Alauda Ruiz de Azúa en el Festival de cine de San Sebastián. Foto: Unanue / Europa Press.

Alauda Ruiz de Azúa en el Festival de cine de San Sebastián. Foto: Unanue / Europa Press.

Cine Festival de San Sebastián

Ruiz de Azúa refleja en San Sebastián la polarización con un filme sobre una joven que quiere ser monja

La directora de 'Cinco lobitos' y 'Querer' arranca aplausos con 'Los domingos', la odisea de una joven que se topa con la incomprensión y la intolerancia de su familia. 

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Corren malos tiempos para el diálogo, en los que parece que cada vez será más difícil debatir… y abrazarse. Tiempos de polarización política y falta de empatía en los que cada vez parece más difícil escuchar y ponerse en el lugar del otro.

Ayer mismo, en Estados Unidos, el multitudinario funeral de Charlie Kirk dejó claro las brechas pero también algún atisbo de perdón y sanación.

En un cine español que siempre ha tenido tendencia a la lección moral, Los domingos de Alauda Ruiz de Azúa destaca por plantear más preguntas que respuestas.

A un lado, Ainara (Blanca Soroa), una adolescente huérfana de madre que provoca un drama familiar cuando anuncia que quiere hacerse monja. Al otro, su padre (Miguel Garcés) y, sobre todo, su tía Maite (Patricia López Arnaiz), quien no oculta su desprecio por la Iglesia, a la que considera manipuladora y falsa.

Recibida con una ovación en San Sebastián, Alauda Ruiz de Azúa presentó Los domingos, su tercer largometraje tras Cinco lobitos y Querer.

La directora vasca, que se ha consolidado como una de las voces más vibrantes del cine español reciente, regresa con una historia que toca una fibra inesperada. ¿Hacerse monja es el nuevo punk o la perdida protagonista acaba “engañada” por una secta?

El punto de partida surgió hace muchos años ha explicado Ruiz de Azúa en rueda de prensa: “La historia nace de una anécdota que me pasó de joven, de una chica que tuvo vocación religiosa y que ingresó en una orden. Me llamó mucho la atención que alguien de mi edad tomara una decisión tan radical y siempre me generó muchísima curiosidad”.


La actriz Blanca Soroa; la directora Alauda Ruiz de Azúa y la actriz Patricia López Arnaiz, durante la presentación de ‘Los Domingos’ en el Festival de Cine de San Sebastián,

La actriz Blanca Soroa; la directora Alauda Ruiz de Azúa y la actriz Patricia López Arnaiz, durante la presentación de ‘Los Domingos’ en el Festival de Cine de San Sebastián,


Esa impresión permaneció en su memoria hasta que, tras el éxito de Cinco lobitos, sintió que había llegado el momento de enfrentarse a un tema tan delicado.

"Entendí que podía abordarlo desde el ángulo de la familia, porque un adolescente que se plantea una decisión así me iba a permitir hablar de fragilidades y de convicciones que creemos férreas y que de repente un adolescente puede poner en tela de juicio. Me lancé a documentarme, a investigar cómo era una vocación religiosa en el 2025". 

La protagonista de Los domingos es Ainara (Blanca Soroa), una joven huérfana de madre que poco a poco, casi con vergüenza y temor, va convenciéndose de su vocación religiosa. "He construido la película con unos puntos de vista muy extremos, empezando por el de Ainara y el de Maite", ha explicado la directora. “He intentado mantener cierta distancia, pero a la vez escribir y construir esos personajes con mucha intensidad, llevarlos al extremo”.
Esa tensión le permitía, además, hablar de la adolescencia en toda su complejidad. "Es un momento muy delicado. Empiezas a sentir cosas muy adultas, muy intensas, no sé si siempre las traduces bien, pero se sienten muy reales. Y en un momento determinado, esa vulnerabilidad te puede llevar a una necesidad de afecto o a sentirte especial, a un sitio que no esperabas", ha señalado.

