César Camino y Manuela Velasco en 'La bella Dorotea', de Miguel Mihura, en el montaje de Amelia Ochandiano. Foto: José Alberto Puertas

César Camino y Manuela Velasco en 'La bella Dorotea', de Miguel Mihura, en el montaje de Amelia Ochandiano. Foto: José Alberto Puertas

Teatro

Mihura hinca su aguijón en el Teatro Español

La acidez, el absurdo y el romanticismo del dramaturgo vuelven a Madrid de la mano de Amelia Ochandiano con 'La bella Dorotea'. 

30 marzo, 2022 02:03

Buenas noticias procedentes del Teatro Español de Natalia Menéndez. Programar a Mihura en estos tiempos no es fácil. Menos aún interpretarlo y actualizarlo como lo ha hecho Amelia Ochandiano (Madrid, 1960) con La bella Dorotea, una de las obras importantes del dramaturgo madrileño junto a títulos como ¡Sublime decisión!, Maribel y la extraña familia, Tres sombreros de copa, Ninette y un señor de Murcia y El caso de la mujer asesinadita, esta última estrenada en el Teatro Isabel la Católica de Granada en 2008 por la propia Ochandiano y Teatro de la Danza.

“Admiro a los personajes femeninos de las obras de Mihura. No creo que fuera misógino”. Amelia Ochandiano 

El autor de las comedias ácidas, de la crítica social, de la melancolía, del juego escénico, del absurdo, de los aguijonazos a diestro y siniestro, del romanticismo más o menos explícito y de la compasión por el diferente será interpretado en esta ocasión por Manuela Velasco (Dorotea), Raúl Fernández (José Rivadavia), Rocío Marín (Rosa), César Camino (Juan), Mariona Terés (Benita), María José Hipólito (Inés) y Belén Ponce de León (Remedios).

En este montaje, que se estrenará el 30 de marzo, veremos a una Dorotea que, como otras protagonistas de Mihura (Maribel, Paula, Florita...), lucha por conservar su dignidad a pesar de las circunstancias sociales en las que se ve envuelta.

Lucidez y comprensión

Nos la encontramos en un pueblo del norte de España en la década de los 70. Es hija de uno de los hombres más ricos del lugar. Inadaptada y rebelde ante el provincianismo que encorseta su vida, es plantada por su novio (Fermín) en la boda debido a su incapacidad para soportar esa presión social. Dorotea hará la promesa de no quitarse el vestido de novia hasta que encuentre a alguien con quien culminar lo que había comenzado. Unos forasteros llegarán al pueblo y darán un vuelco a su vida... y a la capacidad de sorpresa de los espectadores.

“Es una mirada llena de lucidez y comprensión”, señala la directora. “Admiro a los personajes femeninos en la obra de Mihura. En muchas ocasiones se le ha tildado de misógino pero creo firmemente que no es cierto. Reparte críticas a hombres y mujeres sin piedad de forma políticamente incorrecta, pero desde luego, y a pesar de la época en la que se desarrolla gran parte de su producción, los personajes de mujer son muy potentes. Las protagonistas absolutas de la mayoría de sus títulos son mujeres incomprendidas que rompen con lo establecido. Son personajes escritos para mujeres en un mundo de hombres sin cabida en la sociedad que les ha tocado vivir y que siguen aún intactos para hacernos reír y para observarnos de cerca”.

Aires nuevos

Ochandiano ha elegido situar la obra en los primeros años setenta porque, reconoce, en esa década aparecieron en escena mujeres y hombres dispuestos a cambiar las cosas: “Las ventanas, que ya no cerraban igual, dejaban entrar aires que anticipaban tiempos mejores. Han pasado cincuenta años y, a pesar de que hay características comunes que por desgracia han permanecido casi igual, muchas cosas han cambiado gracias al ejemplo de personajes como el que protagoniza La bella Dorotea”.

No se han realizado muchas versiones de la obra en nuestros escenarios (una deuda más con Mihura). Quizá la más importante, y la primera, fue la que él mismo dirigió en 1963 en el Teatro de la Comedia encabezando el reparto Ana María Ventura (fallecida recientemente) y Ángel Picazo. En 1999 el Gayarre de Pamplona acogió un montaje de Martín Ferrer con Concha Goyanes al frente y en 2005 sería Victoria Vera quien encarnara a la valiente novia de Mihura en el Romea de Murcia bajo la dirección de Antonio Corencia. “Es un autor que hay que ponerlo en escena de manera constante e incorporarlo a las nuevas generaciones”, concluye Ochandiano.