Lead portrait Nick Cave by Joel Ryan

Lead portrait Nick Cave by Joel Ryan

Música

Un himno caníbal para Nick Cave

El músico australiano reúne en un libro todas sus canciones y lleva a las salas de cine la grabación de su reciente concierto en el Alexandra Palace de Londres

21 septiembre, 2020 17:10

“Crecerá, se desbordará, nena, y te mecerá/ Aunque si vas a cenar con los caníbales/ Antes o después, cariño, te van a devorar/ Pero me alegra que vinieras con tus animales/ Y que tu corazón siga lastimado e invicto/ Batiendo como un tambor”. No se necesitan muchos ejemplos para comprender la profundidad y la dimensión de las canciones de Nick Cave. Como su Himno caníbal, un soberbio paradigma de lo que es capaz de hacer con las letras este australiano de culto (Warracknabeal, 1957) convertido en una de las voces más graves e influyentes de la historia de la música reciente junto a sus inseparables The Bad Seeds (formación nacida a mediados de la década de los ochenta de las cenizas de The Birthday Party).

Recién publicado su disco Ghosteen, en el que supura aún el dolor por la muerte de su hijo Arthur en 2015, Nick Cave vuelve a estar de actualidad por la publicación de su Obra lírica completa y por la llegada a las salas de cine del concierto que ofreció el pasado mes de julio —bajo el título Idiot Prayer— en el Alexandra Palace de Londres, que en noviembre aparecerá también en formato cd y vinilo. Durante años, como señala el escritor Andrew O'Hagan en el magnífico volumen editado por Libros del Kultrum, “su evocación de lo inalcanzable, el ardor, la locura, el azar y la fatalidad de lo imprevisible han hecho trizas todos los manidos clichés habidos y por haber”. El autor de Padres nuestros lo califica como el principal orfebre de la elegía roquera contemporánea: “Nick entronca, y no oculta su deuda, con la tradición de William Blake y sus oscuros bosques, cual preclaro demiurgo de muy extrañas bestias. Las letras de sus canciones -consagradas al martirio del amor, el culto a la memoria y a la búsqueda de lo eterno- son las mejores de su generación”.

Cave, que ha recorrido todos los géneros del rock partiendo de un punk muy personal, ha parado en todas las estaciones del rock, muchas de ellas vacías y abandonadas, haciendo inventario de todos los malos augurios que se encontraba y rebuscando en las historias de su vieja y destripada Biblia. “Nacido del río/ Nacido de sus aguas turbias siempre iguales/ y cambiantes/ La vieja barca sigue deslizándose/ A través de la gran ciudad grasienta y gris”, canta en San Huck. ¿Era su voz la que elevaba el significado de lo cantado o acaso era la letra la que estaba magnificando el poderío de su entrega?, se pregunta O'Hagan. Iggy Pop, Kylie Minogue, Marianne Faithfull, Lou Reed, Leonard Cohen o Johnny Cash, entre otros muchos, sucumbieron a su oscuro lirismo y a sus historias de infortunios, tumultos y trifulcas capaces de dignificar la tristeza y de teñir de melancolía nuestra existencia. “Nada es más profundo que la tinta negra. Solo cuando se sumerge uno en la lectura de las letras del cancionero se alcanza una visión cabal de la singladura de esta mente apasionada con corazón ardiente”, sentencia el escritor, que recientemente ha publicado en Anagrama La vida secreta.

El músico australiano durante una de sus giras. Foto: Gosha Rubchinskiy.

El amor liberador, la mística de la religión o la Australia profunda (transitando la larga senda country de Dylan y el Hombre de Negro) son algunas de las columnas que sostienen la enorme altitud de sus canciones, en las que muchas veces falta oxígeno para respirar. “Siempre habrá sufrimiento/ Como agua fluye por la vida/ Poso mi mano en la suya/ A la sombra de los tilos”. El mediático e incisivo periodista británico Will Self destaca en el prólogo de este monumental cancionero que el tejido escénico de Cave es el resultado de sus profundas raíces australianas, arraigadas como las espiras de sus yemas digitales o el léxico de su idiolecto: “Aquí, en la Victoria rural, la luz es más cruda, las patas de las moscas más pegajosas y la sangre tarda más en coagular. Una atmósfera de fábula impregna el mundo evocado por el cantante y, mientras nos sumimos en una de sus letras, resulta fácil creer no solo en la plena simultaneidad temporal, sino también que esta tierra en tonos sepia va de la mano con el antiguo Israel”. Self libera a Cave de su imagen de letrista de “la desazón, la sangre y las vísceras” para destacar su ironía a tiempo completo y para definirlo como uno de los grandes escritores de amor de nuestra era: “Cada una de sus canciones está perfumada de anhelo y apesta ya a putrefacción de pérdida inminente”. Ni que decir tiene que el amor de Cave no conoce ni el sentimentalismo cursi ni el relato rosa. Todo el menú es carne cruda. “Exterminio de masas, cariño, hipocresía/ Esas cosas no me sientan bien/ ¿Puedes ver lo que yo, querida?”, canta en el Blues del matadero.

Este amor herido y profundo fluye por las venas artísticas del autor de la desgarradora Waiting for You. Él mismo lo desgaja en el texto que publica el volumen de Kultrum, una conferencia de 1999 titulada La vida secreta de la canción de amor, en la que reconoce, apoyado en sus propios escritos, que sus poemas están condicionados por la pérdida, la primera de ellas la de su padre. Para él brillan como “destellos de vida proyectados al firmamento a discreción por un hombre ahogándose". Ahí están Sad Waters, Black Hair, Lucy o Deanna para demostrarlo. “Son mis sombrías y violentas criaturas de ojos oscuros”, reconoce.  “Y luego repaso mi corazón de latón/ Por los barrotes de sus costillas”, sentencia en los versos de la primera. Algunos títulos, como West Country Girl, están escritos con el corazón abriéndose paso entre sus fauces, “consignando, a modo de inventario, el inconmensurable repertorio de matices físicos que me atrajo de una persona en particular”.

Al creador de la sublime Into My Arms se le lee, pues, siguiendo sus propias metáforas, como si fuera la autopsia de un forense. Su Himno caníbal nos come el corazón con una música elaborada sin concesiones. Sin más rito que hurgar en la herida. Golpeando como un gong, batiendo como un tambor y cantando canciones como un pájaro en una cerca. Crecerá, se desbordará y te mecerá pero jamás te dejará sin pétalos entre el azafrán. Palabra de Nick Cave.