Image: Cine épico, la batalla continúa: Troya, Alexander, El reino de los cielos, Fanfan La Tulipe y Alexander The Great

Image: Cine épico, la batalla continúa: Troya, Alexander, El reino de los cielos, Fanfan La Tulipe y Alexander The Great

Cine

Cine épico, la batalla continúa: Troya, Alexander, El reino de los cielos, Fanfan La Tulipe y Alexander The Great

Hazañas legendarias como las de Alejandro Magno, en dos versiones, Troya y los cruzados invadirán las carteleras de medio mundo

8 abril, 2004 02:00

Imágenes de Troya y Fanfan La Tulipe

Gladiator inició la guerra por la taquilla. Las grandes epopeyas de la humanidad regresan a la gran pantalla con directores como Wolfgang Petersen (Troya), Oliver Stone (Alexander) y Ridley Scott -que vuelve con El reino de los cielos-, y actores como Collin Farrel y Brad Pitt. No hay tregua. El combate -o el duelo- a cielo descubierto se despachará también en títulos como Fanfan La Tulipe, de Gérard Krawczyk, que se estrena el 7 de abril en España, y Alexander The Great, de Baz Luhrman. El Cultural recorre las entrañas de estos títulos. Además, el filólogo Germán Gullón analiza la leyenda de Troya como historia y como poema épico y el director Vicente Aranda escribe sobre el tratamiento cinematográfico de los acontecimientos históricos.

Quizá el presente sólo es explicable desde el pasado. Ahora que el mundo vive bajo el reinado del dislate, cuando nuestro castigado planeta está ensombrecido por el temor, la confusión, la incomprensión y el deseo de escapar, una de las misiones del cine -y sobre todo del cine industrial, dirigido a las masas- pasa por satisfacer todas esas necesidades. La industria cinematográfica sigue fabricando sueños y enemigos, sigue dramatizando la Historia al servicio de los dólares, pero ahora al igual que en otros tiempos de confusión, el cine, como el arte, es el mejor termómetro de las necesidades del mundo y de los intereses de los poderosos. Si añadimos a la ecuación el éxito de épicas como Gladiator o El señor de los anillos, podemos empezar a entender por qué Hollywood se empeña ahora en emular las superproducciones de espada y sandalia de los años cincuenta y sesenta -Cleopatra, Espartaco, Ben-Hur, Quo Vadis, etc.-, retomadas bajo el filtro digital del nuevo milenio. Lo cierto es que repartidas por las zonas más exóticas del planeta, de Marruecos a Tailandia y pasando por España, hay en marcha varias grandes producciones épicas al servicio de cineastas no menos grandes. En los próximos meses, los últimos y esperados trabajos de Ridley Scott (El reino de los cielos), Oliver Stone (Alexander), Wolfgang Petersen (Troya) o Baz Luhrman (Alexander The Great) vendrán dispuestos a entretener y a maravillar, a interpretar la actualidad reinterpretando el pasado, y a convertir la épica en el alimento y la salvación del espectador. En manos de las factorías de Hollywood, el espectáculo de la Historia está servido.

Y sólo para abrir boca: Fanfan La Tulipe, que llega el 7 de abril a nuestras salas. Precedida de su estreno en el Festival de Cannes, donde inauguró la fiesta con más pena que gloria, el trabajo de Gérard Krawczyk entronca directamente con la tradición de las aventuras de capa y espada creadas en los sesenta por Duccio Tessari y Bernard Borderie. Sostiene su productor Luc Besson, cabeza visible del cine francés, que la intención de esta nueva versión del mito galo es "modernizar la historia y el perfil de los personajes". No en vano, el filme no deja de ser un libertino remake de la película homónima que dirigió Christian-Jaque hace cincuenta años (también autor del clásico de espadachines El Tulipán Negro).

Lectura actualizada
Tratando de repetir el éxito de entonces, el director galo Krawczyk ha sustituido a Gérard Philipe en el papel de Fanfan por Vincent Perez y a Gina Lollobrigida en la piel de Adeline por Penélope Cruz. En aquélla como en ésta, se reivindicaba el paradigma del héroe francés, el galán aventurero y pasional que se apunta a la defensa de las causas justas con la misma naturalidad y cinismo con que maneja sus artes amatorias o se enfrenta al poder establecido. Héroe justiciero de la Francia prerrevolucionaria (la leyenda asegura que Fanfan está inspirado en un sargento francés del siglo XVIII), desde principios del XIX las aventuras de Fanfan La Tulipe han sido pasto de canciones, novelas, poemas, cómics, revistas ilustradas, series de televisión y películas.

Que Luc Besson rescate del santuario francés una figura patria que representa la libertad en cuerpo y espíritu, no es algo que deje de tener su sentido si se mira bajo una lectura actualizada. "Es un personaje que rechaza lo absurdo de la guerra, la falsa moralidad y la violencia que reinaba en su tiempo. Y aunque esta historia suceda en el siglo XVIII, es increíblemente actual", asegura el director del filme. Sin embargo, la fría recepción que tuvo en el Festival de Cannes por parte de la crítica y del público asistentes no parece más que anunciar lo que será su paso por las taquillas. El filme, a pesar de su atractivo, desfallece en su intento por combinar registros tan dispares como la comedia, el romance y la aventura. Las aptitudes físicas de las que hace gala Vincent Perez le sitúan en la galaxia que ocuparon gloriosos espadachines y funambulistas de la pantalla como Montgomery Clift o Errol Flynn, y su interpretación se cuenta entre lo mejor de una película hecha con poco más que buenas intenciones por rescatar las aventuras de capa y espada. "Siento que la historia y su tema principal son increíblemente actuales -ha asegurado el actor protagonista-. Hoy día, la gente anhela más libertad y también se da en la sociedad un fuerte idealismo antibelicista".

