Un fotograma de 'Misión imposible: Sentencia mortal - Parte uno', la séptima entrega de 'Misión Imposible', dirigida por Christopher McQuarrie

Un fotograma de 'Misión imposible: Sentencia mortal - Parte uno', la séptima entrega de 'Misión Imposible', dirigida por Christopher McQuarrie

Cine

Tom Cruise, el último gran héroe analógico en la séptima entrega de 'Misión Imposible'

El actor triunfa con una película espectacular y vibrante en la que se divierte y da muchos brincos a costa del estado de “conspiranoia” actual

12 julio, 2023 01:47

El año pasado, la tardía secuela de Top Gun se convirtió en la película más taquillera, recaudando más de 1.400 millones de euros en todo el mundo, más de 10 en España, salvando casi ella solita a los cines después de la pandemia.

En Top Gun: Maverick, Cruise realiza una condensación y sublimación no solo del blockbuster sino del propio legado de la narrativa americana propagada por Hollywood: el heroísmo, la capacidad para desafiar los límites humanos y tecnológicos, el valor de la lealtad, el patriotismo y la exaltación del “maverick”, el inconformista, como el gran personaje de Estados Unidos, ese país fundado por aventureros y rebeldes.

No hay ambigüedad moral en Top Gun: Maverick, es una película de valores puros y absolutos, incluso un poco voluntariamente naif, en la que Cruise exalta sin ambages los eternos valores de la causa occidental en su papel de “rebelde con causa”.

['Top Gun: Maverick' y la belleza del gran cine]

Misión Imposible: Sentencia Mortal Parte Uno también es una película modélica de Hollywood, pero distinta. En este caso, Cruise no solo resucita la épica de John Ford y el western más militarista, sino que da tregua a otra gran tradición americana como la desconfianza en el gobierno. La causa final y los valores sacrosantos de Estados Unidos no se ponen en duda, pero ya se sabe que en el cesto también hay “manzanas podridas” o, mejor dicho, “fuerzas ocultas” que ponen en jaque el “mundo libre” y sus valores democráticos.

Ethan Hunt, el mítico protagonista de una saga que comenzó en la televisión en los 60, también es un “maverick” como el protagonista de Top Gun. En este caso, como en la primera película de Brian De Palma de 1996, cuestionado por sus superiores. Es fundamentalmente bueno pero se desarrolla en un mundo mucho más ambiguo y peligroso en el que solo se puede fiar de sus compañeros de equipo (repiten Simon Pegg y Ving Rhames poniendo un cierto toque cómico). La épica, en cualquier caso, sigue presente aunque Misión Imposible, desde su inicios con de Palma haya tratado de ser “compleja” e incluso juguetona.

Tras la cámara, por tercera vez haciendo tándem con Cruise, Christopher McQuarrie, director que triunfó primero como guionista en aquella mítica Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995) que tiene mucho en común con la propia saga de Misión Imposible como la idea de la máscara. En el universo de estos filmes, casi nadie es lo que parece y hasta al final no te acabas de enterar de quién es el bueno y quién es el malo porque gran parte de la gracia es que, como en Sospechosos habituales, nada es lo que parece. Esto entronca con la mejor tradición, también, del propio cine de espías que floreció en Estados Unidos al calor de la guerra fría en los años 50.

El McGuffin de Misión Imposible: Sentencia mortal – Parte 1 es luchar con una “entidad”, una Inteligencia Artificial con la capacidad de dominar el mundo penetrando en las altas esferas y agencias de inteligencia cuyo control logra quien junte dos llaves. La dichosa “entidad”, un enemigo ultrapoderoso y oculto como las reuniones del Club Bidelberg o la cofradía de pederastas de Qanon que se reúnen en los sótanos de una pizzería, se parece un poco al “anillo” de El señor de los anillos, ese talismán que convierte en Dios a su poseedor y que como el propio poder, genera una insaciable sed de codicia.

Ethan Hunt y el “enemigo invisible”

Tom Cruise, a sus 61 años, parece que tenga como mínimo quince menos y se pasa toda la película dando brincos, corriendo de un lado a otro, saltando por los aires y pegándose mamporros. Para escapar al control de la “entidad” no tiene más remedio que “desconectarse” y regresar a un mundo analógico. Liberado de Iphones y sofisticados artilugios tecnológicos, Cruise se postula como el último gran héroe “low tech” en un mundo digital, ese hombre que se empeña en hacer películas “solo para cines” y parece casi el último sacerdote de una religión antigua como la del “gran cine”.

Misión imposible: Sentencia Mortal Parte 1 propone un espectáculo en el que McQuarrie/Cruise (como todo el mundo sabe, este último dirige tanto o más sus películas que los directores) no dan tregua. No falta de nada: una magnífica secuencia en el aeropuerto de Abu Dabi que rememora el mejor cine de espías con toque Hitchcock, una persecución con camellos en el desierto, otra persecución en Roma con un Fiat pintoresco y una escena final en el tren en el que el astro desafía las leyes de la gravedad a sus 61 años.

No falta el momento de la moto y el acantilado, en este caso más impresionante que nunca. Cuando Cruise salta por un despeñadero, da gloria verlo, infatigable en su lucha contra las propias leyes de la vida.