Image: Tete Montoliu y Javier Colina

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Música

Tete Montoliu y Javier Colina

Diálogos desde el Central

13 diciembre, 2007 01:00

Montoliu y Colina, durante un ensayo en 1995

En 1995, Montoliu y Colina se reunieron en el madrileño Café Central para tocar juntos. La experiencia quedó registrada en una grabación que ahora acaba de ver la luz bajo el título Tete Montoliu & Javier Colina. 1995. El disco recoge 12 composiciones, siete de ellas de cosecha propia.

A Tete Montoliu (Barcelona, 1933-1997) siempre le gustó tocar con músicos jóvenes, porque, al igual que ellos, nunca dejó de preguntarse. Mediada la década de los 90 el pianista se encerró durante varias semanas en el madrileño Café Central junto al contrabajista navarro Javier Colina (Pamplona, 1960), sin ensayos previos ni patrones preestablecidos. A un lado del local, una leyenda con eco internacional. Al otro, un joven maestro en ciernes.

La experiencia quedó registrada en una grabación que hasta ahora sólo había circulado clandestinamente entre coleccionistas, pasando de mano en mano como si de un preciado tesoro se tratara. Hoy, diez años después del fallecimiento de Montoliu, ese material por fin sale a luz pública, con la producción artística añadida de Santiago Auserón y el sonido remasterizado. Tete Montoliu & Javier Colina. 1995 (Contrabaix/Karonte) incluye un total de nueve composiciones, cinco de ellas estándares y el resto de cosecha propia, caso de las célebres Acuarela o T’estimo tant.

En el recuerdo de aquel diálogo, a Javier Colina le asaltan un sinfín de conversaciones, intercambios musicales y enseñanzas sobre el terreno: "Tete era un improvisador nato, con él no había ninguna planificación, no había indicaciones. Y así era también como persona, ya que decía siempre lo que pensaba, para bien o para mal. Eso mucha gente lo interpretó como mal humor, pero sencillamente era una persona íntegra y cabal". Aunque ambos ya habían coincidido previamente en los proyectos discográficos de los saxofonistas Perico Sambeat y Ralph Moore, la génesis de su proyecto como pareja surgió en 1994: "Tete tocaba un agosto más en El Central, me acerqué con el contrabajo y le pregunté: Maestro, ¿puedo subir al escenario?". Bastó uno de los gestos afirmativos del pianista, con quien se citó para al año siguiente.

"Tete lo sabía todo sobre música: la armonía, el ritmo, el fraseo,… Todo. Para mí fue un privilegio tocar a su lado, aunque tuviera que ejercitar todos mis músculos, los mentales y los corporales. Es lo que tiene el formato de dúo, que o estás encima de los detalles o si no te quedas fuera. No hay posibilidad de engaño", comenta este pamplonés, madrileño de adopción. ¿Y la mayor lección aprendida? "Yo con Tete aprendí a divertirme con la música, a tocar divirtiéndome".

Algo de eso ha sobrevivido en este jazzista de ley, abogado inconcluso y padre de dos criaturas. Tras posicionarse en la primera línea de nuestro jazz como miembro del trío de Chano Domínguez, y a la vuelta de una estancia de dos años en Colombia, hoy el nombre de Javier Colina forma parte de aventuras discográficas tan exitosas como Lágrimas negras, del cantaor Diego "El Cigala", o de asociaciones tan respetuosas como las compartidas junto al también pianista Bebo Valdés, el trompetista Jerry González o añorado Compay Segundo.

Más interesado en los escenarios que en los despachos, estas ilustres colaboraciones no hacen sino subrayar la honestidad musical de Colina, quien asistió el año pasado a su primera gran oportunidad como líder gracias a la publicación del disco Si te contara (Pool Music/Galileo), con el tresero Pancho Amat como invitado.

"Yo no sé hacer productos comerciales, así que sólo emprendo proyectos propios cuando tengo algo nuevo que contar, algo que sea distinto. Si no… no me interesa", comenta Colina. Lo próximo, al margen de la actividad que genere su trío junto a Perico Sambeat y Marc Miralta, es acompañar en febrero a Chucho Valdés en el Festival de Jazz de La Habana.