Carrère y Herralde en la fiesta del 50º aniversario de Anagrama en septiembre de 2019. Foto: Maria Teresa Slanzi

Carrère y Herralde en la fiesta del 50º aniversario de Anagrama en septiembre de 2019. Foto: Maria Teresa Slanzi

Letras

Carrère y Herralde, una amistad más allá de la literatura

Recién proclamado ganador del Princesa de Asturias, el escritor tuvo unas afectuosas palabras para el veterano editor, al que le unen más de dos décadas de trabajo. El Cultural los reúne

22 junio, 2021 09:05

La semana pasada, exultante tras saberse ganador del Princesa de Asturias de las Letras, el escritor francés Emmanuel Carrère (París, 1957) compartió con El Cultural estas palabras: “Este premio tiene sin duda tiene mucho que ver con la lealtad y perseverancia de mi admirable editor. Tuve la suerte de tratar durante mucho tiempo con Jorge Herralde. ¡No es poco! Es la encarnación de lo que representa un gran editor. Verdaderamente comparto el premio con Herralde, Lali Gubern, Silvia Sesé y toda la casa Anagrama”.

Este afectuoso reconocimiento del autor galo demuestra la solidez de una relación que se prolonga desde hace más de dos décadas, aunque los antecedentes hay que buscarlos todavía más atrás. En 1993, un Jorge Herralde (Barcelona, 1936) ávido lector de literatura francesa ya escribió un escueto fax al autor interesándose por su biografía de Philip K. Dick Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. “Estamos interesados en su nuevo libro. Le pedimos amablemente que nos otorgue una opción para el área lingüística en español. Envíe también una copia de lectura. Atentamente”. Y aunque en aquella ocasión no cristalizaría la publicación de un libro que Anagrama integró en su catálogo en 2017, tras aquel contacto tan sumamente formal las bases estaban sentadas.

“Contacté con Carrère mucho antes de publicarlo, sí”, recuerda Herralde al teléfono. “Siempre he seguido con mucho interés la literatura francesa y, de hecho, era amigo del editor de Emmanuel. Cuando recibimos El adversario —publicado en España en el año 2000— me quedé maravillado, porque era una novela tan diferente, una obra maestra indiscutible”, valora el editor. “A partir de ahí hemos publicado todas sus obras e incluso recuperamos sus primeras novelas, de ficción, digamos, y sus artículos, que muestran un autor muy desconocido para el gran público”.

“Considero a Jorge mi amigo, y una de las cosas que impulsan a escribir es la necesidad de que me lea”. Emmanuel Carrère

Algo que Herralde refrendaría en una carta enviada en 2011 al fallecido Rafael Chirbes: “Diría que quizás es el mejor de los escritores franceses de la actualidad. Si ya El adversario y De vidas ajenas eran buenísimas, su obra cumbre es Limónov, una novela completamente magistral”.

Editar toda una obra

En el caso de Carrère, que se confiesa gran admirador de Anagrama desde siempre, “sobre todo por Roberto Bolaño, uno de mis mitos literarios”, entrar en la editorial fue, asegura a El Cultural desde París, “un pensamiento agradable, reconfortante en momentos de duda. Miré el catálogo y me dije a mí mismo: ‘Estoy ahí’”. Pero pronto, apunta, más que el sello, pesó la propia figura del editor. “Es una gran oportunidad en la vida de un escritor conocer a un editor que no solo publica un libro, y luego tal vez otro, y luego más libros si el anterior no se ha vendido, sino que publica una obra. Esa palabra enfática, que evitas usar tú mismo, pero en la que algunos editores como Jorge te dejarán creer”, reflexiona.

“Herralde, al igual que mi editor francés, —mi amigo, mi hermano, Paul Otchakovsky-Laurens, que murió hace tres años dejándonos a sus autores huérfanos— fundó su editorial y asume con orgullo su gusto, su subjetividad. Ha construido, en cincuenta años, el que es sin duda el catálogo europeo más bonito”, opina Carrère, que define a Herralde como “un bon vivant, en un sentido amplio, cuando va al restaurante, pero también degustando buena literatura. Siente el placer de leer como algo erótico”.

