
Toshio Hosokawa, Premio Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera. Foto: Fundación BBVA
Toshio Hosokawa, Premio Fronteras: "En la música japonesa es tan importante lo que se oye como lo que no"
El compositor japonés, reconocido por la Fundación BBVA en la categoría de Música y Ópera, desgrana las claves que le han convertido en uno de los creadores más originales de su país.
Más información: Toshio Hosokawa, el compositor frontera
En la música de Toshio Hosokawa (Hiroshima, 1955) la cultura oriental se combina de manera deslumbrante con la occidental. Su dominio a la hora de acercar ambas culturas con una voz propia le ha permitido incorporar al lenguaje contemporáneo elementos de la tradición japonesa que van desde el gagaku –música de la corte imperial japonesa– y el teatro nō hasta instrumentos como el shakuhachi, el shō o el koto.
Nacido en una familia muy ligada a la cultura japonesa –su madre, una superviviente del bombardeo nuclear, tocaba el koto, y su abuelo practicaba ikebana, el arte floral tradicional– estudió piano y composición en Tokio antes de trasladarse en 1976 a Alemania, donde completó su formación musical junto a Isang Yun y Klaus Huber, quienes le impulsaron a redescubrir sus raíces japonesas.
Con una prolífica producción de más de 180 obras, su catálogo incluye hitos como Voiceless Voice in Hiroshima (1989/2001), un oratorio sobre el impacto de la bomba atómica en su ciudad natal; la obra orquestal Circulatin Ocean, estrenada por la Filarmónica de Viena en Salzburgo (2005) o Stilles Meer (2016, estrenada por Kent Nagano), ópera sobre el accidente nuclear de Fukushima y su impacto sobre la civilización y la naturaleza.
En su suave japonés nativo, traducido por un intérprete, recibe a El Cultural en el Palacio Euskalduna de Bilbao, horas antes del concierto en el que la violinista japonesa Akiko Suwanai interpretará, junto a la Euskadiko Orkestra y bajo la dirección de Fabian Panisello, su obra Genesis.
Un concierto para violín y orquesta que plasma el recorrido vital de un ser humano desde el útero y conecta los latidos de la madre con los de la naturaleza –esa segunda madre– en el tradicional homenaje a los galardonados de este año.
Pregunta. El premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera en su XVII edición se le ha concedido por el "extraordinario alcance internacional de su obra", al haber construido "un puente entre la tradición musical japonesa y la estética contemporánea occidental". ¿Cuáles han sido las claves para poder componer con libertad desde los márgenes de estas dos estéticas tan definidas?
Respuesta. La clave no está tanto en el intento de fusionar ambas tradiciones, sino en intentar buscar aquello que percibo con mayor fuerza y claridad, con el fin de intentar presentar la tradición musical japonesa, que es muy diferente a la tradición musical occidental, de manera que pueda transmitir una obra única, con una musicalidad diferente a la que todos conocemos.

Toshio Hosokawa (derecha), la violinista Akiko Suwanai y Fabián Panisello, durante el ensayo del concierto en Bilbao. Foto: Fundación BBVA
P. Su obra propone una dicotomía entre la concepción del tiempo musical occidental y oriental, lo que ha llamado "tiempo horizontal y vertical". ¿Qué diferencia hay en la forma de concebir el tiempo en ambas culturas?
R. En Europa tenemos una concepción del tiempo más horizontal, en la que sobre una superficie horizontal se construye una iglesia o una gran catedral en cuyo interior hay un infinito, un Dios. Esto podemos encontrarlo, por ejemplo, en las obras de J.S. Bach o de Bruckner.
»En Japón, la concepción del tiempo es diferente, la música nace de la nada y todo se desvanece. Es la belleza de lo efímero, lo que llamamos Mono no aware (物の哀れ), esa belleza en la que todo nace de la nada, que se crea, pero luego vuelve a desvanecerse.
P. ¿En Asia el tiempo se concibe de manera más circular?
R. Sí, mucho más circular. Por ejemplo, cuando respiramos, inspiramos y exhalamos en un proceso circular. En la meditación zen, partimos de cero, inspiramos, expulsamos el aire hasta el punto de lo que llamamos punto de la muerte, para luego desde ese punto cero repetir ese mismo proceso. Ese mismo concepto circular se aplica a su concepción del tiempo.
P. Nace en Hiroshima en 1955, 10 años después del bombardeo nuclear del Enola Gay. ¿Cómo fue para usted crecer en una ciudad pequeña junto al mar en plena reconstrucción y qué importancia ha tenido este en su obra?
