Image: Elisabeth Leonskaja

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Música

Elisabeth Leonskaja

“Los discos han quitado libertad al intérprete”

27 marzo, 2003 01:00

Elisabeth Leonskaja. Foto: M.R.

La pianista rusa Elisabeth Leonskaja es la gran protagonista del homenaje a Prokofiev que el Palau de Valencia ofrece el 28 de marzo. La Orquesta de la capital del Turia interpretará el Segundo Concierto para piano dirigida por Pinchas Steinberg. Con este motivo ha concedido una entrevista a El Cultural.

Nacida en Tiflis y formada en el Conservatorio de Moscú, Elisabeth Leonskaja está considerada como una de las intérpretes de referencia, sobre todo en el teclado ruso del siglo XX. Galardonada en varios concursos de primerísimo orden, su nombre se hizo popular por su vínculo artístico con uno de los mayores intérpretes del siglo, Sviatoslav Richter, que la consideraba como su heredera. "Recuerdo unas notas suyas donde decía una frase que me parece fundamental para abordar cualquier repertorio: hay que creer en uno mismo y en la obra que interpreta. De lo contrario nunca saldrá nada" señala vehemente.

-¿No da opción a la duda?
-A veces resulta inevitable y te sientes insegura. Pero hay que darle la vuelta a ese sentimiento y encontrar algo positivo de ello.

-¿No siente, en ocasiones, que llega a la cumbre? ¿Que alcanza un grado de comunicación mayor?
-A veces el sol pasa (se queda pensativa), de repente, ocurre el milagro. Hay como un biorritmo oculto que es independiente de uno mismo. Con el trabajo conquistas niveles más altos. Claro que hay momentos donde, por todo tu ser, percibes que estás llegando a algún sitio especial.

-¿Es el mundo del piano machista? Lo parece cuando para destacar una virtud, se dice que las mujeres tocan como hombres.
-Bueno, la interpretación no deja de ser una lectura de segunda mano y aquí las mujeres, gracias a su intuición, pueden dar en el blanco. Nunca he pensado en esta expresión. Supongo que sería peor decir que un hombre toca como una chica (se ríe con franqueza). Hablando en serio, siempre se evalúa a alguien en relación con algo. Muchas veces la manera de tocar de los hombres puede ser más suave que la de las mujeres. No me parece que tenga que ver con el sexo, sinceramente.

-¿Qué le debe a Richter?
-Mucho. Era mucho más que un pianista, todo un músico integral. Me cuesta mucho reducir su personalidad a unas palabras porque le conocí bien. Era un ídolo. En Rusia, bastaba que se anunciara un concierto suyo para que, al día siguiente, se pusiera hasta los topes.

Sobrevivir en Rusia
-Usted vivió una etapa de Rusia muy difícil que le permitirá comprender las contradicciones del pensamiento de Prokofiev.
-Era otro tipo de vida. Una época durísima. En realidad más que vivir, sobrevivíamos y nos salvábamos todos los días. El apoyo del espíritu resultaba fundamental aunque, para qué vamos a negarlo, también se fortalecía la sensibilidad.

-¿Más que en Occidente?
-En comparación con Estados Unidos o parte de Europa, claro. La buena vida es maravillosa de vivir pero puede llegar a no aportar nada. No impide, pero tampoco da. El tocar es como hablar. Hay gente capacitada para hablar muchísimo pero como el discurso refleja el pensamiento, si no hay nada debajo, se queda en mera palabrería. Les pasa a los políticos.

-¿Hay una tendencia general de tocar el piano en la actualidad?
-Es difícil generalizar. Tanto Argerich como Brendel son de nuestro tiempo y no tienen nada que ver el uno con el otro. Posiblemente el acercamiento al instrumento sea más racional y menos intuitivo. Está la presión de los discos que exige un mayor autocontrol. Antes los intérpretes tenían más libertad. Ahora no te puedes equivocar en una nota porque hasta el mayor imbécil se da cuenta. Y siempre estará el crítico que te lo recuerde.

-¿Tanta importancia les da?
-Siempre los hay que se empecinan en resaltar este tipo de tonterías. En mi opinión el crítico debe ser, ante todo, honesto y esa honestidad, en muchos casos no se encuentra. Lees críticas y no te das auténtica cuenta de cómo ha sido el concierto. Además el crítico debe ayudar a crear el gusto del público por lo que tiene una responsabilidad. Se nota en todo el mundo un descenso en la calidad de la crítica lo que no deja de tener cierto peligro.