Image: Vida perra y muerte súbita

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Letras

Vida perra y muerte súbita

HISTORIA FRECUENTE DE UN LIBRO CUALQUIERA, EN PRIMERA PERSONA

23 mayo, 2001 02:00

Feria de Libros

Al margen de firmas y ventas milmillonarias, el libro es el protagonista -a veces clandestino- de la Feria del Libro. Por eso, EL CULTURAL quiere hoy trazar la historia de uno cualquiera, desde que un editor recibe el original de un autor, desconocido o no, hasta que entra en casa de un lector, regresa al almacén o acaba saldado. Y lo hace de la mano de un editor que es librero y autor y que conoce, por tanto, los entresijos de esta aventura de papel: Abelardo Linares.

Quizá la historia de un libro concreto, en el que teníamos gran fe como editores, pueda explicar, mejor que nada, los problemas de la edición española. Me refiero a un libro de gran calidad y escaso éxito comercial: Flor de cananas, de Vicente Tortajada, la primera novela de un excelente poeta del que habíamos publicado algunos libros de poesía y traducciones.

Hace años le había prestado a Tortajada las memorias de Pedro Vallina, un médico sevillano anarquista, publicadas en Venezuela. Vicente quedó fascinado por el personaje, que había sido amigo de Malatesta y de muchos anarquistas, algunos de los cuales, por ejemplo, habían tenido que ver con el atentado contra Alfonso XIII. Vallina fue, en los años 20, muy popular en Sevilla. Estaba tan horrorizado por las condiciones de insalubridad que organizó huelgas y tras la guerra civil se exilió en México, donde murió. Fue la suya una vida apasionante, que Tortajada decidió reconstruir a través de los recuerdos de un amigo del médico, de origen irlandés, llamado Federico Padilla O"Farrell, en el Nueva York de los años cincuenta.

Cuando Tortajada terminó de escribirlo me ofreció el libro, pero yo le recomendé que buscase un editor grande que hiciese viable la obra, que la promocionase, porque además nosotros, hasta ese momento, sólo editábamos poesía. No le convencí. Debo recordar que cuando nació, Renacimiento era una editorial pequeña y que ahora, después de casi veinticinco años, sigue siendo una "pequeña editorial". Por eso pienso que más que pequeña ha salido enana y aun algo raquítica. últimamente publico cada año entre 20 y 30 libros y tres revistas literarias: "Renacimiento", "Nadie parecía" y "Sin embargo". Originales de "espontáneos" recibo pocos, cuatro o cinco al mes, muy raramente de mérito literario. Como editor, mi casi única guía es mi general gusto literario y mi ideal, hacer coincidir al lector que he sido con el editor que quisiera ser. Quizá por eso, Tortajada me convenció para que le publicase el libro.

En general, el problema es que se aceptan muchos más libros de los que pueden editarse en un tiempo razonable (razonable para el autor, que quieren verlo en la calle mañana mismo). Desde que un libro se acepta hasta que sale de la imprenta pasan no menos de seis meses y no más de dos años en los casos de mayor dificultad o complejidad. Los libros se corrigen y maquetan aquí en Renacimiento, al cuidado de Hipólito G. Navarro y de vez en cuando Abel Feu echa un mano en las correcciones de pruebas si no bastan las del autor. Eso quiere decir que los responsables de las erratas somos el autor y nosotros y la falta de erratas (si eso existiera, los ángeles celestes). En el caso de Flor de cananas, diseñamos con cuidado la portada, inspirada en la bandera anarquista y escogimos una ilustración -lo hice yo mismo- de Sim, el dibujante anarquista.

Publicamos dos mil ejemplares del libro, con muchísima ilusión, pero en vano: hemos vendido trescientos ejemplares y sólo EL CULTURAL se ocupó de él. Hoy tengo buena parte de la edición en el almacén. Y eso que Renacimiento no tiene una sola distribución nacional sino una docena de distribuidoras regionales, las más importantes "Antonio Machado Libros" y "Unidisa" (también "Les Punxes" pero sólo para la colección "Biblioteca del Exilio"). Las distribuidoras que distribuyen Renacimiento son excelentes, de las mejores del país. Sin embargo, lo cierto es que tienen un plazo determinado para devolver lo que consideran "exceso de almacén": generalmente nuestros libros y los de otras editoriales menores. Además, creo que rasean por abajo. Me explico: como generalmente editamos poesía nos consideran menores, y ya no nos llevan a los Vips, a los crisoles ni a las grandes superficies. Y, cuando llegas como editor, jamás colocan tus libros en sitios nobles, sólo en lugares perdidos y por poco tiempo.

Hoy en día sólo se distribuye bien lo que bien se vende y librerías y distribuidores -ambas con márgenes comerciales muy ajustados- no tienen más remedio que ajustarse a la realidad del "mundo". Lo que quiere decir que mis libros no llegan a más de 150 ó 200 librerías en toda España y que esas librerías que aceptan mis libros en servicio de novedad suelen devolver los no vendidos en un plazo entre uno y tres meses. Los libros no distribuidos (hoy en día no se pueden distribuir "todos" los libros editados, pero tampoco imprimir menos porque el precio de solapa sería entonces altísimo) y los devueltos regresan al almacén donde, por lo que veo, crecen y aún se multiplican. Pero eso no me preocupa demasiado gracias a ser yo también librero de viejo.

Y lo siento, pero no, no me arrepiento. Todo lo contario. Estoy muy seguro y contento de haber publicado la novela de Tortajada y lamento que por ser una editorial pequeña no haya convencido a los lectores para que lo lean. No saben lo que se pierden. Pero no pierdo la esperanza: quizá pronto llegue su hora y alcancé su destino, el destino ideal de todos los libros, que no es muy distinto de lo que puede pasarle a una persona: el llegar viejo, el llegar a libro viejo, con cierta dignidad por supuesto.