Clarence Clemons y Bruce Springsteen en la portada del disco 'Born To Run'.

Clarence Clemons y Bruce Springsteen en la portada del disco 'Born To Run'.

Música

'Born To Run', el disco imposible que Springsteen arrojó a una piscina y consagró a Clarence Clemons

Se cumplen 50 años del álbum que, con solo 25 años, llevó al Boss y a la E Street Band al estrellato y marcó para siempre su sonido y sus letras.

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Un éxito suena como si siempre hubiese estado ahí y como si nunca hubieses oído nada igual. Escuchar Born to Run (1975) medio siglo después produce exactamente esa sensación.

Obra de un jovencísimo Bruce Springsteen (Nueva Jersey, 1949), que llegaba a su tercer disco con dos trabajos (The Wild, the Innocent & the E Street Shuffle y Greetings from Asbury Park, N.J, 1973) aplaudidos por la crítica pero poco exitosos comercialmente.

Por este nuevo disco, publicado el 25 de agosto de 1975 y concebido como una serie de viñetas que transcurren en un caluroso día de verano, desfilan jóvenes marginados, soñadores, amantes y amigos que huyen del asfalto aferrándose a la esperanza de un futuro distinto.

Una vitalista carrera sin meta, lejos todavía de la melancolía y el pesimismo de The River (1980) y Nebraska (1982), compuesta con un ojo puesto en la historia del rock y otro hacia el futuro.

Con el mote de "el nuevo Dylan" aún colgándole, Springsteen estaba en pleno curso acelerado y autodidacta de rock and roll de los 50 y los 60.

De Roy Orbison quería su voz aterciopelada, de Phil Spector, la ambición de su poderoso muro de sonido, y de Duane Eddy, el eco grave de su guitarra.

"Quise confeccionar un disco que sonase como el último disco en la Tierra, como el último que ibas a escuchar en tu vida, el último que necesitabas escuchar", escribe el propio Springsteen en sus memorias, apropiadamente tituladas como este disco, Born to Run (2016).

Criado en la América de Vietnam y de los asesinatos de John F. Kennedy, Martin Luther King y Malcolm X, Springsteen empezó a ser consciente de que esa era la nación sobre la que quería escribir: la de los crímenes políticos, el racismo institucionalizado y las injusticias económicas.

Aunque abordaría estos temas de forma más explícita en discos posteriores, como
Born in the U.S.A. (1984), en Born to Run ya comenzaba a insinuar la cara oculta de ese huidizo sueño americano en canciones como Thunder Road, Backstreets, Meeting Across the River y Jungleland.

"Me interesaba qué significaba ser norteamericano, un modesto participante en la historia contemporánea en una época en que el futuro parecía tan borroso y cambiante". Buena prueba de ello es el single que da título al disco, cuya composición le llevó seis meses y sonó en las radios meses antes de tener el disco completo, que tardó en gestarse más de un año.

Esto avivó la presión del artista, que obcecado y perfeccionista, quería convencer al público, y también a una discográfica que lo veía como su última oportunidad tras dos fracasos comerciales.

El artista, que defendía un sonido casi cinematográfico para el álbum, se obsesionó con transmitir a sus músicos la canción tal y como la imaginaba y se peleó con las mezclas hasta el agotamiento. "Mi obra maestra, mi última oportunidad, no iba a ninguna parte”, admitió después Springsteen en sus memorias.

También tuvo que replantearse el papel de su banda, la mítica E Street Band, tras la marcha de dos de los miembros originales, el pianista David Sancious y el baterista Ernest Carter.

Tomaron entonces el relevo dos incorporaciones que serían esenciales más tarde: Roy Bittan, al piano y teclados, y Max Weinberg, a la batería. Pero si a alguien, además de a Springsteen, consagró este disco fue a Clarence Clemons, mano derecha del Boss.

"Antes de Born to Run, Clarence era solo ese enorme y talentoso saxofonista negro que tocaba en mi banda. Tras aparecer en la portada del disco, Clarence pasó a ser el Big Man de la E Street Band. Usamos esa carátula para reinventarnos a nosotros mismos, nuestra amistad y nuestra alianza, a una escala épica", relató en sus memorias.

Portada del disco 'Born to Run'.

Portada del disco 'Born to Run'.

Su saxofón fue clave, especialmente en el solo de Jungleland, cuya grabación requirió hasta 16 horas para alcanzar el dramatismo que marcaría el álbum.

Tras Born to Run, también cambió la puesta en escena de la banda. Antes de 1975, Clemons se colocaba discretamente en el escenario, como cualquier saxofonista de club.

"Una noche me acerqué a él y le dije que aquello ya no bastaba. Podíamos usar nuestra presencia musical y visual para contar un relato, narrar una historia que en mis canciones solo se intuía. Podíamos vivirla", rememora Springsteen, quien compartió escenario con Clemons hasta su muerte en 2011.

Otro de sus grandes apoyos durante el largo proceso de gestación del disco fue el productor Jon Landau, que en 1978 asumió el puesto de mánager de Springsteen tras la conflictiva salida de Mike Appel, cargo que sigue desempeñando hoy.

Crítico de música y autor de la famosa frase "He visto el futuro del rock and roll… y se llama Bruce Springsteen", escrita tras presenciar un concierto del músico en Massachusetts en 1974, Landau fue el chute de confianza que Springsteen necesitaba, entonces sumido en la duda y el perfeccionismo.

Fue él quien ayudó a centrar las largas y caóticas sesiones de grabación, trasladando los trabajos al Record Plant de Nueva York y guiando a Bruce hacia ese sonido épico que perseguía. "Este disco es su mejor trabajo de producción en uno de mis más grandes discos", reconoce el cantante.

Pero en su momento, Springsteen seguía sin estar convencido con el resultado del disco. "Seguí forcejeando con Born to Run algunos meses más, rechazándolo, negándome a publicarlo, y finalmente arrojándolo a la piscina de un hotel ante un horrorizado Jimmy Iovine (Ex director ejecutivo de Beats Electronics). Yo solo oía los fallos que percibía en el disco", recuerda en su autobiografía.

Incluso llegó a mostrarse receloso ante el éxito del álbum una vez publicado, porque sabía que ascender a otra división podría ser demasiado para un joven de veinticinco años.

"Jon trató de explicarme pacientemente que el arte a menudo funciona de forma misteriosa. Lo que hace algo grande puede ser también una de sus debilidades, como ocurre en las personas. Y lo dejé estar".

Afortunadamente, porque el Born to Run es hoy considerado uno de los grandes discos de la historia de la música y su punto de partida. 

Tanto es así que no han faltado quienes defienden que el esperado biopic sobre el Boss que Disney estrenará en octubre, protagonizado por Jeremy Allen White, debería llevar el nombre del álbum que cambió su vida: Born to Run.

Sin embargo, se titulará Deliver Me From Nowhere y ahondará en el periodo de Nebraska, ese disco crudo y solitario, donde Springsteen exploró las sombras del sueño americano desde otro lugar y otro tiempo.