Leonardo da Vinci. Imagen: Caltech/Europa Press

Leonardo da Vinci. Imagen: Caltech/Europa Press

Letras

Leonardo da Vinci, más allá de los tópicos: Carlo Vecce escribe la biografía definitiva del genio del Renacimiento

El experto napolitano relata con detalle la vida del gran polímata, cuya capacidad creadora sigue asombrando al mundo 500 años después.

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Jordi Corominas
Publicada

Es posible que Carlo Vecce (Nápoles, 1959) nunca termine con sus pesquisas en torno a su suprema obsesión. Vida de Leonardo podría ser la clausura de un díptico iniciado con Caterina (Alfaguara, 2024), “novela” con la que descubría al público lector la vivencia de la madre de su héroe, una esclava circasiana, dato inesperado que resume a la perfección el método de este profesor universitario. Para él, las fuentes son la base esencial sobre la que construir un edificio muy equilibrado entre lo riguroso y la pasión.

En esta biografía de uno de los grandes genios del Renacimiento no se pretende asombrarnos porque su intención es narrar la vida de Leonardo (Vinci, 1452​-Amboise, 1519) desde el tacitiano sine ira et studio, es decir, con objetividad y rigor que se aderezan con un ritmo narrativo bien acompasado mediante capítulos breves que facilitan el adentrarse a una temática fascinante y muy compleja más allá de una larga tradición de lugares comunes.

Vecce escribió la biografía con la intención de encontrar la épica en su conjunto, no en actos aislados del protagonista. Su mente es incansable en sus búsquedas sobre Leonardo. No volvía a Barcelona desde 1980 y se ha reservado unas horas para hablar con El Cultural mientras camina por la ciudad antigua, que pudo ser la de Da Vinci porque un pariente suyo residió durante una temporada entre sus muros y existía un floreciente mercado de esclavos.

De la historia ficción (un Leonardo barcelonés hubiera sido otro), pasamos a la longeva y afortunada fama del polímata en un tiempo, el nuestro, con tendencia a desterrar tanto el pasado como el futuro. ¿Se debe esa fama a los tópicos relacionados con su figura? Vecce opina que "en ellos siempre hay una verdad cuajada a través de los siglos, vaciada de significados más densos desde la admiración incondicional, cuyo problema es el desconocimiento del hombre Leonardo".

Leonardo es el hombre del Renacimiento por antonomasia y desde su muerte la expresión ha querido emularlo con otros prodigios multitarea, brillantes en distintos campos, no sólo del saber. Para Vecce el término se ha pervertido desde su mismo inicio hasta el paroxismo de la actualidad, donde individuos como Elon Musk propagan ser como Leonardo mientras olvidan, lo remarca, "que nunca fue rico ni se lucró porque concebía sus obras desde una mente muy particular con unos valores que pueden rastrearse con facilidad en la biografía".

Portada de 'Vida de Leonardo'

Portada de 'Vida de Leonardo'

La mente de Leonardo canalizaba su hiperactividad desbocada mediante una curiosidad para crear sin freno, aunque nunca pudo cantar victoria en Florencia, su sueño. El profesor es muy didáctico en sus respuestas y tiene la maravillosa habilidad de sintetizar con facilidad tramas muy enrevesadas. Explica el fracaso florentino a través de una relación que deriva del nombre que la historia ha dado a su héroe, carente de apellido. "Da Vinci" es, para gran parte de la humanidad, una asociación directa con el autor de la Mona Lisa, pero en su época era poco menos que nada en la capital toscana, dominada por veinte o treinta apellidos que se dedicaban a acumular capital de generación en generación.

En ese incipiente capitalismo el padre de Leonardo podía ser notario, lo que no suponía garantía alguna para su hijo al estancarse el ascensor social. Michelangelo sí podía lucir apellido, Buonarroti, pero Leonardo era eso, el chico de Vinci, una nadería y un obstáculo en el feudo de los Medici. Para Vecce los motivos de discordia con Florencia eran múltiples, hasta ser primordial alejarse, recalar en Milán y afianzarse en otro entorno, ajeno a los desprecios de juventud en el taller de Andrea del Verrocchio y las acusaciones de sodomía.

Eso ocurrió en 1476, cuando Leonardo tenía veinticuatro años. Fue absuelto. Jamás se casó, no tuvo hijos y prefirió rodearse de un círculo de discípulos. Para el autor de esta monumental biografía, "en Italia se ha creado un falso arquetipo de Leonardo que ha omitido durante décadas de manera deliberada los escritos de Sigmund Freud sobre la infancia del genio, en los que se interpreta su sexualidad desde una sublimación con sus alumnos, una especie de broche para su fervor creativo". Este olvido voluntario reforzó una tipología distinta a la real al, asimismo, no ahondar en la infancia de Leonardo, según Vecce con elementos decisivos de su personalidad que se han abordado con negligencia hasta hace bien poco.

Da Vinci fue un hijo sin padres presentes en su infancia. Mitificó a la figura de la madre, mostrándole una devoción sin igual. Vecce, que en 2022 publicó en la editorial Capocci Il Decameron di Pasolini, storia di un sogno, asocia "la querencia de Leonardo por pintar a la Virgen con la similar tendencia en Pier Paolo Pasolini, con quien además comparte el haber sido perjudicado por un sinfín de tópicos que aíslan episodios más relevantes". Tanto uno como otro tuvieron padres irresponsables y erráticos, lo que potenció ese enamoramiento para con las madres, que en la edad adulta fueron abejas reinas, lo que conllevó la creación de otro círculo familiar.

El autor de Leonardo prosigue con el símil, que conduce hacia una afinidad electiva entre Salai, el díscipulo favorito del maestro, con Ninetto Davoli, amante y actor fetiche de Pasolini. La conexión entre estos dos hombres se justificaría desde la infancia, generadora de una serie de rasgos que en ambos casos los hicieron artistas.

Esta comparación acerca a Leonardo al presente, una época ávida de lo sintético que aún se asombra ante el legado del italiano. ¿Cómo podemos resumirlo para que sea comprensible en este tiempo que ama lo escueto? La respuesta de Vecce pondera la excepcionalidad de un hombre que no fue sólo un pintor o un arquitecto, sino una persona que abrazaba la totalidad, simbolizada en unas ideas que anhelaban comprender al ser humano, ayudándole en la senda hacia un horizonte de progreso.