Image: Telmo Esnal: En el pueblo vasco no hay héroes, es muy comunitario

Image: Telmo Esnal: "En el pueblo vasco no hay héroes, es muy comunitario"

Cine

Telmo Esnal: "En el pueblo vasco no hay héroes, es muy comunitario"

21 diciembre, 2018 01:00

Telmo Esnal

Dantza, la nueva película de Telmo Esnal, es un espectáculo lleno de color y de vida que cuenta la historía de un pueblo a través de los siglos valiéndose de las cuatro estaciones.

Presentada en el último Festival de San Sebastián, la película Dantza, dirigida por Telmo Esnal (Zarautz, 1967), da brillo a la danza tradicional vasca para contar la historia de un pueblo a través de los siglos valiéndose de las cuatro estaciones. El ciclo de la vida, que diría "el rey León", pero en versión vasca en una película muy bonita de ver en la que el escultor Koldonika Jauregui crea un impresionante vestuario con ecos de Kurosawa y el bailarín y folclorista Juan Antonio Urbeltz aporta toda una vida dedicada al estudio de unos bailes ancestrales de una gran belleza plástica. Con una larga trayectoria vinculada a la televisión del País Vasco, con filmes como Aúpa Etxebeste (2005) o Urte berri on, amona (2011), Esnal fue bailarín antes que director de cine y ese pulso se nota en Dantza, un espectáculo lleno de color y de vida en un filme en el que las coreografías hacen que esos bailes nos parezcan tan vitales como en el momento de su concepción.

Pregunta.- ¿Cómo surge este filme?
Respuesta.- Cuando se juntan un escultor, un folclorista y un director de cine pasan estas cosas. Yo bailé de joven en el grupo de Juan Antonio Urbeltz y cuando me reencontraba después con los compañeros siempre me decían que tenía que hacer una película con los bailes tradicionales vascos. Comencé a trabajar en esta idea de las estaciones y, aunque unos dicen que es la historia del pueblo vasco -quizá es demasiado ambicioso-, yo diría que es la historia de un pueblo vasco que puede representarlo. No hay héroes ni figuras porque es un pueblo muy comunitario, esto son teorías de Urbeltz. Investigando en esos bailes también descubres que la danza de espadas, cintas… las hay en toda Eurasia.

P.- ¿Cómo se desarrolla esa colaboración con Urbeltz y Jauregui?
R.- Juan Antonio Urbeltz lleva toda la vida dándole vueltas a este tema y cuando él me comienza a contar cosas empiezan a surgir las ideas. Descubro un universo maravilloso en el que aparecen figuras como el tábano y el baile de espadas y yo me imagino a un guerrero bailarín. Después me cuenta Urbeltz que esas espadas conjuraban contra las plagas y eso me da más ideas. Con algunas él estaba de acuerdo y con otras no, pero al final siempre me decía que es mi película y podía hacer lo que quisiera con ella. Con Jauregui tuvimos miles de reuniones para el vestuario. Hay una simbología con el vestuario, el insecto representa el Mal porque simboliza la plaga que puede arruinar la cosecha. Crea verdaderas esculturas moviéndose.

P.- ¿Quería reflejar un tiempo en el que se asociaban los fenómenos de la naturaleza a lo mágico?
R.- Lo que contamos en la película hace referencia a un pueblo muy antiguo, muy viejo. El personaje mitológico de Mari, un monstruo que vivía en una cueva y era quien mandaba las tormentas. Se suponía que vivía en una cueva y le cantaban para que saliera. En Japón por lo visto hay un personaje muy parecido, el Amaterasu. Estamos hablando de cosas muy viejas que tienen que ver con los miedos y las plagas. Estamos en un mundo en el que no consideraban que la naturaleza se podía dominar y no se quejaban tanto. Bailaban para que lloviera y si llovía y había buena cosecha daban las gracias, pero si no era así no se amargaban y lo aceptaban. Ahora estoy dirigiendo una serie para ETB con varios capítulos de 25 minutos explicando los símbolos de la película.

P.- ¿Muestra un mundo en contacto con la naturaleza?
R.- Está claro que hemos perdido la conexión con la naturaleza totalmente, así tenemos el planeta, ¿no? Nos hemos convertido en una sociedad muy materialista. No sé si tiene solución, cono dice Oteiza tampoco hace tantas generaciones que vivíamos en las cuevas. Hace 80 abuelas vivíamos en el paleolítico. 2000 años no es tanto tiempo.

P.- ¿Asistimos a una historia del universo?
R.- Queríamos hacer una cosa muy atemporal, pero también marcar una cierta evolución. Hay quien compara la película con 2001: Una odisea en el espacio, ¡ojalá! Sí vemos al principio cómo surge el mundo del baile, vamos esos movimientos como una tabla gimnástica. Después los bailes se van transformando y van evolucionando y también los colores porque vemos que pasan a rojos y verdes. Después, al final de la película, vamos al siglo XIX y XX y surgen las polkas y los bailes de salón.

P.- ¿Cómo trabaja la música?
R.- En el grupo de danza Argiam fundado por Urbeltz, su esposa Marian Arregi se encargaba de la parte musical (Arregi falleció el pasado agosto a los 73 años). Ella hizo un gran trabajo rescatando melodías antiguas que nos sirvió muchísimo de base. Su hijo, Mikel, continúa con esa labor. Más que crear un sentido narrativo utilizamos la música para el ritmo de la película y utilizamos por ejemplo los sonidos del agua.

P.- ¿De qué manera introduce elementos ajenos a la cultura vasca?
R.- Como he dicho, hay simbologías muy parecidas de Europa hasta Asia. En la simbología del mundo campesino hay muchas coincidencias de Portugal a Japón. Hay un guiño claro a Japón cuando descubrimos que algunas melodías antiguas vascas tienen reminiscencias de la canción Okinawa. También hay un guiño a Kurosawa. Estuve pensando si hacer un homenaje a Siete novias y siete hermanos (Stanley Donen, 1954), pero me pareció demasiado contemporáneo.