Una escena de 'El teatro de las locas'. Foto: Luz Soria

Una escena de 'El teatro de las locas'. Foto: Luz Soria

Teatro

'El teatro de las locas' pone en cuestión el papel dado a la mujer en la histeria y la locura

La directora y dramaturga Lola Blasco sube al Teatro María Guerrero una ácida comedia que reflexiona sobre el sadismo y la crueldad ejercida con quien se sale de la norma.

22 febrero, 2024 02:01

Libros como Histeria: lecciones del martes, de Jean-Martin Charcot, La invención de la histeria, de Didi Huberman, Historia de la locura, de Michel Foucault, y, por supuesto, Marat/Sade, de Peter Weiss, han inspirado El teatro de las locas, texto y dirección de Lola Blasco que, a partir del 23 de febrero, podrá verse en el Teatro María Guerrero.

Fue el encierro vírico del 2020 lo que llevó a la autora de Siglo mío, bestia mía a reflexionar sobre otro gran confinamiento, el que tuvo lugar en el hospital universitario de La Salpêtrière antes y después de la Revolución Francesa.

“Tal como señala Foucault, el hospital se convirtió en un lugar de exclusión. Se usó como prisión para prostitutas, alcohólicas, huérfanas, lesbianas, gordas, libertinas, etc. Fue una caza de brujas. Tras la revolución y la matanza de algunas de estas mujeres en plena calle, las enfermas mentales fueron adquiriendo pequeños derechos y empezó a ponerse de moda el ir a ver “a las locas” como si fuera un espectáculo”, señala a El Cultural Blasco sobre unos sucesos que, dice, también ocurrieron en España.

“El arte es un acto de resistencia contra la opresión y la ignorancia”.
Lola Blasco

Es el caso también del hospital donde estuvo encerrada Camille Claudel, donde murió, precisa la dramaturga, pese a que su informe médico señalaba que estaría mejor con su familia: “He leído además las cartas que mandaban los locos del manicomio de Leganés, cartas que nunca fueron enviadas y que, por tanto, no tuvieron respuesta. Procesar todo esto es lo más difícil que he hecho, creativamente hablando, hasta la fecha. Por eso he intentado hacer una comedia”.

El teatro de las locas quiere ser un espectáculo sobre la locura como patología, pero también sobre cómo el término ha ido asociado a lo que se entiende como femenino. Por eso, el equipo de Blasco, con Luis Crespo al cargo de la escenografía, se ha centrado en la fascinación que produjo la tortura en directo a los pacientes aquejados de histeria, en su mayoría mujeres. Todo, barnizado con buenas dosis de humor negro que se encargan de interpretar Alda Lozano, María Pizarro, Nieves Soria, Alberto Velasco y Pepa Zaragoza.

Blasco, que se encuentra trabajando en el libreto de la ópera Ignots a partir de la novela Ignot, de Manuel Baixauli, con música de Voro García, hace referencia a la frase de su texto “en contra de la opinión general, de las tendencias artísticas, del sentido del gusto y del decoro” para definir la arriesgada puesta en escena.

Parece inevitable buscar antecedentes de El teatro de las locas en el Marat/Sade de Peter Weiss pese a que Blasco se reconoce también en otros autores. Además de los mencionados, ha buscado en la obra de Jean Genet, Thomas Mann, Peter Brook, Antonin Artaud, Bertolt Brecht e incluso en la de Shakespeare y Cervantes.

“Respecto a Weiss, le diré que más que su Marat/Sade, que está ahí, claro, me ha interesado casi más La estética de la resistencia. Lo leí cuando empecé a hacer teatro y he vuelto sobre él ahora. Así es como he recuperado la ilusión que me llevó a la escena, porque el arte es un acto de resistencia contra la opresión y contra la ignorancia. Precisamente el arte está ahí para que no se produzcan las cazas de brujas con total discriminación. Vengan de donde vengan. El arte debe estar ahí para dejar una semilla para las nuevas generaciones”.

Los estados de depresión y locura, tan comunes en estos días, constituyen, según la autora, el estado más lúcido al que podemos acceder, porque, sentencia, para no estar deprimido habría que no tener ni ojos ni oídos: “Y considero también que el delirio, el arte y las ficciones son las únicas salidas a las que podemos agarrarnos”. La cuestión es quién sufre más este tipo de patologías mentales: “Las han sufrido por igual hombres y mujeres. Otra cosa es lo que se ha considerado normal o no, qué está dentro o no de lo que la norma impone”.

“A las mujeres se nos ha querido excluir de la historia, se nos ha querido silenciar –añade–. Por ello, en cuanto nos hemos salido de la norma se nos ha tachado de locas sin serlo. También los hombres con rasgos que consideramos ‘afeminados’ han sufrido esta mortificación. Una cosa es la locura en términos patológicos y otra cosa es la representación de la locura o la desviación de la norma”.

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El teatro de las locas no lleva el sello de una época. Explica su directora que podría suceder ahora, en el puritanismo del siglo XIX o en la Edad Media: “Los seres humanos no evolucionamos, ni cambiamos tanto como creemos. La gran mayoría de las personas ha sufrido alguna dolencia mental en algún momento o convive a diario con ella. Poner encima de la mesa este tema me parece importante. No he escrito una obra histórica. No tiene sentido”.