Un impactante momento de 'Nixon en China'. Foto: Camilla Winther

Un impactante momento de 'Nixon en China'. Foto: Camilla Winther

Música

Llega al Teatro Real 'Nixon en China', una ópera geoestratégica

El coliseo madrileño estrena la obra de John Adams, en la que se evoca la histórica visita del presidente estadounidense a Mao Zedong en 1972 

16 abril, 2023 01:13

Tras la demoledora La nariz de Shostakóvich, que pone en solfa tantos valores comúnmente aceptados y que ha sido un gran éxito por diversas razones, llega al Teatro Real, este lunes 17, una obra muy distinta pero asimismo muy crítica de costumbres, situaciones políticas y hechos históricos, situada evidentemente en otro contexto: Nixon en China del norteamericano John Adams (Massachusetts, 1947).

Estamos ante un músico sólido, de raíz minimalista, con un gran dominio de la orquestación, que imprime a sus partituras algo muy poco habitual: amenidad. Lo hace tanto en el ámbito sinfónico y camerístico como en el lírico. Su música, que no rechaza lo tonal, se caracteriza por un inteligente sentido del ritmo. También manifiesta una hábil aplicación de la variación continua y una llamativa paleta tímbrica, aparte de una tremenda expresividad con el ostinato y un rica ‘cocción’ contrapuntística. Todo ello nos sirve para situar estilísticamente al autor estadounidense, que estrenó Nixon en China en Houston el año 1987.

El libreto de Alice Goodman es muy respetuoso con la historia y se sostiene en estudios muy rigurosos de múltiples documentos de la época y también de escritos teóricos salidos de la pluma del propio Mao Zedong. En principio, podría parecer que el asunto no tiene demasiado interés dramático ya que se apoya en una circunstancia de índole fundamentalmente política. Pero todo adquiere una vida inesperada gracias a la intensidad y desarrollo de las escenas, desde la que describe el jolgorio inicial hasta el abatimiento y la duda que se instalan en el tercer acto.

John Adams hace que caiga la coraza institucional tanto de Nixon como de Mao y que afloren los traumas íntimos de su pasado

Por eso las últimas escenas tienen un valor muy especial, ya que permiten a todos los personajes evocar su pasado: la larga marcha de Mao, la infancia miserable de su mujer, las experiencias de Richard Nixon durante la guerra, los orígenes de su matrimonio... Por todo ello, la obra puede calificarse de paradójica e irónica. Es curioso, por ejemplo, cómo la actitud de un personaje realmente bufo como el de Henry Kissinger, de talante sobre todo satírico, produce un efecto sorprendentemente dramático. En él, en su expresión más bárbara, se encarna realmente, la retorcida naturaleza de la presidencia de Nixon.

Puede decirse, pese a lo que parece, que estamos ante una ópera sólidamente anclada en la tradición, que, como tantas de la historia, contiene arias, conjuntos, coros y ballets. Formas para envolver de manera didáctica, crítica y dialéctica aquel momento histórico de febrero de 1972 en que Nixon es recibido por Mao en el aeropuerto de Pekín mientras las fuerzas armadas chinas cantan el catecismo maoísta (coro Soldiers of Heaven). Nixon, abstraído en sus pensamientos, saborea el triunfo planetario
y canta para sí (News has a Kind of Mystery), mientras que Kissinger hace de maestro de ceremonias.

Tanto el tejido como la pulsión rítmica o el juego contrapuntístico nos mantienen atentos y nos hacen llevar el compás de manera casi insensible. Hay secuencias muy conseguidas, como la del primer monólogo de Nixon, de acentos curiosamente rossinianos, o como aquella en la que las palabras de Mao son traducidas por un trío de secretarias. Aunque quizá lo más logrado sea la parte final, con el solo de la esposa del dictador o el concertato de todos los protagonistas. En general, existe el consenso de que lo mejor está justamente en ese tramo postrero.

En el montaje de Fulljames salen a relucir documentos relativos a la visita. Foto: C. W.

En el montaje de Fulljames salen a relucir documentos relativos a la visita. Foto: C. W.

A este respecto, es muy ilustrativo lo que comenta Joan Matabosch, director artístico del Real. Afirma que ahí se sitúa el epicentro de la obra, pues en ese momento se propone otro cambio más de perspectiva: hacer caer todas las barreras de los personajes y penetrar, a medida que la coraza diplomática se va aflojando, en la esfera de su intimidad.

“La música pierde ahora la grandilocuencia a veces bulliciosa de las escenas precedentes porque de lo que se trata es de poner de relieve lo que tienen en común ambas parejas. De repente, nos encontramos ante personajes vulnerables, humanos, agotados, que tienen dudas sobre los caminos que han escogido y sobre sus acciones del pasado, enfatizado todo ello por la inestabilidad del ‘tempo’ de la partitura, la alternancia de métricas y superposiciones polirrítmicas”.

La producción es del Teatro Real, de la Ópera de Copenhague y de la Ópera de Escocia y viene firmada por John Fulljames, que ya presentó en el Real, y con éxito, Street Scene en 2018. Haciendo uso de material iconográfico procedente de los archivos de la Fundación y el Museo Richard Nixon, sumerge al público en una original reflexión sobre el choque cultural, el ejercicio –y la soledad– del poder y sus derivas autoritarias. La historia y los personajes emergen desde los turbios rincones de un archivo de documentos históricos, entre papeles, fotografías, imágenes de películas, registros y anales. Son recursos que a veces se proyectan en pantallas.

[La nariz, una obra excesiva en todos sus aspectos]

El equipo vocal parece de garantías. Tres barítonos de naturaleza distinta encarnan a Zhou Enlai, Nixon y Kissinger (aunque este debería ser mejor un bajo): Jacques Imbrailo (recordamos su excelente Billy Budd), Leigh Melrose y Borja Quiza. El tenor Alfred Kim se mete en la piel de Mao. Las sopranos Sarah Tynan y Audrey Luna serán Pat Nixon y Madame Mao. Las tres secretarias del dirigente chino las cantarán Sandra Ferrández, Gemma Coma-Alabert y Ekaterina Antipova. En el foso, actuará Olivia Lee-Gunderman, una coreana afincada en el Teatro de Dortmund, donde es segunda directora. Los días 30 de abril y 2 de mayo cederá la batuta al joven griego Kornilios Michailidis.