Una escena de 'Historia de una escalera' durante los ensayos. Foto: Javier Naval

Una escena de 'Historia de una escalera' durante los ensayos. Foto: Javier Naval

Teatro

Regresa 'Historia de una escalera' 76 años después: la gran obra de Buero Vallejo sobre "la era del dolor"

Por primera vez desde su estreno en 1949, esta obra que retrata la vida española durante la primera mitad del siglo XX, vuelve al Teatro Español de la mano de Helena Pimenta.

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Escrita entre 1947 y 1948, Historia de una escalera se estrenó por primera vez el 14 de octubre de 1949, en plena dictadura franquista. Lo hizo en el Teatro Español, dirigida por Cayetano Luca de Tena. Premio Lope de Vega, era la primera obra publicada de Antonio Buero Vallejo –aunque ya había escrito antes En la ardiente oscuridad–, pero el éxito de aquel estreno dejó entrever inmediatamente que se convertiría en una de las obras esenciales de nuestra literatura dramática.

Tres cuartos de siglo después, de vuelta a ese rellano donde los relatos de sus vecinos van pasando a través del tiempo, la obra regresa, por primera vez desde entonces y bajo la dirección de Helena Pimenta (Salamanca, 1955), al mismo espacio madrileño del 24 de enero al 30 de marzo. “La magia de volver parece convocar a los duendes del teatro”, nos dice. 

Con o sin duendes, lo cierto es que la obra de Buero Vallejo ya fue en su época una auténtica revolución. “En un momento tan complicado para la sociedad como la posguerra, volver la mirada hacia las personas más humildes y reflexionar sobre sus vidas, su cotidianidad y sus anhelos, fue algo extraordinario –cuenta Pimenta a El Cultural–. También desde el punto de vista temático fue muy novedoso, tiene una estructura muy matemática y perfecta”.

Un momento de 'Historia de una escalera'. Foto: Javier Naval

Un momento de 'Historia de una escalera'. Foto: Javier Naval

Algo que se vio reforzado por la elección de ese espacio de paso, el gran protagonista, “ese no lugar que es la escalera donde ocurre toda la acción. Tiene una tensión verdaderamente extraña porque es ahí donde se revela la historia de la privacidad o de lo público y lo hace de manera muy sintética. Verdaderamente creo que fue una revolución. La obra solo se entiende si se ve el contexto. Es una sociedad que vive en una enorme precariedad, marcada por una dictadura y por la falta de todo. Entre otras cosas, de futuro”.

Escrita durante el franquismo, bajo la censura, Historia de una escalera dice mucho más por lo que calla, señala Pimenta. “Es muy importante negociar con eso en la obra porque ser muy evidente cuando el autor no lo ha sido sería hacerle un invento. Él ha encontrado el arte de no ser explícito en algunas cosas y eso es muy llamativo. Para nosotros esa mirada sobre una sociedad doliente es algo importantísimo, pero es la cotidianidad de esos vecinos, esos seres que son víctimas de sus propias acciones y del contexto en el que viven, lo fundamental”.

Con un elenco formado por 17 intérpretes, Pimenta, que ha renunciado a otros proyectos para centrarse en este, confiesa que, aunque uno nunca parte de cero, no ha tomado ninguna referencia a la hora de llevarlo a escena. “He tratado de escuchar la obra, lo que contaba, no imponer nada sobre ella”.

Desde ahí, lógicamente, el espacio escenográfico está relacionado con esa escalera tan protagonista. “Imposible no pensar en poner una escalera de vecinos, aunque uno a veces se cree que puede ir por encima. Es un artefacto que sirve para contar la historia y también para crear sugerencias y evocaciones poéticas actuales. Por lo demás, hemos hecho una dramaturgia que nos conecta con los duendes teatrales del pasado”.

"Buero no hablaba de odios, tenía una mirada muy humana, muy conciliadora, y eso nos sirve hoy". Helena Pimenta

Ambientada en esos años convulsos de la primavera de 1919, el otoño de 1929 y el invierno de 1949, Buero Vallejo nos habla del paso del tiempo. “En realidad hace un recorrido por su propia vida con la mirada en el 49. Y lo que prevalece es una mirada triste. Él lo llama la era del dolor”, comparte. Algo que se ha traspasado al escenario. “Hemos estado todo el tiempo muy afectados por el dolor que aparece en la obra. Pero a la vez, hay una enorme ternura. Él creía en la esperanza a través de la tragedia. Es decir, en que la contemplación de los hechos es la que nos permite avanzar”.

Bajo esa premisa, las pequeñas historias de familias en una comunidad de vecinos humilde que nos cuenta el dramaturgo tienen resonancias en nuestro presente. “Es nuestra memoria. Buero decía algo así como que su teatro no dejaba de rastrear la realidad de los hombres desgarrados entre sus limitaciones y anhelosAdemás tenía una mirada muy humana –subraya Pimenta–. Muy conciliadora. No hablaba de odios. Y esa reflexión sobre una etapa tan difícil, esa mezcla entre la responsabilidad del contexto y del ser humano sobre su destino, nos sirve hoy”.

Historia de una escalera trata sobre temas fundamentales como el amor, la traición, la lealtad, la amistad o la relación entre distintas generaciones. “Es un compendio entre emociones y pasiones humanas. Sobre todo esta idea de la libertad y el destino del hombre y hasta dónde hay que ser responsable del propio destino”.

Con todo, y pese al éxito de aquel primer título, o precisamente por él, Buero Vallejo llegó a aburrirse de que le preguntaran por él. “Más adelante dice que ya está un poco cansado de ser el autor de Historia de una escalera, que ha escrito mucho más”. Después vendrían El tragaluz, El sueño de la razón o La Fundación. “Por supuesto que hace obras mucho más maduras y, seguramente, más importantes para él, pero esta primera con la que se dio a conocer es extraordinaria”, concluye la directora.