Image: Karlheinz Brandenburg, inventor del MP3: “Ahora que ya podemos descargarla, la clave está en investigar cómo encontrar la música que nos gusta”

Image: Karlheinz Brandenburg, inventor del MP3: “Ahora que ya podemos descargarla, la clave está en investigar cómo encontrar la música que nos gusta”

Ciencia

Karlheinz Brandenburg, inventor del MP3: “Ahora que ya podemos descargarla, la clave está en investigar cómo encontrar la música que nos gusta”

Empezó a trabajar a finales de los 70 en la posibilidad de transmitir música por teléfono y acabó cambiando el acceso a la cultura. "Pero no para siempre, ahora hay que investigar en otras cosas", afirma

16 abril, 2010 02:00

Karlheinz Brandenburg, este viernes en la Campus Party en Madrid. Foto: El Cultural

Marta Caballero
El científico que creó el formato MP3 se llama Karlheinz Brandenburg y porta 6.685 canciones en su impoluto iPhone, que saca del bolsillo con cualquier pretexto. Entre ellas, mucha música clásica, "piano sobre todo", dice mientras va bajando el scroll, pero también una buena cantidad de álbumes que escuchaba cuando era un joven de los años setenta. "Todas esas canciones que un día tuve en vinilos y en cedés", explica el científico alemán que tuvo parte la culpa de que hoy el mercado discográfico muerda el polvo.

Él, hombre de progreso -lo anuncian su barba cana y ese aire que aún le queda de geniecillo precoz-, procura no mirar atrás y prefiere esquivar responsabilidades, afirmando que la industria musical ha tenido "tiempo suficiente" para adaptarse a su revolucionario invento, nacido hace ya más de 15 años y que triunfó porque, en sus palabras, "era el mejor formato de audiocompresión compatible con la era de Internet".

Su historia no comenzó en un garaje como puede presuponerse, pero tiene su parte romántica, en ese perverso giro que dan las historias tecnológicas, partiendo siempre del "como no teníamos dinero, tuvimos que ponernos a pensar", que dijo Rutherford, y convirtiéndose luego en gigantescos entes como lo es hoy la industria de la descarga musical. "Yo era un universitario que trabajaba en investigación en los años setenta. Mi equipo estaba intentando transmitir música a través del teléfono, una idea que la oficina de patentes había rechazado por considerarla imposible. Buscaron entonces a un físico que demostrara lo contrario, y ese fui yo", recuerda el profesor y director del Instituto de Frankfurt para la Tecnología Multimedia, y añade sin suficiencia: "Simplemente, me vi capacitado para hacerlo".

Tuvieron que pasar diez años para que su promesa surtiera efecto, gracias al empuje de la entonces emergente radio digital. "Hasta ese momento había varios grupos investigando las posibilidades de descarga musical a través de la red, equipos con mucha competencia, pero nosotros nos adelantamos y llevamos nuestro trabajo al Organismo Internacional de Estandarización". A aquella institución el equipo de Brandenburg presentó tres modelos, llamados MPEG-1 Audio Layer 1, MPEG-1 Audio Layer 2 y MPEG-1 Audio Layer 3. Con sorna, evoca el alemán cómo entonces nadie estaba interesado en usar el tercer modelo, que finalmente se impuso cobrando el nombre de MP3. "Ya en 1995 los ordenadores por fin empezaron a ser más potentes y nos permitieron reproducir estos formatos. El siguiente paso fue darle publicidad a la nueva tecnología a través de Internet y facilitar el acceso a los usuarios para la codificación del software".

"La realidad fue mucho más lejos que mis sueños"
La abreviatura se la dio la primera empresa que confió en el invento, Microsoft, que por entonces trabajaba con nombres de ficheros de tres letras, de ahí que se quedara en MP3. En el 96 la compañía abrió la veda, y desde entonces, se enorgullece el científico, "no la ha podido cerrar nadie". ¿Se imaginaba Brandenburg el éxito que tendría su patente? No, no del todo, no le llegó la vista para saberse multimillonario. "La realidad ha ido mucho más allá de lo que iban mis sueños", reseña. Dentro de este mundo onírico suyo, también está la pesadilla de la industria musical, para la que este equipo alemán es todavía sinónimo de Satán: "En 1994 alguien de nuestro grupo visitó una de las mayores discográficas para proponerles trabajar juntos en la protección de ficheros. Se negaron", sentencia lapidario. Tampoco cundió su oferta de establecer conversaciones con la Asociación de Grabación Musical de Estados Unidos. "Ellos no querían colaborar con nosotros, a pesar de que siempre hemos determinado que la propiedad intelectual tenía que tener un valor".

¿Qué vendrá después del MP3?
Lejos de pensar en la faena hecha a la que era una de las industrias culturales más potentes del mundo (hoy los videojuegos y el cine la superan con creces), los creadores del MP3 piensan que les han hecho un favor: "La gente sigue gastando dinero en música, y ahora hay más conciertos. Además, el mercado exige un valor añadido cada vez mayor para vender descargas", se defiende.

El MP3, sin embargo, no está entre sus objetivos. De hecho, sus conferencias, como la que ha ofrecido en la Campus Party celebrada en Madrid, versan ahora sobre su nueva línea de trabajo: "Hoy la cuestión ya no es acceder a la música sino cómo acceder a la música que te gusta, ese es mi trabajo, a eso me dedico cada día".

Un paseo por la Campus Party Europa

¿Y qué es una Campus Party? ¿El paraíso de la banda ancha? ¿Un lugar para exponer proyectos? ¿Una convención de robots e inventos de última hora? ¿Un espacio, y un tiempo, para debatir sobre las penúltimas nuevas tecnologías? Pues es todo eso, y el interés para el visitante de este tipo de citas reside, precisamente, en su falta de concreción. De la cultura a la física, de Internet a la robótica, todo cabe en esta iniciativa que se celebra a lo largo del fin de semana en Madrid. Allí puede uno toparse con Gabriel Peña, un estudiante madrileño que se reúne con otros amigos en un sótano (bien, van bien) para crear unas muy dignas réplicas de máquinas reales. O con un señor explicando que tiene la solución para que los robots acaben entendiendo los sentimientos que nosotros les hemos dicho que sientan. También puede uno ver bailar a las simpáticas máquinas creadas por un instituto de Secundaria portugués, que fomenta el interés de sus alumnos en la ciencia invitándoles a crear robots (son campeones del mundo de danza robótica, disciplina que, dicho sea de paso, ¡existe!).

Los más estresados pueden incluso echarse una siesta en la almohada táctil de sueños audiovisuales que propone la lucida asociación de una dibujante con un ingeniero. Y los que ya sepan la lección, simplemente conectarse a la red y navegar o conocer más yendo a las constantes conferencias con expertos de todo el mundo en esto de la era digital. Más información en: http://www.campus-party.eu/