Image: Las cartas marcadas de las hermanas Mitford

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Letras

Las cartas marcadas de las hermanas Mitford

18 noviembre, 2016 01:00

Unity, Tom, Deborah, Diana, Jessica, Nancy y Pamela Mitford en Oxfordshire (1935)

¿Qué pueden tener en común una escritora de éxito (Nancy), una terrateniente (Pamela), una bella ama de casa (Diana), una nazi fascinada por Hitler (Unity), una comunista (Jessica) que huirá con su amor para combatir por la República en la guerra civil española, y una aristócrata y mujer de negocios (Deborah)? Todo, porque hablamos de las Mitford, seis legendarias hermanas nacidas en Inglaterra a comienzos del siglo XX, cuyas vidas reflejan muchas de las aventuras y tragedias de su tiempo. Hijas de lord Redesdale, hasta la más sensata resultaba extravagante y sorprendente según José Carlos Llop, que las retrata en el prólogo a La caza del amor, de Nancy Mitford, como mujeres “modernas en formas y aspecto, y tradicionales en el origen familiar”. Lo más sorprendente, explica, es que todas escribieron, ya fuesen novelas, panfletos políticos, periodismo o autobiografía, todas fueron en sí mismas “una novela extraordinaria” y cada una “encierra también una o varias novelas”.

“Alguien llamado Himmler [...] quería enseñarnos algunos campos de concentración, pero ¿para qué?”, escribe Nancy a su hermana Diana

Parte de esas novelas se escribe en Las Mitford. Cartas entre seis hermanas, la correspondencia que acaba de lanzar Tres Hermanas, en edición de Charlotte Mosley (nuera de Diana Mitford) y versión de Andrés Barba y Carmen M. Cáceres. En realidad se conservan más de 12.000 cartas, de las que este volumen de casi 800 páginas recoge algo más de un cinco por ciento. Su editora española, Cristina Pineda, descubrió la edición inglesa en la biblioteca de sus padres y se enamoró de ella porque “las Mitford eran maravillosas, sensibles, bienhumoradas y de gustos refinados”. Por su parte, los traductores destacan que todas fueron educadas por sus padres, a los que apodaban Muv y Farve, para ser “buenas esposas de hombres conservadores, pero no se dieron cuenta de que su propia personalidad paradójica, oscilante y en cierto modo severa generó como respuesta en las hijas una actitud audaz y una gran ambición por salir de casa y tener protagonismo”. Unity se instaló en Alemania e intimó con Hitler. No fue el único contacto con los nazis de las hermanas. El 29 de junio Nancy le explica a Unity que “Alguien llamado Himmler nos ha invitado a pasar un tiempo en su casa, se ha ofrecido a pagar los billetes y todo, pero no podemos porque iremos a Venecia. [...] Supongo que el hombre ha leído mi libro y desea divertirse un rato con la ingeniosa autora. En realidad quería enseñarnos algunos campos de concentración, pero ¿para qué? Sólo para que pueda escribir un libro cómico sobre el asunto”. En febrero de 1936, Unity comenta a Diana que ha vuelto a ver a su amigo Hitler, que “ha hablado mucho sobre Inglaterra & Alemania, y ha dicho que dentro de 2 años el ejército alemán será el más fuerte, no sólo de Europa sino del mundo. ¿No es maravilloso?”.
“Según Lucien Freud el cuadro va muy bien, aunque me parece que es poco más que un amasijo de pintura marrón”,

comenta Deborah a Diana

Dado su entusiasmo, era cuestión de tiempo que Unity y Jessica se pelearan (hacía años que la misma Jessica no se hablaba con Diana por lo mismo). Otra consecuencia: cuando Inglaterra declaró la guerra a Alemania, Unity se pegó un tiro en la cabeza y sufrió daños irreversibles. Diana, por su parte, fue encarcelada por traición gracias a Nancy, que la acusó de ser “extremadamente peligrosa”. Claro que la novelista también denunció a Pamela, por “antisemita, antidemocrática y pesimista” y Jessica pidió a Churchill que Diana siguiese en la la cárcel para no traicionar a los luchadores antifascistas. Las cartas, sin embargo, no reflejan estas mezquindades sino que dan cuenta de acontecimientos literarios y sociales. Así, Diana le recomienda a Nancy en 1946 que asista a una representación de La casa de Bernarda Alba, de Lorca, porque “es nuestra historia con Muv [su madre].” Por su parte, Deborah le explica a Diana en agosto de 1957 que Evelyn Waugh “es un viejo malhumorado” y en octubre de 1958 que “según el artista [Lucien Freud], el cuadro va muy bien, pero cada vez que echo una mirada furtiva me parece que es poco más que un amasijo de pintura marrón en la zona de la frente y un contorno, vagamente trazado, con dos ojitos minúsculos y una boca enorme”. Es también Deborah quien revela a Nancy, el 13 de enero de 1961, que debe ir con su marido “a la coronación de Jack Kennedy” (en sus memorias reconoció una aventura con el presidente). Sí, anécdotas y personajes como Isabel II, Cecil Beaton, De Gaulle, Maya Angelou , Katherine Graham, Simone de Beauvoir o Evelyn Waugh se suceden en estas páginas, pero lo importante, como subrayan Barba y Carmen Cáceres, es “la novela familiar que se ve detrás, la metamorfosis de los vínculos entre seis mujeres con mucha personalidad, el desarrollo de sus complicidades, la creación de su léxico familiar y la batalla para imponer una versión oficial de la familia”. Al final, si la editora Cristina Pineda tuviera que elegir a una hermana, optaría por Deborah, “porque fue el eje de la familia cuando sus padres murieron” mientras los traductores dudan entre Jessica y Muv, “una mujer excéntrica pero de un sentido común aplastante y muy valiente, uno de los personajes más alucinantes del epistolario”. @nmazancot