R. Me gustaría comentar eso que me preguntas mañana, en mi discurso. Pero para responder a tu pregunta, por supuesto que hay una influencia de mis orígenes, no solo de Hiroshima sino también del accidente nuclear de Fukushima.
»Precisamente tengo óperas que están inspiradas en el tema nuclear y en el mar: es algo que me inspira de una forma profunda.
P. ¿Cómo fue su primer contacto con la tradición musical japonesa? ¿En su familia había interés por la música?
R. Mi madre era intérprete de koto, el arpa japonesa. Recuerdo que de pequeño pensaba: "¡Uf! ¡Qué música tan aburrida!". Pero luego, cuando marché a Alemania, empecé a recordar con nostalgia y con cariño la música que interpretaba mi madre. Hay que salir para volver a reencontrarte con tus raíces y valorar tus orígenes.
P. Estudia en Berlín con Isang Yun, quien dijo de usted que componía "una música nueva que no solo transmite un sentimiento asiático, sino que contiene pensamiento asiático, sustancia asiática". ¿Qué le influyó de él?
R. Isang Yun era una persona muy seria, pero gracias a su disciplina me he convertido en el compositor que soy. Aparte de que también mostraba mucho amor y dedicación hacia nosotros. Tenía mucho interés en temas políticos, especialmente en las relaciones entre Japón y Corea, por la ocupación japonesa de la península coreana. Todo lo que le influyó a él también me ha influido a mí posteriormente.
P. Klaus Huber, Brian Ferneyhough, Darmstadt… tuvieron una gran impronta en su formación y sus primeros pasos profesionales. ¿Cómo vivió el contraste entre su formación en Tokio y su educación alemana?
R. Los compositores con los que estudié de entonces, Klaus Huber y Brian Ferneyhough, pero también Helmut Lachenmann, con quien coincidí en Berlín como artista residente, tenían los conocimientos musicales más avanzados.
»En comparación con la tradición musical japonesa había un abismo. Pero el hecho de conocerlos y aprender de ellos me sirvió para realizar un análisis más pormenorizado y desde el exterior de la tradición musical japonesa que me permitió reinterpretarla de otra manera.

Toshio Hosokawa, este miércoles en Bilbao. Foto: Fundación BBVA
P. Su maestro Huber le anima a retornar a su país natal para fusionar lo aprendido con sus propias influencias locales, en particular el gagaku. ¿Cómo encontró su propia voz?
R. Sí y no. Aunque busqué la musicalidad japonesa de forma intencionada en el gagaku, hay algo que se surge de forma no intencionada. Cuando miro hacia atrás y reviso la música que componía cuando era estudiante, siempre encuentro algo que nace del subconsciente, algo que, sin haberlo meditado, muestra ciertos componentes japoneses o asiáticos.
P. Sus obras parecen escritas en un solo trazo. ¿Qué importancia tiene el gesto en su obra?
R. Cuando yo era estudiante aprendí caligrafía japonesa con un monje zen japonés. Cogía una hoja en blanco y el pincel, partía desde un punto e iba trazando una línea con un solo gesto. En la caligrafía japonesa, y en Japón en general, no solo es importante lo que se expresa, sino también lo que no se ve: el movimiento del trazo forma parte de la obra.
»El papel es el vacío, del vacío nace la música y luego, otra vez, la nada. Esa es la singularidad de la música japonesa: es tan importante lo que se oye como lo que no. Lo que intuimos, ese secreto que encierra lo que no se oye, también es importante.
P. ¿Cómo traslada el espíritu del nō japonés a óperas como The Maiden from the Sea?
R. El teatro nō trata de unir el mundo presente, terrenal, en el que vivimos, con el mundo del más allá, el mundo de los muertos. El protagonista de una obra de nō es un fantasma que viene del mundo de la muerte y atraviesa un puente para llegar al mundo terrenal, canta, narra, danza y, cuando apacigua un poco sus sentimientos, vuelve otra vez al más allá atravesando este puente.
»Lo que yo pretendo hacer es, utilizando elementos musicales, unir este mundo con el del más allá. Eso mismo es lo que yo busco: tender puentes entre dos mundos.
P. En una sociedad que parece prestar cada vez menos atención a la música contemporánea, ¿por qué deberíamos dedicar nuestro apoyo y tiempo a la composición?
R. Un compositor que me gusta mucho es Schubert. Él compuso muchas sinfonías que jamás llegaron a ser interpretadas, pero hoy en día todas se interpretan y son queridas y amadas por todo el mundo. Por eso pienso que una obra musical no tiene por qué interpretarse en su época y adquirir fama o notoriedad de manera inmediata: la verdadera obra de arte vive en otra dimensión y tiene éxito a su debido tiempo.