"Yo he intentado construir la película desde esa tensión de que el espectador tenga que dilucidar si la vocación de Ainara es un sentimiento genuino o algo influido por el mundo adulto, tanto por sus carencias familiares como por el entorno religioso".  


En torno a la familia

Para Ruiz de Azúa, la película conecta con sus dos títulos anteriores porque vuelve a situar a la familia en el centro. "Son distintas, pero dentro del universo de la familia hay algo común", ha apuntado.

"Nos empeñamos mucho en mantener la familia, tenemos interiorizado que ha de ser un refugio, un sitio de amor, de paz, de encuentro, como el último apoyo. Y no siempre es así, o no siempre es fácil que eso se construya desde ahí. Esa fragilidad estaba en Cinco lobitos, en Querer y también en Los domingos".

En la película, esa fragilidad se hace visible en torno a la mesa familiar. Cada domingo, los personajes se reúnen en casa de la abuela.

"Incluso tenemos personajes como Iñaki y Maite, que si se vieran por la calle seguramente se caerían mal, pero en la película son dos hermanos que se siguen viendo", ha contado Ruiz de Azúa. "Creo que todos los personajes enfrentan la misma pregunta: hasta dónde mantener esa familia, qué renuncias y qué esfuerzos se pueden aceptar para sostenerla".

El trasfondo del filme es, sin embargo, una España atravesada por tensiones ideológicas. En un tiempo en el que la conversación pública se ha convertido en trincheras, Ruiz de Azúa quiso reivindicar el espacio del debate.

"La película nace con vocación de generar conversación y de generar debate, no combate", ha subrayado. "He intentado ser rigurosa, entender a todos los personajes, no caer en maniqueísmos ni ridiculizar a nadie. Quería que el espectador saque sus propias conclusiones".

La directora recordó que la religión sigue teniendo un lugar en la vida social y cultural española. “Es un tema que todavía genera debate. La religión católica forma parte de nuestra realidad en distintos grados y con distintas sensibilidades”, ha afirmado. Y ha añadido una imagen llamativa: "El otro día veía a Karol G cantando en el Vaticano, y pensé: este es el mundo en el que vivimos, lleno de contrastes".

Incertidumbre como rasgo

El final de Los domingos refleja esa intención de quedarse en el terreno de lo humano. "Desde la primera versión del guion la película siempre ha terminado con Maite”, ha revelado Ruiz de Azúa. "Me interesaba quedarme con los que permanecen en la incertidumbre, en las relaciones imperfectas, en el amor terrenal. Ese es el mundo en el que estamos todos”.

Para la directora, ese desenlace encierra incluso una nota de esperanza: "Es bonito quedarse con los que siguen peleando con lo que tienen, los que dudan si cruzar o no un paso de cebra, los que piensan qué van a hacer con su pareja o con su familia. Es un mundo lleno de incertidumbre, pero es nuestro mundo".

Ruiz de Azúa ha insistido en que su intención era abrir preguntas más que dar respuestas. "Creo que es una película de preguntas complejas, que requieren conversación", ha asegurado. “Me interesaba también el tipo de pregunta que implica cuánto nos impide nuestra superioridad moral poder llegar a entender al otro. Esa pregunta la puedes aplicar a cualquier personaje de la película. Y de repente descubres que hay sitios donde ellos conectan".


Ruiz de Azúa ha reconocido que para ella lo importante no era retratar la fe como dogma, sino como experiencia vital. "He intentado mostrar lo que significa una vocación en la adolescencia hoy. No es tanto un retrato de la religión en abstracto, sino cómo la vive alguien vulnerable, en un contexto familiar y social concreto".
Con Los domingos, la cineasta consolida una trayectoria en la que el núcleo familiar vuelve a ser un laboratorio donde se ponen a prueba convicciones, heridas y lealtades. Pero también lanza un espejo incómodo a una sociedad donde las trincheras ideológicas se endurecen.

"Lo que me interesa es que el espectador salga de la sala con ganas de hablar, de discutir, de compartir lo que ha visto”, ha concluido."No quería cerrar nada, sino abrir la posibilidad del diálogo".