
Un fotograma de 'Septiembre dice'.
'Septiembre dice': perturbadoras relaciones tóxicas fraternales o cuando la familia es un castigo
La actriz francesa Ariane Labed debuta como directora con una película inquietante sobre una adolescente manipuladora que aterroriza a su hermana.
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En los años 80, el escritor y viajero inglés Bruce Chatwin publicó la maravillosa novela Colina negra. Ambientada en una granja perdida de Gales, cuenta la historia de dos hermanos gemelos, Lewis y Benjamin, quienes siendo ancianos aún duermen juntos.
Además de proporcionar un vívido retrato del mundo rural galés, marcado por la brutalidad y la represión emocional y sexual, contaba la historia de una renuncia. La renuncia de Lewis, heterosexual, a formar su propia familia y vivir su vida para no abandonar a su hermano gemelo, quien lleva a cuestas una represión tan descomunal que no es del todo consciente de su homosexualidad.
Colina negra nos muestra la delicadeza del corazón de Lewis y la "grandeza" de su sacrificio, pero no deja de ser una tragedia. Una tragedia que se repite de manera muy distinta en las formas en Septiembre dice, ya que en la novela de Chatwin el personaje de Benjamin ejerce una violencia emocional "pasiva" y aquí la maltratadora es totalmente activa.
Debut en la dirección de la actriz francesa Ariane Labed, que adapta una novela de Daisy Johnson, cuenta unas vacaciones de verano, muy distintas a las de las comedias familiares, de dos hermanas adolescentes. La mayor, September (Pascale Khan) es manipuladora y tortuosa. Mantiene relaciones hostiles con el mundo y ha creado un microuniverso de intimidad sórdida con su hermana pequeña, July (Mia Tharia), a la que tiene sometida y está ansiosa por abrirse a la vida y los demás. Su rareza, por supuesto, es castigada por los otros jóvenes, que las tratan de freaks en un filme que aborda con inteligencia las sutilezas del bullying.
La maldad se disfraza con frecuencia de afecto y la película narra de manera convincente la estrategia de dominación de September sobre July cuando esta se enamora y quiere volar libre. La trama nos recuerda también a aquella Furtivos (1975) de José Luis Borau, en la que una madre diabólica (Lola Gaos) trataba de evitar a toda costa que el romance de su hijo (Ovidi Montllor) y la misma posibilidad de ser feliz prosperasen para no quedarse "sola".
Terrorífica intimidad
Septiembre dice narra con un tono que va entre un cierto realismo social al estilo británico en su retrato de una familia de clase media pura y una atmósfera perturbadora que nos lleva al mundo del terror. Recuerda a aquel clásico de Peter Jackson, Criaturas celestiales (1994), en la que una amistad entre dos chicas adolescentes acaba con el asesinato de la madre de una de ellas.
Lo mejor del filme es su retrato de esa intimidad escalofriante entre las dos jóvenes. Una intimidad muy propia de la adolescencia que se da con frecuencia entre hermanos, en la que es difícil deslindar entre el abuso invasivo de la mera "confianza". Y vemos también cómo en ese mundo cerrado y opresivo surge un elemento un tanto fantástico que con frecuencia se produce en la primera juventud, cuando el mundo es una proyección más que una realidad en sí misma.
Poco a poco emerge el personaje de la madre, quien vuelca en sus hijas sus propias frustraciones convirtiéndolas en víctimas de disparatadas escenografías. Excesivamente morosa en su planteamiento, por momentos un tanto efectista, Septiembre dice, a pesar de sus fallas, nos acaba sobrecogiendo gracias a su retrato sin complejos de un mundo femenino al borde del abismo.