Image: Roland Joffé: Las limitaciones para Encontrarás dragones las puso el cine, no el Opus

Image: Roland Joffé: "Las limitaciones para Encontrarás dragones las puso el cine, no el Opus"

Cine

Roland Joffé: "Las limitaciones para Encontrarás dragones las puso el cine, no el Opus"

El director de La misión estrena este viernes en España una producción millonaria en torno a la vida de Escrivá de Balaguer

24 marzo, 2011 01:00

Arriba, Roland Joffé, en Madrid. Abajo, un momento de la película.

Un pase de prensa en Madrid. Los periodistas forman corrillo antes de la proyección. "¿Has visto la del Opus?", pregunta uno. "Sí, sí, es una película muy peligrosa", responde airado otro mientras el resto asiente. Buena parte de la prensa de la capital se ha ofendido por la película Encontrarás dragones, un cuantioso biopic que narra la vida de Josemaría Escrivá de Balaguer y que, sí, está en parte financiado por la organización religiosa. La discusión de los periodistas conduce a un viejo debate, ese que dicta que la cultura en general y el cine en particular pueden de verdad manipular conciencias. Un poco manido, ¿no?

Encontrarás dragones es desde luego una laudatoria sobre la vida del santo cuyo guión suena a opusino desde la primera sencuencia. Pero Encontrarás dragones es también una superproducción que, con sus pinchazos narrativos, ofrece un espectáculo visual sobre la guerra civil digno de una de Hollywood. Al César, lo que es del César. Tras esta película no está sólo el supernumerario Ignacio Gómez-Sancha, que fue quien compró el guión y la produjo, sino sobre todo la experiencia de Roland Joffé, realizador, pese a su irregular trayectoria, de películas imprescindibles como La misión.

Agnóstico y anárquico, Joffé poco sabía del la Obra antes de que contactaran con él para la película: "Sabía que existía la organización y de las diferentes opiniones en torno a ella. Al terminar el instituto, elegí mi universidad de forma precipitada y durante el primer mes me alojé en una residencia del Opus. Después de esos 30 días me echaron, porque reincidía en lo de llegar tarde por las noches y en colarme por la venana. Fueron muy amables a la hora de comunicármelo, me dijeron: Roland, te vamos a buscar un lugar en el que puedas entrar por la puerta".

Después de aquello, no volvió a toparse con la organización, pero un día le llegaron un guión y una propuesta de dirigir una película: "Aquel texto no me gustó nada, se lo dije a los productores. No es que yo sea un crítico literario, pero lo veía rígido y lo descarté". Sin embargo, quienes querían rodarla insistieron y él cedió un poco: "Mandadme un DVD de Escrivá de Balaguer, les pedí. Y, cuando estaba a punto de decir que no, vi unas imágenes de él que me llamaron la atención. Josemaría se encontraba ante una multitud y, de repente, una niña levantó la mano y dijo: 'Josemaría, tengo una pregunta. Me gustaría ser católica'. Él contestó: 'Bienvenida, qué problema tienes'. La niña le explicó que no podía hacerlo, porque sus padres eran judíos, así que él le respondió: 'Dios no quiere que hagas nada que deshonre o enfade a tus padres. Pero no tienes que convertirte, Dios está en tu corazón", recuerda un Joffé entusiasmado ante el personaje. Tras visionar aquella escena el director cambió de parecer: "Qué ideas tan sofisticadas, pensé, este hombre tuvo la amplitud de miras de anteponer la humanidad a la ideología. Entendió un dilema muy real, muy humano, y empleó su entendimiento para proteger a los padres y a la niña. Pensé que me gustaría ver un momento así en una película". Al día siguiente, entró en el proyecto.

