Portada de 'Humani corporis fabrica', de Vesalio. Foto: Wikimedia Commons

Portada de 'Humani corporis fabrica', de Vesalio. Foto: Wikimedia Commons

Entre dos aguas

Juan Valverde de Amusco: el arte de diseccionar cadáveres en la España del siglo XVI

El médico español fue el primero en traer en idioma castellano las ideas revolucionarias sobre anatomía que Vesalio recogía en 'De humani corporis fabrica'.

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Para conmemorar el 500 aniversario del nacimiento del médico y anatomista español Juan Valverde de Amusco (1525-1587), la Biblioteca Nacional ha organizado una exposición, Arte y anatomía en el Renacimiento. Juan Valverde de Amusco y la Historia de la composición del cuerpo humano, centrada en él y en el libro que le hizo famoso.

Pero para comprender esta obra, publicada en 1556, es preciso referirse a otra anterior, De humani corporis fabrica (La fábrica del cuerpo humano), del belga Andreas Vesalio (1514-1564), que contó en su currículum haber sido uno de los médicos de Carlos V y posteriormente de Felipe II. Se da la circunstancia de que este libro se publicó el mismo año, 1543, en que apareció otro del que la historia guarda memoria preferente, De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes) de Nicolás Copérnico.

De humani corporis fabrica fue un llamamiento en defensa de la práctica anatómica, de la disección de personas, como base imprescindible para la comprensión de la estructura y funciones del cuerpo humano. Vesalio, buen conocedor de la obra de Galeno (129-216), el médico griego del imperio de Roma, cuya obra fue tan influyente que su nombre llegó a utilizarse como sinónimo de “médico”, señaló que este únicamente había diseccionado animales, puesto que había incluido en la anatomía humana elementos que solo existían en monos.

Pero el interés de De humani corporis fabrica no reside únicamente en el ámbito científico, es también una obra de arte. Contiene una colección de más de doscientas láminas anatómicas de gran belleza e impresionante realismo, en las que aparecen imágenes del esqueleto y la musculatura humana. Esta dimensión artística se manifiesta ya en la portada del libro, que muestra a un grupo de personas observando la disección del útero del cadáver de una mujer, aludiendo a la práctica de la cesárea (nombrada así en honor de Julio César, que se supone nació con este procedimiento). Se trataba de una lección práctica de anatomía, no la de un profesor leyendo a Galeno, como era habitual en la época.

Se desconoce quién fue el autor de esas ilustraciones xilográficas que acompañan al texto; algunos expertos sostienen que la mayoría fueron obra de Jan Stephan von Kalkar, un compatriota de Vesalio y discípulo de Tiziano. A favor de que participase Tiziano, aunque fuese de forma indirecta, está el hecho de que parece ser que los bloques de madera para las ilustraciones fueron preparados bajo la supervisión de Vesalio en Venecia —la ciudad en la que trabajaba y tenía su taller Tiziano— y enviados posteriormente a la imprenta de Johannes Oporinus.

En el mismo sentido, algunos historiadores del arte han argumentado que uno de los grabados de la obra, que aparece en la sección V, y en el que se muestra la musculatura de un hombre colocado en posición lateral, está modelado siguiendo un conocido cuadro de Tiziano, Alocución del marqués del Vasto a sus soldados, que el maestro terminó en 1541.

Pero Martin Kemp, catedrático emérito de Historia del Arte en la Universidad de Oxford, gran experto en Leonardo da Vinci y buen conocedor de la relación entre arte y ciencia —véase su La ciencia del arte (Akal, 2000)—, no está de acuerdo.

Analizando el único dibujo preliminar que ha sobrevivido de los que se utilizaron para la composición de De humani corporis fabrica y comparándolo con el grabado correspondiente que finalmente apareció en el libro, argumentó que la preparación de los detallados estudios anatómicos y su posterior transformación en bloques de madera tallados debió exigir una colaboración tan estrecha entre Vesalio y el, o los, artistas encargados de tallar los bloques, que estos no se debieron preparar en Venecia, donde se encontraban Tiziano y sus discípulos, sino en Padua, en cuya universidad Vesalio ocupaba una cátedra desde diciembre de 1537, que mantuvo hasta 1543.

"Lo que decía Amusco va más allá de la anatomía, pudiéndose aplicar, al menos en parte, a la relación de España con la ciencia"

Entre los que contribuyeron a extender la influencia de la obra de Vesalio destacó el protagonista de la exposición de la BNE, Juan Valverde de Amusco, población esta de Palencia, donde nació. Y lo hizo con su libro Historia de la composición del cuerpo humano, que apareció en Roma en 1556, con capitulares y grabados que imitaban muy de cerca los de De humanis corporis fabrica, en el que claramente estaba basado. En la dedicatoria que hizo Amusco de su libro “Al Ilustrísimo y Reverendísimo S. D. Fray Juan de Toledo, Cardenal y Arzobispo de Santiago”, explicaba por qué lo había escrito.

Lo que decía va más allá de la anatomía, pudiéndose aplicar, al menos en parte, a la relación de España con la ciencia: “Considerando Ilustrísimo Señor la gran falta que la nación nuestra tiene de hombres que entiendan la Anatomía; así por ser cosa fea entre españoles despedazar cuerpos muertos, como por haber pocos, que venidos a Italia, donde la podrían aprender, no huelguen antes de ocuparse en otros ejercicios que en este, por no estar acostumbrados a semejantes cosas; y visto el daño que de esto se sigue a toda la nación española, parte por los cirujanos (a quien más falta hace entenderla) saber poco latín, parte por haber escrito el Vesalio tan oscuramente, que con dificultad puede ser entendido, sino por aquellos que primero algunas veces han tenido el cuerpo delante de sus ojos, y muy buen maestro que se le declare, parecíame cosa muy conveniente el escribir esta historia en nuestra lengua, para que aquellos para quien yo la escribo pudiesen mejor gozar de mi fatiga, y porque en latín han escrito tan largamente tantos que no me parecía ser necesario nuevo trabajo”.

Pese tan modesta intención, Valverde de Amusco (que había estudiado medicina en Padua, al parecer durante los años en que Vesalio enseñó allí) no solo reprodujo las ideas de Vesalio, sino que también señaló lagunas y errores que, según él, existían en De humanis corporis fabrica. De hecho, su libro incluye la primera descripción de la circulación pulmonar, después de la publicada por Miguel Servet.

Me emociona la frase “parecíame cosa muy conveniente el escribir esta historia en nuestra lengua, para que aquellos para quien yo la escribo pudiesen mejor gozar de mi fatiga”. Tomen, tomemos nota todos aquellos que contamos como lengua materna el hermoso idioma que es el castellano-español.