De izquierda a derecha: Pere Méndez, Robert Seara, Daniel Miguel y Víctor Serra. Foto: Samuel Pereira

De izquierda a derecha: Pere Méndez, Robert Seara, Daniel Miguel y Víctor Serra. Foto: Samuel Pereira

Escenarios

Kebyart reescribe a Ravel: cuatro saxos catalanes sacuden París

Con diez años de trayectoria, este cuarteto catalán combina estrategia, exploración sonora y pedagogía para conquistar escenarios como el Palau de la Música.

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El pasado 8 de marzo, mientras una amalgama interracial de manifestantes se unía en la Plaza de la República para hacer frente a la desigualdad, un cuarteto de saxofones español tenía la singular oportunidad de tocar música francesa en uno de los anfiteatros más prestigiosos del mundo. "Se han alineado los astros", cuenta Kebyart, una rara avis en la proteccionista programación de la Philharmonie.

Se han agotado las entradas para el concierto con el que se sumarán al fin de semana de homenajes a Maurice Ravel por su 150 aniversario y unas horas más tarde tendrán que darlo todo. Pero eligen saltarse su habitual despertar en modo ahorro de energía para tomarse un café con El Cultural antes de acaparar todas las miradas.

Si algo caracteriza a este cuarteto de saxofones catalán nacido al calor de la ESMUC y ECHO Rising Stars 2021-22 es su impronta europea. Su saxo barítono, Daniel Miguel, lo explica así: "Somos, creo, un buen ejemplo de todo lo bueno que puede dar Europa.

Entre nuestros profesores ha habido italianos, alemanes, españoles y austriacos; nuestra agencia está en Hamburgo; hemos estudiado en Suiza; vivimos en Alemania y España; tocamos por toda Europa…".

Con esto último no exagera. Esta temporada han actuado con la Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin, en la Mozartwoche 2025 de Salzburgo, con la Junge Deutsche Philharmonie en Alemania, Luxemburgo y Suiza, en Roma y Liechtenstein por primera vez y en el Palau de la Música Catalana de Barcelona, donde acaban de anunciar su residencia artística durante las dos próximas temporadas.

Atentos a nuevas voces

"Kebyar", el término balinés que alude a la coordinación extrema de un grupo de gamelanes, es una buena metáfora de lo que este grupo catalán persigue: amplitud en el rango dinámico y flexibilidad en el sonido. Vencen el perfeccionismo con curiosidad y conectan a todos los niveles —asombra su capacidad de reacción al tocar, siempre de pie—.

Conscientes de que para integrar al cuarteto de saxofones en las salas de conciertos son imprescindibles los encargos, están "siempre pendientes de las nuevas voces de la composición", según su saxo tenor, Robert Seara, y su exploración de los timbres ya ha atraído a compositores que no habían escrito antes para su formación, como Jörg Widmann, autor de 7 Capricci (2021), la pieza que mejor los define. "Fue uno de los mejores momentos de nuestra trayectoria", recuerda su saxo soprano, Pere Méndez.

En el disco que acaban de lanzar, Unraveled (Linn Records), el reto es rendir homenaje a Ravel cuando este no dejó una sola página escrita para su formación. "Por haber escogido el saxofón a los seis años, tenemos que darle una vuelta de tuerca a todo lo que hacemos", asume Miguel.

Salvan el escollo arreglando piezas como la Pavane pour une infante défunte o Le Tombeau de Couperin, previamente orquestadas por Ravel. "Te ves más autorizado, porque el propio compositor ya ha jugado con el material. Al final te das cuenta de que las obras no son piezas de coleccionista. Son un material vivo y hay que experimentar con ellas", aclara Méndez.

En ese estudiado diálogo con el repertorio clásico también apuestan, una vez más, por la creación actual, a través de encargos como Les Perfectibilités, en la que Miquel Urquiza juega a atrapar el brillo de lo inacabado en una obra de Rameau a partir de ornamentos como la acciaccatura, o Debout, Maurice!, en la que su antiguo compañero de la ESMUC, Joan Pérez-Villegas, explora en clave de jazz las superposiciones rítmicas de un Ravel que despierta en pleno siglo XXI.

Durante estos diez años el cuarteto ha ido tomando la forma de una "pequeña cooperativa", "un trabajo de 360 grados que no te enseñan en las universidades". Era algo que les enfadaba pero, a la larga, han entendido que la mejor forma de aprender es "sobre la marcha".

"Tienes que luchar el triple para poder rellenar una temporada, tejer muchas complicidades y estar muy despierto para ver dónde puedes encajar. Tiene el mérito de hacer sostenible un trabajo que no lo es, por lo menos en España", explica Méndez, que apunta a la intermitencia en Francia como un régimen que protegería mejor a los artistas españoles.

Cuatro puntos fuertes

Para mantener ese ritmo han tenido que armarse de optimismo y entender muy bien sus puntos fuertes. Pere Méndez, sociable, muy creativo y un buen estratega, imagina nuevos repertorios y sitios donde tocar; el saxo alto, Víctor Serra, melómano y deportista, es un "tremendo pegamento dentro del cuarteto" y es el que organiza los viajes; como buen hijo de matemáticos, Robert Seara, admirador de Tarkovski, Kubrick y Paul Thomas Anderson, lleva las cuentas y se encarga junto a Serra de los arreglos, y el introspectivo Daniel Miguel, que no se cansa de explorar mundos, saca partido a su afición por la fotografía y lo tecnológico llevando las redes sociales.

"Sorprende que, con la proyección nacional e internacional que tienen, no lo hayan tocado todavía en el auditorio"

¿Su sueño? Seguir reforzando la enseñanza de la música de cámara en España —ya lo hacen en la ESMUC y la Acadèmia Mestral—; ampliar su presencia internacional; que se les asocie a referentes como Patricia Kopatchinskaja por su visión estética y su trabajo con compositores contemporáneos y, puestos a pedir, tocar en el Carnegie Hall o, por qué no, en el Auditorio Nacional de Madrid, donde sorprende que, con esa proyección nacional e internacional, no lo hayan hecho ya.