Jesús-Carrasco.-Foto-Iván-Giménez

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Letras

Jesús Carrasco, estampas de familia y responsabilidad

En 'Llévame a casa' el escritor Carrasco revela un admirable poder en la recreación moral de la mente. Crudeza y emocionalidad se conjugan en una extraordinaria novela psicológica

15 febrero, 2021 09:18

Llévame a casa
Jesús Carrasco
Seix Barral. Barcelona, 2021. 320 páginas. 19,90 €. Ebook: 9,99 €

A ritmo pausado ha ido dando a conocer Jesús Carrasco (Olivenza, 1972) una obra narrativa que ha suscitado bastante entusiasmo por el extraño mundo recreado. El éxito de los dos primeros libros, Intemperie (2013) y La tierra que pisamos (2016), debió mucho, creo, a un tratamiento simbólico que se resolvía en auténticas alegorías y a una radical artificiosidad anecdótica. Su nuevo título, Llévame a casa, parece suponer, en cambio, una entera palinodia de la escritura anterior. Ahora Carrasco se decanta por un relato sencillo, directo, transparente; su nuevo trabajo es una narración psicologista convencional, una historia de traumáticas relaciones familiares contada con el limpio trazo de las exploraciones tradicionales en los comportamientos humanos. El giro no significa, sin embargo, una ruptura absoluta. Afecta a la forma, pero mantiene un fondo unitario con las anteriores preocupaciones del autor porque de nuevo éste aborda la cuestión del enraizamiento de las personas con la tierra, con su tierra.

Carrasco cuenta una historia corriente en la que representa situaciones comunes de nuestro tiempo, lo cual no quiere decir que carezca de toda la fuerza posible de un caso particular. El joven Juan abandonó su pueblo natal, un imaginario Cruces localizado en una geografía verista toledana, por un prurito de independencia. La escapatoria supuso la ruptura con los padres y sustituyó la continuidad en el trabajo familiar por humildes ocupaciones de emigrante laboral en Edimburgo. Implicó la confrontación con la hermana, quien le acusa de haberse desentendido de los suyos, aunque ella también vive lejos y está volcada en una próspera actividad científica. La muerte del padre motiva un viaje de corta duración pero el descubrimiento de la enfermedad mental de la madre dilatará sine die el regreso a Escocia frustrando su entero proyecto vital. Un emotivo y poético desenlace condensa la rectificación biográfica de Juan.

No es habitual encontrar en nuestras novelas de hoy una múltiple estampa humana tan fina, tan verdadera

Llévame a casa está repleta de buenas intuiciones narrativas. La materia anecdótica es excelente. Conjuga sucesos del presente y del pasado con un agudo sentir de la memoria y de la temporalidad. Aunque el careo sañudo entre hermanos y las relaciones familiares antiguas apuntan a motivos genéricos (cainismo, rencores larvados, egoísmos, intransigencias, culpabilidad), esta vertiente especulativa se ahorma en un puntilloso realismo verista: nombres exactos de diversas localidades; detalles costumbristas del pueblo; descripciones documentales del tanatorio, el entierro o visitas médicas. En esta misma dirección, particular mérito tiene la inserción del retrato espiritual en un contexto social y económico preciso propio de la literatura de observación: el trabajo en una fábrica del padre, la actividad del taller de puertas donde luego se ocupó, las penurias profesionales de los emigrantes, el boom desarrollista y la posterior crisis financiera.

Todo ello le proporciona una dimensión personal y original a una estricta narración de interiores mentales y emocionales. Carrasco presenta una magnifica galería de personajes: Juan y su familia, en primer lugar, más otros pocos —un amigo de infancia, un empleado del padre—, todos construidos con penetración. No es habitual encontrar en nuestras novelas de hoy una múltiple estampa humana tan fina, tan atenta a los matices, tan verdadera. Carrasco revela admirable poder en la recreación moral de la mente. Ello se proyecta en una cumplida estampa familiar que conecta tanto con un asunto clásico, la continuidad de la estirpe que obsesionaba a Clarín, como con una aguda problemática de nuestro tiempo. Crudeza y emocionalidad se conjugan en una extraordinaria novela psicológica.