Como la prensa aprieta, Joffé insiste en que tuvo libertad absoluta para reescribirla y rodarla, él mismo se procuró la investigación. Leyó todo lo que encontraba, desde biografías a ensayos críticos con el Opus, y mientras tanto hizo lo propio con la guerra civil, en la que, compara, "también hay muchas posturas encontradas". Joffé quedó fascinado ante Josemaría (siempre que alude a él lo llama así), ante el hombre y sus acciones más allá de sus ideas y de su santificación express. Por eso decidió dirigir Encontrarás dragones desde el punto de vista de los hechos, dejando que el personaje se defendiera por sí mismo. "No iba a ser una historia crítica de la religión, cargada de subjetividad y de mala información, se trataba de aceptar tanto a Josemaría como a la religión, de intentar sofisticar mi entendimiento, así podría apartar cualquier tipo de opinión rígida. Encontré en su historia una gran profundidad y una belleza rotunda, y también conservadurismo, amor, una aventura espiritual, cuestionamientos... todo eso lo convirtió en un proyecto que me apasionaba".

Como se trataba de narrar la vida de un santo, que en origen son personas que sirven a otras, Joffé eligió contar la de Escrivá de Balaguer, aquí interpretado por el inglés Charlie Cox, a través de aquellos que se cruzaron en su camino, con los que actuó y sobre los que aplicó su pensamiento. Desde su madre (Ana Torrent), sus discípulos (Únax Ugalde, entre otros), sus enemigos y, sobre todo, su amigo de la infancia que, interpretado por Wes Bentley (American Beauty), es una especie de alter ego del santo, una Caín que lo acompaña desde la niñez y que elige para su vida un camino completamente opuesto (a.k.a. el malo).

Este amigo que medra en los vericuetos de la empresa, la política y el militarismo sirve al director de excusa para tratar el subtema de la trama, la guerra civil, planteada como una coyuntura marcada por la ausencia de Dios, justo la misma base que sobre la que se erigía La misión: "Ese factor me llevó a plantearme una pregunta, porque a cada tiempo le corresponde una cuestión diferente. En aquel entonces, en el tiempo en que obraba Josemaría, la pregunta remitía a la guerra, pero también a una ideología hija de la industrialización y a sus consecuencias sobre la mentalidad de la gente, a un pensamiento que llevaba a la demonización de las personas según su condición social y política. En cambio, Josemaría mantuvo que el ser humano iba por delante de todo, y creer eso de verdad, en ese momento histórico, era enmarcarse en un viaje soberano. Dios no es industrialista, y Josemaría entendió que, si todos éramos hijos de Dios, todos éramos santos en potencia. Su forma de ver al ser humano me impresiona".

En la guerra es donde la película encuentra sus momentos álgidos, con tiroteos, bombas, trincheras, una historia de amor de un nacional infiltrado en las filas republicanas hacia una brigadista (la bella Olga Kurylenko en el papel de Ildiko) y el peregrinaje del propio Escrivá de Balaguer hacia la frontera con Andorra.

Para retratar todo este cruento escenario, insiste Joffé, no hubo restricción alguna: "Encontré libertad total, en todo caso las pegas me las puso el mundo del cine, pero no el Opus. Mi idea original, por ejemplo, era tan violenta que iba a impedir que los menores pudieran ver la película. Pero, en cambio, sí introduje escenas como aquella en la que una mujer besa a Josemaría. Alguien me dijo al respecto que era un acto improbable para la época, pero pensé que podía ser una bonita excepción", señala. Tampoco tuvo miedo a las repercusiones o al trato que el público le daría a una superproducción ligada a una organización religiosa: "Me preguntaba en todo caso qué efecto tendría en mí la película, porque iba suponer mucho trabajo, pero sabía que sobre todo era una historia sobre el perdón, y el concepto de redención era fundamental, porque las consecuencias de la guerra están aún latentes".

Antes de concluir, Joffé se disculpa por su condición de extranjero y luego lo suelta todo: "Siento que sea un tipo de fuera el que venga aquí a decirlo pero, sinceramente, me pregunto si todavía es sano que aún se palpen esos rencores, si no sería mejor aceptar lo sucedido como se acepta la historia de la familia de uno. A España le falta un Mandela que la libere, que la ayude a sobreponerse, que no es lo mismo que olvidar. Es innecesario hacerse mala sangre con un hecho que no hace sino alejarse más y más en el tiempo". Y, en fin, volviendo al principio, la película de Joffé no es peligrosa, pero está muy lejos de iluminar a un país sobre esta parte de su pasado reciente.