Image: Los Coen ajustan cuentas

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Cine

Los Coen ajustan cuentas

Vuelven a la comedia con Un tipo serio

8 enero, 2010 01:00

Un momento de Un tipo serio.

Toques de Fellini y reminiscencias de Woody Allen. La nueva entrega de los hermanos Coen, que llega hoy a nuestras pantallas, se inspira en su propia autobiografía para armar una nueva comedia.

A los hermanos Coen se les ha dado por muertos en más de una ocasión. Con la feliz cosecha en los Óscar y en las taquillas, No es país para viejos volvió a colocarles hace dos años en el mapa de la industria. No es cuestión de restar méritos a la excelente adaptación de la novela de Cormac McCarthy pero a los autores de El gran Lebowski (probablemente la mejor comedia de los últimos veinte años) lo que realmente les gusta es hacer reír.

Su filmografía habla por sí sola: nueve de catorce largometrajes son comedias. De esta suerte, el filme protagonizado por Javier Bardem vendría a ser la mejor película de los Coen para aquellos a quienes no les gusta el cine de los Coen. Tras la reconquista de un estatus de autores serios y sombríos, regresaron a sus fueros con la brillante Quemar antes de leer (2008), una suerte de ensayo desquiciado en torno a la idiocracia que gobierna el mundo. Ahora, con Un tipo serio, han vuelto a explorar el reverso más ridículo de la condición humana, o más bien de la condición judía, hilvanando una fina comedia sobre la angustia. "No sabría decir si la película es una comedia o una tragedia -aclara Ethan Coen-. Uno sólo se plantea cómo ser honesto con la historia y no qué es lo que va a hacer reír o llorar al público". La reflexión es trasladable a cualquiera de las películas que ha escrito junto a su hermano, si bien aplicada a Un tipo serio no deja de sonar especialmente pertinente.

Un precipicio sin fondo
La historia la protagoniza Larry Gopnik (Michael Stulhbarg), un profesor de matemáticas, acomodado padre de familia y feliz esposo judío. De repente, su vida se abisma a un precipicio sin fondo. Desde su familia a su trabajo, pasando por su autoestima, todo se derrumba a su alrededor. "Gopnik quiere saber qué ha hecho moralmente mal, porque así podrá corregirse y dejar de sufrir todas las cosas horribles que le suceden. Pero en realidad no ha hecho nada malo. Simplemente, así es la vida", explica Joel Coen. Larry descubre que la verdad es un conjunto de mentiras, y así los códigos de representación de Un tipo serio variarán entre la realidad y la ensoñación. Un ejercicio de funambulismo formal que confiere al filme en una complejidad fascinante, aparte de proporcionar momentos cómicos que se cuentan entre lo más sutil y desternillante que han escrito los autores de Crueldad intolerable (2003). Como el Amarcord de Fellini, Un tipo serio hunde sus raíces en los recuerdos de sus autores. La historia se sitúa en una comunidad suburbial del Medio Oeste como en la que crecieron los Coen durante los sesenta, donde el ambiente judeo-norteamericano era el sustento, más que el contexto, de sus vidas. Han tomado recuerdos autobiográficos para proponer una feroz lectura sobre el judaísmo, pero a diferencia de Fellini, esos recuerdos no están dominados por la nostalgia, sino por la imaginación y el deseo de parodia, quizá de venganza.

Tomando la parábola de Job como inspiración del relato, aplican su extraordinario talento en caricaturizar con sangrante ternura a sus personajes y reformular un mosaico sardónico sobre el reino de la hipocresía y las apariencias que rige el contrato social y político de Estados Unidos. No es casual que el filme tenga por prólogo una historia popular yiddish. Los dardos contra el ciego semitismo ya estaban apuntados en el Walter Sobschak de El gran Lebowski y en algunos pasajes de Barton Fink, pero en Un tipo serio, los Coen han llevado sus reservas con la cultura a la que pertenecen hasta el límite del absurdo. Se han desquitado a sus anchas. Ni siquiera Woody Allen ha descrito de modo tan inquietante la angustia existencial y el perpetuo sentimiento de culpa que derrama el judaísmo sobre sus acólitos. Los Coen han vuelto a casa.