Image: El desencanto de Nacho Vegas

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Letras

El desencanto de Nacho Vegas

Carlos Prieto retrata al cantautor indie que se rebeló contra la inercia de los años 90

3 diciembre, 2012 01:00

Nacho Vegas. Foto: Luis de las Alas


El periodista Carlos Prieto traza en 'Cajas de música difíciles de parar o el desencanto de Nacho Vegas' (Lengua de trapo) un retrato de este músico indie y del contexto en el que surgió, en unos años 90 que no apreciaba las letras existenciales ni la modernidad. Nacho Vegas se rebeló contra todo eso con su honestidad, escapando de las contradicciones del indie pero topándose con la heroína y la popularidad, mientras su disco 'Cajas de música difíciles de parar' se convertía en un hito del rock español. El libro se presenta este lunes en la Fnac de Callao.


El padre

La historia de la relación de Nacho Vegas con su padre, en la que se cruza la Reconversión industrial, la crisis de la izquierda, el legado de Leonard Cohen y el miedo a acabar repitiendo los errores paternos, demuestra hasta qué punto son inseparables lo personal y lo político. También nos ofrece una posible respuesta al enigma del tímido que, a contracorriente de su generación, decidió compartir sus conflictos con el público.

A Nacho Vegas el conflicto le estalló en casa, en plena cara, no tuvo la oportunidad de mirar hacia otro lado. Las incoherencias políticas del cabeza de familia, su dejadez suicida, su herencia en forma de inestabilidad sentimental... Un cóctel de conflictos que alimentó su carrera en solitario. El conflicto como gasolina musical. «Mi padre es como un fantasma que siempre me acompaña. Quizá por eso sigo tocando El ángel Simón, la piedra angular de mi primer disco y quizá de toda mi carrera», contó a Rolling Stone en 2009.

El ángel Simón
Simón, desde que te fuiste tengo que decir
que, la verdad, no estamos nada mal sin ti.
También es cierto que podríamos estar mejor
pero, ya ves, las buenas cosas mueren bajo el sol.
Y ahora es la memoria mi guía
porque, eso sí, pienso en ti cada día,
desde aquella mañana de agosto
reinventada hasta la saciedad,
sin lograr encontrar nada de nada,
ni una explicación ni un porqué
al que poderme aferrar.
Y ahora no sé por qué
Viene a mi mente el colchón
que tuvimos que bajar Javi y yo a la basura,
sin poder dejar de mirar esa mancha oscura
que allí nos dejaste como herencia y recuerdo
antes de partir en tu último viaje,
probablemente al infierno.

Nacho Vegas incluyó su particular copla a la muerte de su padre («El ángel Simón») en su disco de debut: Actos inexplicables. El ángel se llamaba Simón González. Como director general de Trabajo del Gobierno autonómico asturiano (1987-1991) tuvo que lidiar con uno de los conflictos más duros de la reconversión industrial: el de la fábrica gijonesa de camisas IKE. Entre 1984 y 1994 las trabajadoras de IKE llevaron a cabo una monumental resistencia contra el cierre de su empresa que incluyo quemas de barricadas, acoso callejero a políticos, ocupación de edificios públicos y un encierro de ¡4 años! en su fábrica.

Su jefa era Paz Fernández Felgueroso, que fue consejera de Industria, carcelera mayor [secretaria de Estado de Asuntos Penitenciarios entre 1993 y 1996 con Felipe González] y alcaldesa de Gijón [1999-2011]. Mi padre, que venía del PC y del PSP, lo pasó mal con lo de IKE. Las trabajadoras le insultaban por la calle. Se agobió y llegó a presentar la dimisión, pero luego nos contó que Felgueroso no se la había aceptado. Bueno, si quieres dimitir, dimites, ¿no?... [N. V.]

O Simón González como metáfora de las gigantescas contradicciones políticas que arrastraba la izquierda española desde la Transición.

