
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Foto de archivo
Los aranceles de Trump al cine: si la UE contraatacara, el 90% de los cines españoles cerrarían en una semana
Las medidas proteccionistas de Trump al cine son aún más duras en Europa. El objetivo, además, no es castigar a la producción extranjera, sino combatir la deslocalización de Hollywood.
Más información: Manual cinematográfico para escaparse de Alcatraz, la cárcel de los sueños de Donald Trump
Cuando se selecciona a una figura internacional para dirigir un museo español, la cultura protesta y se entiende el patriotismo. Si un técnico lampista nacional se queja porque se contrate a un inmigrante, es de extrema derecha. Son las contradicciones y paradojas que surgen alrededor de la política proteccionista de Trump.
Y es que el mundo de la cultura española y mundial en general abomina del insólito presidente de Estados Unidos, pero al mismo tiempo defiende medidas proteccionistas para la producción de cine local aún más severas que los aranceles anunciados por Trump del 100% al "producido en el extranjero". Medidas que recogen todas las leyes audiovisuales españolas y europeas.
Porque, como sostiene el productor de cine independiente Pedro Hernández, que ha producido en Estados Unidos las películas de Antonio Méndez Esparza La vida y nada más que la vida (2017) y Sala del juzgado 3H (2020), "todas las industrias intentan proteger los rodajes nacionales, no solo para fomentar la imagen y su cultura también la propia industria. Al final, esto será un pulso en el que se llegará a una solución intermedia".
Enrique López Lavigne ha tenido oficina en Los Angeles y producido con Estados Unidos filmes como Un monstruo viene a verme (2016), de Bayona, u Open Windows (2014), de Vigalondo: "Se está planteando una necesidad que es reordenar el cine. Habrá que ver cuáles son las reglas. A pocos días del Festival de Cannes, con toda la industria mundial reunida, Trump ha conseguido lo que más le gusta: que se hable de él. La realidad es que no son medidas tan diferentes a las de España o Francia protegiendo su industria aunque es de esperar el grito de los franceses en el festival".
Como explica Pedro Hernández, "por ejemplo, la ley española exige a las televisiones que el 5% que tienen que destinar a producción de cine debe ser en una lengua española. Eso, en la práctica, hace que sea casi imposible rodar una película española en inglés u otro idioma. Rodaremos el año que viene un filme en Japón y en japonés, siendo una película española, que nos va a resultar o imposible o muy difícil de vender a las televisiones de aquí por ese motivo".
Dentro de la cautela que exigen las amenazas de un presidente que cambia de opinión y de políticas casi de una hora para otra, por darle la vuelta al primer párrafo de este texto, la realidad también es que el "proteccionismo europeo" cobra especial sentido en una industria como la cinematográfica, donde el dominio de Hollywood es impresionante.
Una Europa americanizada
El año pasado, el cine de Estados Unidos tuvo una cuota de mercado en España del 77 % con una recaudación de 369 millones de euros según datos de Comscore. La penetración de Hollywood en nuestro país es superior a la de Italia (54,2 %) o Francia (36,7 %), pero en general, según datos del Observatorio Audiovisual Europeo, el cine americano tuvo en Europa una cuota de espectadores del 69 % en 2023, 9 puntos más que diez años antes.
En este contexto, Europa se encuentra muy indefensa ante los ataques de Trump y sin capacidad de reaccionar. Si la Europa "de la cultura" contraataca a la Casa Blanca imponiendo aranceles astronómicos, o incluso no tanto, a las películas americanas, ello provocaría un coste pronunciado de las entradas de cine condenando a la exhibición en salas —muy castigada por la pandemia con una recaudación de 489 millones de euros en España en 2024 contra los 615 millones de 2019— a la desaparición. Sería, sencillamente, el fin del cine.
Con este panorama, Trump amenaza a Europa y como sostiene el analista de industria de Box Office Pau Brunet, afincado en Los Ángeles, ese arancel descomunal del 100% no va dirigido contra "las películas extranjeras que se estrenan en Estados Unidos, que son minoritarias y no hacen ningún daño al cine local, sino a que los rodajes vuelvan al país y se generen puestos de trabajo".
De esta manera, en principio, el principal perjudicado sería el propio Hollywood, que vería como grandes lanzamientos propios como la secuela de Wicked podrían tener ese arancel del 100%. Y en este contexto, señala Brunet: "Serán los grande estudios quienes sobrevivan y los pequeños y medios quienes sufran".
