Amaia durante su concierto en el Movistar Arena el 23 de febrero. Foto: Europa Press /  Ricardo Rubio

Amaia durante su concierto en el Movistar Arena el 23 de febrero. Foto: Europa Press / Ricardo Rubio

Música

Amaia encandila al público de Madrid en un concierto con la aparición sorpresa de Aitana

Era la primera vez que la ganadora y la finalista de la novena edición de Operación Triunfo cantaban juntas en un escenario su tema 'La canción que no quiero cantarte'. 

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Ángel Mora
Publicada

Con un vestido rosa y unas botas negras hacía su aparición Amaia en el escenario del Movistar Arena de Madrid (antiguo WiZink Center) en la noche del domingo 23 de febrero. El atuendo, con cierto aire infantil que destacaba todavía más conforme la cantante daba vueltas y dejaba flotar la falda a su alrededor, contrastaba llamativamente con el calzado, de caña alta, imponente. Como si nos encontráramos con una niña que experimenta con la ropa de su madre y juega a ser mayor frente al espejo. O con una mujer que suspira recordando los tiempos en los que era una cría. O con ambas.

Es un diálogo que se puede ver atravesando toda la obra de Amaia Romero y que tiene todavía más importancia en su último disco, Si abro los ojos no es real. Un álbum onírico y dulce como solo lo es el pasado a ojos de la nostalgia. La mujer recuerda a la niña que fue y celebra el paso de un tiempo lleno de momentos maravillosos que lo son más aún porque se acaban. Es este, su tercer trabajo, el motivo por el que la ganadora de la novena edición de Operación Triunfo ha recalado en Madrid, después de presentarlo en dos conciertos consecutivos en el Sant Jordi Club de Barcelona. 

Tras un inicio con Visión —tema breve con el que asimismo se prologa su tercer álbum— ha comenzado a sonar Tocotó, una de sus nuevas canciones y posiblemente la que más evidencia esa mirada al pasado y, a su vez, señala el acusado paso del tiempo. "Corre, corre caballito", cantaba Amaia mientras simulaba el paso de un corcel de lado a lado con un gracioso movimiento de piernas a ritmo de trote. Y seguía: "Voy contra el viento / Todos me alcanzan / No llego a tiempo". La angustia de la adulta por ver cómo las horas, los días y los años se escurren de entre los dedos. Una agonía que se recrudece ante la consciencia de haber sido una niña a la que nada importaban esas cuestiones. 

Era ese el comienzo de un concierto dividido en cinco actos con un total de 27 canciones, entre las que se encontraban las 12 de Si abro los ojos no es real. También una versión de un tema conocido. Me pongo colorada de Papá Levante, tan chabacana, tan cañí, se convertía en una suerte de liturgia en boca de Amaia, que armada únicamente con su piano —y para qué más— elevaba a los cielos, con puro derroche de voz, ese "No le digas a naiden / lo mucho que te quiero", del final de la canción del año 2000. 

Con arte, oficio y su característica naturalidad Amaia convence hasta al que no es fan. Y eso que de esos tiene de sobra, y muy fieles: 17.400 almas (la capacidad máxima del recinto) se desgañitaban con cada una de las canciones que proponía la artista, fueran del nuevo álbum o de los anteriores. Hasta las paredes del Movistar Arena parecían corear los temas de la pamplonesa. Ella, mientras tanto, a lo suyo, creando una atmósfera onírica con la que transportaba a su público a un plano diferente de la realidad en el que vivir no duele.

Amaia en un momento de su concierto en el Movistar Arena el 23 de febrero de 2025. Foto: Europa Press / Ricardo Rubio

Amaia en un momento de su concierto en el Movistar Arena el 23 de febrero de 2025. Foto: Europa Press / Ricardo Rubio

Es extraño el ambiente que consigue crear Amaia Romero en sus conciertos. Encuentra felicidad en la tristeza, a la que enfrenta con un aplomo que no por firme deja de ser delicado y sensible. Sencillamente, convierte todo su alrededor en un recuerdo feliz y hace creer que el suelo no dolerá al caer. 

Logra todo esto con un conjunto de temas que no renuncian a la dulzura ni cuando el ritmo y la voz cobran más potencia. Sucede esto en Despedida, también del tercer álbum, que la cantante interpretaba en el ecuador del concierto. Es un tema dedicado a su abuela, fallecida en 2024. "Hay que celebrar la muerte como se merece porque tambien es algo precioso", decía la artista para presentar la canción, tras lo que procedía a realizar una exibición de taconeo sólido y feroz, sí, pero también cariñoso. 

En los conciertos de Barcelona Alizzz, su anterior productor con el que también cantaba, apareció por sorpresa para interpretar con ella El encuentro, tema en el que colaboran. También sonó en esta ocasión, pero esta vez con Amaia en solitario.

Ha sido al cantar otra de sus colaboraciones cuando la cantante ha cogido a todos los asistentes por sorpresa. Entonaba Amaia las primeras líneas de La canción que no quiero cantarte cuando, de súbito, lo interrumpía todo para gritar el nombre de Aitana, con la que comparte créditos en este tema. 17.000 voces se fundieron en ese momento en un único grito pasmado. Era, al fin y al cabo, la primera vez que se veía a ambas compañeras juntas de nuevo en un escenario desde los tiempos de Operación Triunfo. 

Amaia durante su concierto en el Movistar Arena el 23 de febrero de 2025. Foto: Europa Press / Ricardo Rubio

Amaia durante su concierto en el Movistar Arena el 23 de febrero de 2025. Foto: Europa Press / Ricardo Rubio

Para el quinto y último acto reservaba Amaia los que probablemente sean sus trabajos más conocidos. Yamaguchi, Tengo un pensamiento Bienvenidos al show ponían un broche de oro a una noche de ensueño. 

En alguna ocasión se ha hecho referencia al realismo mágico para describir los mundos que crea Amaia. Algo en común hay, sí, en esa capacidad de la intérprete para crear realidades tan preciosistas como las que producía García Márquez. En la obra magna del colombiano, Cien años de soledad, aparecía una tal Remedios la Bella, una joven de la dinastía de los Buendía con una inocencia y preclaridad sinigual que el resto confundía con estupidez. Un día, tendiendo las sábanas y sin previo aviso, ascendió a los cielos, reclamada por dios.

Como con esta muchacha, también muchos han hecho burla de la naturalidad y candor de Amaia, creyendo ver ignorancia. Nunca hubo tal cosa. Más bien parece que haya una clarividencia como la que existía en el personaje de Gabo. Por suerte, el altísimo no ha hecho ninguna intentona de elevarla a los cielos durante el concierto entre arpas y pianos. Tampoco hubiera sido una sorpresa.