épica titánica
Viajamos ahora del siglo XVIII después de Cristo al siglo XI antes de Cristo, donde se sitúa la épica de dimensiones titánicas que se aproxima a salas de todo el mundo en mayo. Troya, de Wolfgang Petersen (al que más conviene recordar por Das Boost que por Air Force One), está llamada a recoger el testigo dejado por las grandes produc-
ciones sobre la Historia Antigua, como las en su momento descomunales Cleopatra (que dejó al borde de la ruina a la Twentieth Century Fox) o El coloso de Rodas.

Inspirada en los poemas épicos de la Ilíada de Homero (quizá nadie como él ha descrito los horrores de la guerra con tanta precisión), esta gigantesca producción sobre la legendaria Guerra de Troya entre griegos y troyanos ha contado con un presupuesto en torno a los 180 millones de dólares, necesarios no sólo para sufragar el rodaje de más de medio año en estudios de Londres y exteriores de Marruecos y Malta (aparte de una ciudad de Troya reconstruida en un complejo de cuatro hectáreas), sino sobre todo para reunir uno de los repartos más espectaculares y eclécticos de los últimos años. Las jóvenes estrellas Brad Pitt (Aquiles), Orlando Bloom (Paris), Eric Bana (Héctor) y Diana Kruger (Helena) conviven en el filme con ilustres veteranos como Julie Christie (Tetis) y Peter O’Toole (Rey Príamo). Con un equipo técnico que no le va a la zaga al artístico (como botón de muestra el director artístico es Nigel Phelps, responsable del mismo departamento en La chaqueta metálica de Kubrick), Troya lleva todas las papeletas para hacer saltar los récords de recaudación y conquistar un chorizal de Oscars. Al menos con ese espíritu ha planificado Warner Bros la producción.

Velada competición
Según la contada información con la que de momento se dispone, los responsables de efectos especiales sacan provecho de las ventajas que puede ofrecer la era digital (como ha quedado más que patente en la trilogía de Peter Jackson) para recrear batallas que enfrentarán unos ejércitos de 50.000 hombres, de los que tan sólo un millar son extras de carne y hueso. La gran sorpresa en el ámbito virtual será la recreación de un gigantesco caballo de madera. ¿Quién da más? Wolfgang Petersen, que también ejerce como productor, desde luego no quiere quedarse atrás en esta velada competición entre producciones mastodónticas: "Nuestra película mostrará el espectáculo de la batalla entre decenas de miles de soldados de un modo que no se ha visto nunca antes", ha señalado el director alemán afincado en Hollywood, y añade que, desde su visión personal, lo que más le interesa reflejar en su filme es "el intemporal aspecto humano de las victorias y derrotas que contó Homero". Los desastres y futilidad de la guerra, una vez más, en cinemascope. "La guerra hace salir lo peor y lo mejor de los seres humanos -reflexiona el director de En la línea de fuego-, pero la guerra es un desastre para todos los que intervienen en ella. El público actual necesita adentrarse en la historia a través de las vidas y las pasiones de la gente real atrapada en esta aterradora experiencia".

Pero si hay algún responsable del resurgimiento del peplum hay que señalar a Ridley Scott. El director británico abrió la veda con Gladiator, inaugurando una nueva etapa para el género que además ha contado con el respaldo académico (premiada con cinco Oscar, incluido el de Mejor Película) y el apoyo del público internacional. El demostrado interés de Scott por el drama histórico se remonta a sus orígenes como cineasta, pues ya en su ópera prima, Los duelistas, narró con nervio y destreza la historia real acontecida en la Francia del siglo XVIII y protagonizada por dos tozudos soldados del ejército napoleónico. Con varias producciones de ciencia-ficción entremedias (si bien viajar al futuro es otra forma de hablar del pasado), tendrían que transcurrir quince años hasta su próxima incursión en la historia: la fallida 1492: la conquista del Paraíso. Demostrada su pericia para trasladar al espectador a un tiempo remoto, aún cuando el rigor histórico no sea una de sus prioridades, Scott rueda estos días en el desierto de Ouarzazate de Marruecos El reino del cielo, una aventura medieval producida por la Fox con un presupuesto de 50 millones de dólares.

El reino del cielo narra la historia de un campesino del siglo XI (Orlando Bloom) que tras sufrir el asalto a su pueblo de los caballeros Templarios decide hacerse caballero para defender a Jerusalén de los cruzados invasores. El secretismo en torno a la producción ha quedado de manifiesto con el rodaje de la película en Huesca, Segovia, ávila y Sevilla, donde Scott viajó en enero con un equipo de 300 personas para rodar prácticamente el 40% del filme. Su intención era filmar en la mezquita cordobesa, pero el Cabildo negó el permiso necesario, poniendo así fin a las siete semanas de rodaje en nuestro país. No sin cierta sorna, el autor de Blade Runner justificó el proyecto a la revista "Variety" alegando que "tenía ganas de realizar una película donde aparecieran caballeros con armadura", pero lo cierto es que detrás de esta historia épica que muestra la fraternidad entre musulmanes, judíos y cristianos antes de la Segunda Cruzada, se atisban lecturas muy obvias sobre las entrañas del actual conflicto palestino-israelí. La historia siempre se repite, y los cineastas, entre otras cosas, están aquí para recordarnos que esa historia es la mejor coartada para hablar de nosotros mismos.