El contexto en el que se produce el "tarifazo" de Trump viene marcado por varios factores. Por una parte, las películas de Hollywood, son cada vez más caras. Según datos de la web Thenumbers, un 32% de las películas más costosas se produjeron entre 2020 y 2024. Los presupuestos de Hollywood alcanzan cifras astronómicas, que pueden ser superiores a los 400 millones de dólares en casos como Avatar. El sentido del agua, Vengadores o Indiana Jones: El dial del destino.
Hollywood se deslocaliza
Ante unos costes tan descomunales, como ya hiciera hace muchos años la industria de la tecnología, la automoción o la manufactura, Hollywood ha trasladado la producción a otros países que ofrecen sueldos más baratos y bonificaciones fiscales.
De esta manera, en Londres, con los estudios Pinewood, cuyos ejecutivos lo deben de estar pasando muy mal, se ha creado una muy floreciente industria del cine con profesionales y tecnología de ultravanguardia, no produciendo películas "inglesas" sobre madres trabajadoras solteras sino blockbusters como Wicked o Misión Imposible: Sentencia Mortal que como dice Pau Brunet ha convertido a Inglaterra en el "plató de Hollywood".
Todo ello gracias a un crédito fiscal concedido por el gobierno británico del 25 % sobre los primeros 24 millones de euros y un 20 % del resto. Menos generosa es Alemania, que otorga un "cash back" del 30 % aunque con un máximo de 26 millones por película. Ello ha provocado que títulos como la saga John Wick o Los juegos del hambre tengan esa nacionalidad,
En el caso de España, la "fiebre" de los incentivos fiscales ha convertido sobre todo a Canarias en el lugar de rodaje de producciones de Hollywood como Rambo Last Blood (2019), Han Solo: Una historia de Star Wars (2018) o la siguiente de Penélope Cruz y Johnny Depp, Daydrinkers, en rodaje. En la mente de Trump, queda claro, son otros países quienes se aprovechan del éxito de Hollywood robando puestos de trabajo a Estados Unidos.
Europa y Estados Unidos se acercan
Una nueva paradoja del asunto, como señala Brunet, es que Trump sale al rescate de una industria del cine con la que nunca se ha llevado bien. Porque Hollywood lleva años perdiendo puestos de trabajo en California y días de rodaje en un audiovisual local que no se ha recuperado de la pandemia, los cambios tecnológicos, las sucesivas huelgas de guionistas y actores y las deslocalizaciones. Esto último no solo a países europeos, también a otros estados del propio país norteamericano que ofrecen descuentos fiscales.
Como recuerda Pedro Hernández "cuando rodamos La vida y nada más que la vida en Florida teníamos problemas para encontrar equipo porque toda la producción estaba más al norte, en Georgia, donde sí había créditos fiscales". Nuevo México, Nueva Orleans, o la "demonizada" Canadá, son también platós habituales de Hollywood. "Hace tiempo que las películas que suceden en Nueva York se hacen en Toronto", dice Lavigne.
Lavigne habla de una "reordenación necesaria" en una industria del cine que se ha vuelto excesivamente cara, pero también señala la dificultad de interrumpir flujos y sinergias económicas trasnacionales muy asentadas en un negocio del cine de Hollywood que se produce y piensa desde allí, pero se rueda en distintas partes del mundo, con equipos técnicos y artísticos internacionales. Está producido además por unos estudios en cuyo accionariado hay empresas de medio mundo y con fondos procedentes de todos los países.
Al final, la paradoja del asunto es que las amenazas de Trump de alguna manera acercan a Europa y Estados Unidos. Por una parte, como señala Brunet, el presidente americano introduce el mundo del cine y el audiovisual en la regulación pública, como siempre ha sucedido en Europa. Por la otra, como explica Hernández: "En Estados Unidos son cada vez más frecuentes los incentivos fiscales y en la UE cada vez se apuesta más por sustituir las subvenciones por esas bonificaciones. Ambos modelos se están acercando".
Al final, lo más probable, como dice Brunet "es que se acaben firmando acuerdos de coproducción con otros países", que pueden favorecer la presencia de profesionales americanos en rodajes en el extranjero y un incierto regreso de rodajes al suelo nacional. Allí, como dice Lavigne: "Tendrán que relajar las presiones sindicales".