Gia Coppola. Foto: Vertigo Films

Gia Coppola. Foto: Vertigo Films

Cine

Gia Coppola estrena 'The Last Showgirl': "Pamela Anderson es nuestra Marilyn Monroe"

Nieta de Francis y sobrina de Sofia, la más joven del clan Coppola estrena un drama crepuscular en el que reivindica a la actriz de 'Los vigilantes de la playa' y “el destello y la confusión” de Las Vegas.

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A Gia Coppola (Los Ángeles, California, Estados Unidos, 1987) siempre le ha atraído el impacto visual de Las Vegas, “su mezcla entre el destello y la confusión”. Durante años ha curioseado por este parque de atracciones para adultos, metáfora del consumismo, tomando fotografías y preguntándose por la vida cotidiana de sus empleados.

Este próximo 14 de marzo, la más joven del clan Coppola en ponerse tras la cámara estrena su homenaje a la ciudad del pecado, The Last Showgirl. En el último Festival de San Sebastián, este drama crepuscular de hechuras indies se alzó con el Premio Especial del Jurado al elenco, liderado por una reinventada Pamela Anderson.

Pregunta. ¿Por qué resultan tan atractivos para el cine los personajes en los márgenes de Las Vegas?

Respuesta. Porque nos gusta mirar detrás del telón y descubrir qué sucede entre bastidores. Es muy interesante reparar en que el símbolo de Las Vegas es una bailarina erótica, pero el tipo de espectáculo que vemos en la película ya no se programa. Así que, para poder reproducir aquel universo en el diseño de producción y en la dirección de arte, tuve que aprender sobre el más antiguo y conocido de ellos: Jubilee!

»Ahora sé que el total de plumas que utilizaban alcanzaba un coste de un millón de dólares y que los sets eran tan grandiosos que no se podían sacar del escenario: la única manera era demolerlos, tirando abajo el edificio del teatro. Ha sido una forma de entender la parte humana detrás de la ilusión que es Las Vegas, de cómo es la vida cotidiana en este lugar tan atípico.

P. De hecho, esta película podría ser perfectamente una secuela de Showgirls (Paul Verhoeven, 1995). ¿La tuvo en mente durante el proceso creativo?

R. Adoro esa película, pero es una representación diferente del mundo real de las coristas. Normalmente investigo en mis largometrajes, pero para este en concreto, tiré de fotografías. Siempre he querido rodar una película sobre Las Vegas, me resulta una ciudad tan bella como triste. Hay un crítico de arte llamado Dave Hickey que se acercó a estos espectáculos entendiéndolos como una forma de arte. También mantuve muchas entrevistas con showgirls, que compartieron conmigo el significado íntimo de desempeñar este oficio y que reivindican su lugar entre las diferentes formas de baile. Esta película trata de abrazar la nostalgia.

P. ¿Cree que funciona como una metáfora del fin del cine rodado en película?

R. Sí, hay muchos paralelismos en lo que se refiere al gusto y a la evolución hacia las nuevas tecnologías en cualquier medio, pero especialmente en el cine. The Last Showgirl está rodada en 16 milímetros. Soy una gran creyente y amante de las tradiciones, pero al mismo tiempo, me intriga el futuro y también quiero adaptarme a él. En este caso rodamos en película porque es una forma de acompañar el viaje de su protagonista, Shelley, que ama el vestuario y la ambientación de entonces. Resultaba apropiado para el tono del filme.

Pamela Anderson, en 'The Last Showgirl'

Pamela Anderson, en 'The Last Showgirl'

P. ¿El sentido de una obra de arte pasa por su éxito de público o por la sensación de trabajo bien hecho?

R. Es una pregunta que se sigue redefiniendo. ¿Ha de tener el arte un público para ser satisfactorio o gratificante? Hago cine para expresarme y como forma de terapia, pero también espero que la recompensa sea inspirar a otras personas cuando vean mis películas, que encuentren una conexión. Eso se convierte en una especie de adicción, porque sientes que solo vale la pena crear si alguien responde a tu propuesta y le haces sentir menos sola.

Dirigir leyendas

P. Durante mucho tiempo se le resistía una actriz protagonista para este proyecto sobre una corista veterana en el ocaso de su oficio. ¿Qué le hizo decantarse por Pamela Anderson?

R. Cuando vi el documental Pamela Anderson: una historia de amor, lo que me encontré fue a nuestra Marilyn moderna. Nadie más podía interpretar este papel. Me interesaba mucho como ser humano y cuando la conocí descubrí a una artista llena de creatividad y deseosa de expresarse a través de la interpretación. Pamela guarda muchos elementos en común con su personaje, Shelley, en especial esa voracidad por mostrarse bajo una luz diferente a la que nos han tenido acostumbrados los focos.

P. Toda la expectación está puesta en Pamela, pero en el elenco también destaca una actriz veterana que para el rodaje acababa de alzarse con su primer Oscar, Jamie Lee Curtis.

R. ¿Cómo diriges a una leyenda así? Tiene tanta experiencia... Y sin embargo, durante el rodaje fue una más en el equipo. Se sentaba en el set entre tomas y ayudaba a establecer el tono. Solo dispusimos de 18 días para filmar la película, pero se forjó una confortable sensación de comunidad. Cuando terminábamos de rodar, íbamos a casa de Pamela y nos preparaba una sopa de verduras increíble.

P. En la película se explora la culpa que despierta la maternidad. ¿En qué medida ha influido la suya propia durante la elaboración de la película?

R. Siempre me siento atraída por las historias sobre relaciones maternofiliales. Fui criada en un hogar monoparental por mi madre, así que entiendo la complejidad de este tipo de vínculo. He plasmado el punto de vista de una hija respecto a su madre, pero ahora comprendo ambos lados, porque durante el proceso de desarrollo de esta película me convertí en madre yo misma. Hasta que no te haces mayor, no empatizas del todo.

»Ahora entiendo ambos lados: lo complicado que es ser progenitora cuando te dedicas a un trabajo creativo y el sentimiento de culpa que te acompaña. Intentas hacerlo lo mejor que puedes. Ha sido muy esclarecedor experimentarlo y poder expresarlo en este filme.