Nacho Vegas escribió un libro de relatos y poemas en la época en que compuso Cajas de música. Una mezcla de autobiografía y ficción llamada Política de hechos consumados (Palmart, 2004). En el relato «El ángel Simón» recordaba así a su padre:

Había militado en el partido comunista antes de entrar en el PSOE, poco después de que estos llegaran al gobierno. Abandonó varias amistades, adquirió otras nuevas y conservó alguna. Se sentía afín a esas ideas de progresismo de fin de siglo promovidas por una izquierda descafeinada. Había sido trabajador en la siderurgia y sindicalista, y cuando llegó al Gobierno del Principado se encontró con que era objeto de amenazas telefónicas por parte de otros trabajadores que le responsabilizaban de encontrarse en la calle cuando las empresas para las que trabajaban cerraban o reducían drásticamente sus plantillas. A mi madre le escupieron en la calle en una ocasión. Cambiamos de número de teléfono y hubo una temporada en la que tuvimos a dos policías apostados enfrente de nuestra casa. [N. V., Política de hechos consumados.]

No obstante, la Reconversión cambió la cara de una ciudad, que fue dejando atrás poco a poco su conflictivo pasado industrial y obrero. Bienvenidos a los noventa.

Yo era más moderado que mi hermano [Xabel Vegas, futuro batería de Manta Ray]. Conocí algunos de los conflictos de la Reconversión por él. Fui en cualquier caso consciente de cómo fueron cambiando los barrios obreros de Gijón -el Natahoyo y la Calzada- con la llegada de Tini Areces. Los amigos que vivían ahí me contaban que en los ochenta los vecinos apoyaban a los trabajadores de los astilleros cuando ponían barricadas y cortaban el tráfico, y que a los policías no les servían el café en los bares. Llegados los noventa, el Ayuntamiento comenzó a maquillar el centro de Gijón y a presionar para que las protestas fueran vistas como problemas de orden público, cosas de vándalos. En los noventa la gente de Gijón dejó de tener las cosas claras. Igual ya no hacía falta quemar neumáticos o romper cristales. La lucha sindical cayó un poco en el descrédito. Coincidió con el inicio del indie. Un momento de desentenderse de todo y del que me siento un poco cómplice. Un proceso que se ha arrastrado hasta hace dos días... [N. V.]

Éramos una familia de izquierdas... con unos valores que parecía que se quedaban en nada. Mi hermano Xabel, que militaba en Griesca y Liberación [organizaciones de extrema izquierda], se peleaba con mi padre. La posición política de Xabel era opuesta a la que se suponía entonces que era de izquierdas, la izquierda oficial, el PSOE, mi padre. Visto en perspectiva, el felipismo del 92 provocó un agujero más grande de lo que pensábamos. Ya no existía una izquierda con posibilidades de gobernar, pero entonces pocos eran conscientes. El PSOE, aun manchado por la corrupción, no dejaba de ser el PSOE. Ahora se ve más claro que el PSOE ya no era un partido de izquierdas, aunque todavía haya gente que no lo vea. La degeneración del PSOE no provocó una politización crítica en la sociedad, sino que derivó en una salida reaccionaria: «yo paso de política porque la política es una mierda». [N. V.]

La generación de Simón González presumió de derribar a Franco, renunció a la ruptura en favor del consenso y saboreó las mieles del poder democrático. Pero tras dejar su alto cargo en el Gobierno de Asturias, no siguió la senda triunfadora de otros socialistas ochenteros, entre la beautiful people y el consejo de administración. Su paso por el PSOE ni le convirtió en un ganador ni le evitó sumergirse en un pozo negro del que ya no saldría...

Nacho Vegas tenía 19 años cuando ocurrió esto:

En 1994, mi padre tenía 48 años. Murió una noche de verano mientras dormía. En aquel momento de su vida se encontraba solo y completamente arruinado. [N. V., Política de hechos consumados.]

Simón González montó un negocio de gestión de gastos de empresas tras dejar el Gobierno. Se arruinó. Murió de un ataque al corazón. Le encontraron en su piso tres días después. Se había separado de su mujer en 1991. «Lo cierto era que no me gustaba nada escuchar sus gritos y discusiones desde la cama, y no tardé en percatarme de que en realidad sí quería que él se fuera de casa», se lee en el relato «El ángel Simón».

Mi padre «se dejó morir», aseguró Vegas en la revista Rolling Stone en 2009.