La comparación no es peregrina, pues ha sido en torno a una mesa donde ambos han forjado una camaradería especial que va más allá de la mutua admiración profesional. “Muy pronto, al placer de ser autor de Anagrama, un poco abstracto, se unió a otro muy concreto, ir a Barcelona cuando aparecía uno de mis libros”, confiesa Carrère, que guarda un gran recuerdo de las comidas con Herralde y su mujer, Lali Gubern. “Jorge y Lali se encuentran entre las personas más amables y generosas que conozco, y también entre las más divertidas. Herralde, no solo es el gran e impresionante Herralde, sino también Jorge, este hombre tan cálido, tan divertido, tan travieso, que tanto me encanta visitar junto a su esposa. Los admiro y amo, y agradezco a El Cultural por darme esta oportunidad de saludarlos y abrazarlos”.

"Eso que cuenta de sus episodios depresivos y debe ocurrir cuando no se le ve, porque siempre está más contento que unas pajarillas”. Jorge Herralde

Por su parte, Herralde refrenda que “la relación, más allá del trabajo, es óptima. Diría que somos compinches, en realidad. Tras las presentaciones de sus libros en Barcelona siempre nos íbamos a comer con Lali y con la gente de la editorial y disfrutábamos de amenas y divertidas sobremesas. Es un gran conversador, atento y solícito. Eso que cuenta en sus libros de sus episodios depresivos y su trato difícil debe ocurrir solo cuando no se le ve, porque siempre que hemos coincidido está más contento que unas pajarillas”, bromea el editor. "En los últimos años, además, hemos coincidió en otros sitios, como el Salón del Libro de París, donde montamos una buena con Jean Echenoz, amigo común o en Formentor, cuando participó en las Conversaciones Literarias, y lo pasamos muy bien, disfrutamos mucho”.

Un reencuentro en Oviedo

“No solo considero a Jorge Herralde mi editor español, sino mi editor a secas, mi amigo, y una de las cosas que me impulsan a escribir un libro es la necesidad que él lo lea, y que le guste, y escuchar las cosas divertidas, profundas y cariñosas que va a decirme”, asegura afectuoso Carrère. Un cariño que se puede ver en los correos que intercambiaron tras ganar Carrère en 2017 el Premio FIL de Literatura.

Solo me riñe cuando dirijo películas. Cuando estuve preparando Le Quai de Ouistreham, basado en el libro de Florence Aubenas, sobre la Francia del paro que ha dado pie a los chalecos amarillos —que se estrena en el país galo este 2021— y le hablaba de ella, Herralde se desesperaba: ‘¡Acaba con eso rápido y ponte a escribir!’, me gritaba”.

El último encuentro entre escritor y editor, que ambos consideran que tarda demasiado en repetirse, fue en septiembre de 2017, cuando Anagrama celebró sus primeros 50 años de vida con una fiesta que reunió a la flor y nata de la literatura mundial. La ocasión la brinda ahora nada menos que todo un Princesa de Asturias que, para el editor, “es un gran reconocimiento para Emmanuel porque el pedigrí de este premio, lo importante de un galardón, que es ver quién lo ha ganado; es apabullante. Él está naturalmente muy contento y confío en que disfrutemos de la entrega, porque no hemos podido vernos en dos años, y ya es hora de que me demuestre de nuevo lo mal bailarín que es”, concluye jocoso Herralde.

1-12-2017

Cher Emmanuel:

Leí los cientos de artículos y entrevistas que protagonizaste en Guadalajara, Carrère Superstar. Me dijeron que te lo pasaste muy bien. Felicidades.

Jorge

1-12-2017

Gracias por tu mensaje, querido Jorge, y por el comunicado de prensa que lo acompaña.

Esta semana en Guadalajara ha sido genial, embriagadora, casi demasiado embriagadora, literalmente (tequila) y figurativamente (masiva descarga de gratificación narcisista). No me siento infeliz, de todos modos, de encontrar el continente y la vida normal.

Honores, honores… pero el primero de esos honores es ser autor de Anagrama. Gracias, desde hace 17 años, por tu confianza, por tu lealtad, por tu amistad.

Te beso a ti, Lali y a ti.

13-12-2017

Cher Emmanuel.

Acabamos de llegar de Estocolmo para acompañar y felicitar a nuestro querido Ishiguro junto a otras editoriales extranjeras.

Te esperamos en Barcelona pronto.

Un abrazo

Jorge y Lali

P.D.: Adjunta encontrarás una pequeña nota premonitoria del Nobel que enviamos, en 1989, a Ishiguro después de ganar el Premio Booker.