Image: Christian Thielemann o la diplomacia ausente

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Música

Christian Thielemann o la diplomacia ausente

El Director General de Música de la Filarmónica de Munich de gira por España

18 noviembre, 2004 01:00

Christian Thielemann. Foto: Harald Hoffmann

Recién asumido el cargo de Director General de Música de la Filarmónica de Munich, Christian Thielemann (Berlín, 1959) comienza el 18 de noviembre en Madrid una gira con la que visitará también Valencia y Barcelona. Estará al frente de la Orquesta de la Deutsche Oper de Berlín, teatro del que ha sido titular hasta la pasada primavera. El controvertido director alemán trae a nuestro país un programa íntegramente dedicado a Wagner, en cuya música ha trabajado de forma especial.

Su fama le precede, pero no sólo la musical. Hace apenas unos días, el corresponsal de la Associated Press en Berlín le citaba como parábola de lo sucedido en las elecciones americanas (!), para explicar que las ideas de una persona no siempre definen su relación con el electorado o, en su caso, con una audiencia. En términos no específicamente encomiásticos, el cronista (Andrew Patner) anotaba que "las ideas neo-derechistas y anti-semitas de Herr Thielemann no determinan el entusiasmo del público alemán hacia su forma de hacer música".

Y es que Christian Thielemann (Berlín, 1959) no ha sido, hasta el día de hoy, un modelo de diplomacia intelectual, amén de sus incuestionables dones musicales, puestos una vez más de relieve en el pasado Festival de Bayreuth, en donde su Tannhäuser, como Justo Romero reseñó en este periódico, volvió a ser el acontecimiento artístico de la muestra wagneriana.

El joven Karajan
"El joven Karajan", como le denominan algunos -parece que a él mismo le ilusiona tal epifonema-, titular hasta la primavera última de la Deutsche Oper de Berlín con la que ahora nos vuelve a visitar, ha mantenido hasta hace poco un pleito ante la justicia alemana a través del contencioso ventilado con el portavoz del partido Democrático Socialista, Wolfgang Girnus, por un posible evento acaecido en el otoño del 2000; Girnus aseveró que, ante la entonces posible marcha de Daniel Barenboim de la Staatsoper de Berlín, Thielemann -un día adjunto del artista- habría dicho "Jetzt hat die Juderei in Berlin ein Ende", es decir, "Ahora se va a acabar lo de la judería en Berlín", delicada afirmación que Thielemann ha desmentido por activa y por pasiva, pero que, infortunadamente, parece que fue pronunciada o por él o ante su aquiescencia. Thielemann demandó a Girnus, y, aunque el pleito parecía ir a concluir hace dos años por desistimiento de las partes, la madeja se lió aún más al reclamar el juez instructor Neuhaus la comparecencia procesal del entonces intendente de la Deustche Oper, Udo Zimmermann, que a principios de este 2004 dimitió de su cargo, y del senador Christoph Stülzl, de la Unión Democrático-Cristiana, ante los cuales, se alega, fue pronunciada la ya célebre frase.

Enfrentado Udo Zimmermann a su Director Musical, su estancia en la Deutsche Oper no ha rebasado el bienio: quizá por ello, su sucesora, Kirsten Harms, de la ópera de Kiel, ha firmado contrato con la institución hasta el 2011... pero sin responsable artístico, porque Thielemann anunció en el mes de mayo su renuncia por un enfrentamiento de otra índole con su ex-mentor Barenboim, que resultaba recipiendario en su Staatsoper de mayores subvenciones financieras por parte del Senado berlinés a través del consejero cultural Thomas Flierl.

Nuevo en Munich
Esa es otra de las razones por las que Thielemann, aunque dispuesto a mantener en Berlín ciertos ineludibles compromisos que fijaba su contrato hasta el 2007, haya vuelto sus aspiraciones hacia Baviera, donde, tras un año de arduas negociaciones, va a suceder a James Levine como titular de la Filarmónica de Munich, la orquesta que fuera un día de Celibidache. Su contrato contiene cláusulas que dejan al director del Metropolitan empequeñecido: la más singular es la que establece que Thielemann podrá abandonar el puesto, con adecuada indemnización, si en algún momento la plantilla de la formación baja de 120 músicos.

Es el propio Thielemann quien ha aclarado -siempre explicaciones- que no pretende dirigir sólo la Octava de Mahler, la Quinta de Bruckner, la Sinfonía Alpina de Strauss, la Undécima de Shostakovich o la Sinfonía Gótica de Brian, sino que quiere tener la tranquilidad de poder tocar o grabar lo que quiera sin contratar refuerzos. Eso sí, en esa misma comparecencia, haciendo por enésima vez gala de las dotes de mano izquierda que le caracterizan, señaló que la Filarmónica muniquesa no necesitaba un gerente y se bastaba con un director musical, manifestación que debió llenar de júbilo (?) al hombre que le ha llevado a Munich, Bernd Gellermann, que es precisamente el gerente de la agrupación y que, bis diplomática, ha preferido guardar un prudente silencio ante las declaraciones de su pupilo. Genio y figura...