
Imagen de Clint Eastwood en el póster de 'Fuga de Alcatraz'
Manual cinematográfico para escaparse de Alcatraz, la cárcel de los sueños de Donald Trump
El presidente de EEUU quiere recluir a los delincuentes "más violentos" en la prisión de la que se fugó Clint Eastwood, en la que se coló Sean Connery y en la que Burt Lancaster encontró la redención a través del amor a los pájaros.
Más información: Trump ordena reabrir la cárcel de máxima seguridad de Alcatraz, cerrada desde 1963
En El conde de Montecristo, Edmundo Dantés era acusado injustamente de participar en un complot político y encarcelado en el inexpugnable castillo de If, una fortificación situada en una pequeña isla en la bahía de Marsella que fue utilizada como prisión durante unos cuatro siglos. En ese escenario, Alejandro Dumas desarrollaba una cautivadora peripecia que culminaba con la espectacular fuga del protagonista, gracias a la ayuda del inolvidable abate Faria.
Pero no es If la única isla-prisión -enclaves siempre novelescos por su aislamiento e inexpugnabilidad- que ha pasado a formar parte de la cultura popular en los últimos siglos. Ahí está la Isla del Diablo, situada en la Guayana Francesa, donde el país galo instauró un inhumano asentamiento penal de 1852 a 1953 que el escritor Henri Charrière inmortalizó en Papillon, libro adaptado en dos ocasiones al cine. O Robben Island, una ínsula cercana a Ciudad del Cabo que funcionó como prisión desde el siglo XVII hasta 1996 y en la que Nelson Mandela estuvo encarcelado 18 años, como recogía en su autobiografía Un largo camino hacia la libertad.
Pero la fama de ninguna de ellas es comparable a la de la isla de Alcatraz. Situada en una acotada porción de tierra de 8,9 hectáreas en el centro de la bahía de San Francisco, funcionó como intimidatoria prisión federal de 1934 a 1964 y acogió entre sus muros a algunos de los criminales más despiadados y famosos de su tiempo, como el mismísimo Al Capone. Tras más de 60 años recibiendo turistas, Donald Trump pretende ahora devolver a los delincuentes “más violentos” del país a Alcatraz.
Esperemos que ninguno de ellos haya visto Fuga de Alcatraz (Don Siegel, 1979), película protagonizada por Clint Eastwood que narraba la fuga real que protagonizaron Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin un año antes del cierre de la prisión, convirtiéndose en los únicos reclusos que lograron escapar de la Roca. En un momento del filme, el capo de la comunidad afroamericana, interpretado por Paul Benjamin, le hace un resumen al Morris de Eastwood de los elementos que hacen inexpugnable a Alcatraz.
“Todas las cárceles tienen uno [un guardia] por cada siete reclusos”, dice. “Aquí hay uno por cada tres. Si cagas por la noche y no por la mañana quieren saber por qué. Pero digamos que vas a intentarlo [la fuga] de todas maneras. Primero tienes que salir de la celda. Cada barrote tiene seis más pequeños metidos en un tubo de acero, con acero fundido adicional. Tampoco es posible abrir un túnel. ¡Mierda! Esta isla es una roca maciza".

Clint Eastwood y Larry Hankin en 'Fuga de Alcatraz'
Y continúa: "¿Ves el agua? Hay más de 1,5 kilómetros hasta la costa y las corrientes hacen que parezcan 15. El agua está tan fría que te entumecerá los brazos en cuestión de minutos. Incluso si eres buen nadador, no tienes tiempo para conseguirlo. Hay 12 recuentos cada día. A veces pienso que eso es este agujero. Un largo recuento”.
Un tenso filme de denuncia
Fuga de Alcatraz es uno de los grandes clásicos del cine de fugas carcelarias. El director Don Siegel, uno de los más duros y cínicos de la época, que ya había colaborado con Eastwood en Harry el sucio (1971), supo elaborar un tenso filme que denunciaba las duras condiciones de la población de Alcatraz al tiempo que ofrecía una minuciosa y absorbente reconstrucción del plan de fuga que llevaron a cabo los tres prisioneros.
Casi treinta años después, el siempre testosterónico y explosivo Michael Bay plantearía una vuelta de tuerca bastante curiosa al género. En La Roca (1996) la cuestión no es escapar de la cárcel, sino colarse en ella. Es lo que intentan el químico Stanley Goodspeed (Nicolas Cage) y el único hombre que en el pasado fue capaz de evadirse de Alcatraz, John Mason (Sean Connery). El objetivo es frustrar los planes de un militar lunático que ha tomado la isla y que amenaza con lanzar 15 misiles de gas nervioso sobre la ciudad de San Francisco. Se trataba de un thriller con impactantes escenas de acción y toques de humor que arrasó en su momento en taquilla gracias, sobre todo, al carisma de sus protagonistas.
Pero la propuesta de Bay no es la más alocada que se ha elaborado en torno a la fama de Alcatraz. De hecho, a finales de los años 30 y durante toda la década de los 40, Hollywood utilizó la prisión como reclamo comercial -no hay que olvidar que por entonces contaba con Al Capone entre sus célebres inquilinos-, ya fuera para rocambolescas películas de cine negro protagonizadas por presos escapados, como King of Alcatraz (Robert Florey, 1938) o A siete millas de Alcatraz (Edward Dmytryk, 1942), o incluso para cintas de ligeros toques de ciencia ficción como El experimento de Alcatraz (Edward L. Cahn, 1950).

Nicolas Cage y Sean Connery, en 'La roca'
En esta misma línea, aunque tirando más hacia el fantástico, estaría Alcatraz (2012), serie que estrenó J. J. Abrams poco después del éxito de Perdidos, en donde la policía Rebecca Madsen (Sarah Jones) y el doctor Diego Soto (Jorge García) investigan la misteriosa reaparición de los presos de Alcatraz y de veinte guardias después de su extraña desaparición cincuenta años atrás. Aunque para tramas tétricas ambientadas en la isla están los 80, con Terror en Alcatraz (Philip Marcus, Marvin G. Lipschultz, 1986) o Horror en Alcatraz (Dimitri Logothetis, 1987).
Sin embargo, el cine de prestigio, o al menos con ambiciones dramáticas, también ha visitado la prisión. Es el caso de la emotiva (y algo tramposa) El hombre de Alcatraz (1962), en la que el talentoso John Frankenheimer reclutaba a Burt Lancaster para dar vida a la historia real de Robert Stroud, un hombre condenado a cadena perpetua que encontró la redención en el estudio de las aves tras encontrar a un pájaro herido en el patio de la cárcel.
Por último, también apreciable es el drama Homicidio en primer grado (Mark Rocco, 1995), con un reparto de lo más sugerente en el que encontramos a Kevin Bacon, Christian Slater, Gary Oldman y William H. Macy, que narra la historia de un preso que tras fracasar en un intento de huida en los años 30 es sometido a un castigo ejemplar: permanecer en una celda de aislamiento durante años.