese día cayó en domingo' (Alfaguara).

13 septiembre, 2022 02:31

¿Qué libro está leyendo estos días?

La lengua absuelta, las memorias de infancia de Elías Canetti. El retrato que hace de su madre es magistral.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

El tedio, o la decepción. A pesar de todo, no lo hago demasiado temprano y sólo lo devuelvo al estante tras un período de gracia.

¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?

Me encantaría con William Faulkner. Pero tal como lo retratan los hermanos Coen en Barton Fink, no creo que hubiera ido posible.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

Vaya coincidencias, Genoveva de Brabante, el mismo que menciona Proust.

¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche...?

Generalmente libros de verdad, leo sobre todo hasta un poco pasada la medianoche. Pero en los aviones y en los trenes, prefiero la tableta.

Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Los libros, encontrarme con una oferta variada de libros en las librerías de San José cuando llegué a vivir a Costa Rica en 1964. Un tomo de Aguilar de casi 2000 páginas con todas las novelas de Dostoievski, empastado en cuero, costaba menos de dos euros. Eso le cambia la vida a cualquiera que quiera ser escritor.

Con Ese día cayó en domingo regresa al relato: ¿no hay géneros menores sino historias mayores?

Es muy cierto y lo supe desde que empecé a escribir y quería ser sólo cuentista. Los grandes cuentos los examinaba al trasluz como piedras preciosas bien talladas. En un cuento se puede apreciar la perfección. Una gran novela puede tener malas páginas. Un gran cuento no.

¿Alguno de estos cuentos encierra el germen de una futura novela?

Creo que no. En una novela puede haber muchos cuentos, como nos enseñó Cervantes, pero un cuento difícilmente evoluciona en algo más extenso. Se cierra en sí mismo.

Imagine el final de la dictadura de Ortega, ¿será una tragedia, una comedia bufa, un thriller quizá?

Ya viví un momento parecido, cuando cayó Somoza. Son historias trágicas con finales felices. Ahora esperaría que la película ya no vuelva a repetirse.
Tras la persecución contra los intelectuales, la prensa y la oposición, le ha llegado el turno a la Iglesia.

¿Queda alguien en Nicaragua libre de coacciones?

Construir otra vez un modelo como el de Cuba en estos tiempos es tarea difícil, pero lo están logrando. Es como inventar el teléfono de magneto en tiempos del teléfono inteligente. Se puede inventar lo obsoleto.

¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?

Muchísimo, pero me llevo mejor con la pintura que con las instalaciones, salvo excepciones como las de Cristina Iglesias o las de Bill Viola.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

De Lucian Freud. De Armando Morales, el pintor nicaragüense, que es de los grandes, tenía en mi casa de Managua.

¿Qué música escucha en casa?

Cuando escribo, sobre todo Schubert, el quinteto para cuerdas. O el triple concierto de Beethoven.

¿Cuál es la película que ha visto más veces?

El padrino. Cualquiera de sus tres partes.

¿Se ha “enganchado” a alguna serie de televisión?

Peaky Blinders. Me parece un tratamiento profundo y diferente del mal.

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

Me hace reflexionar, y me ofrece lecturas de lo que escribo que yo no había hecho.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Nunca me he sentido un extraño en España. Yo era de aquí antes de llegar a vivir como ahora. Eso de la Madre Patria no es un cuento, existe. Ser de allá y ser de aquí, de ida y vuelta y de vuelta y venida bienvenido.