El Cultural

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Stanislavblog por Liz Perales

Francesco Carril, el curita encantador

Hablamos con el actor sobre su papel en 'El bar que se tragó a todos los españoles', una comedia de aventuras en el Teatro Valle-Inclán que habla de segundas oportunidades

26 febrero, 2021 14:44

El cura más encantador que yo haya visto sobre un escenario lo encarna Francesco Carril todas las tardes en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. Claro que es un cura atípico, quiere cambiar de vida y fundar una familia y para ello está dispuesto a vivir en la América postbeat y ser viajante de comercio. Así arranca El bar que se tragó a todos los españoles, la última obra de Alfredo Sanzol inspirada en su padre que apostató del sacerdocio como les ocurrió a otros cuando el Concilio Vaticano II quiso modernizar la Iglesia (aggiornamiento). Pero no teman, esta comedia no va de religión ni de cumbres ecuménicas. Sino que es una comedia de aventuras, con muchas situaciones, con nueve actores que se multiplican en una cincuentena de personajes, y que nos hacen pasar las tres horas como un suspiro. Una obra optimista y feliz, que habla de segundas oportunidades y que hace que el público salga del teatro como de una terapia reconstituyente. Mucha de esa euforia se debe a Carril, por la alegría de vivir que despliega en escena, en la que permanece casi tres horas continuadas. Con 34 años este actor se ha convertido en uno de los habituales de los autores y directores del teatro madrileño como Sanzol o Pablo Remón (Doña Rosita anotada); y casi todos coinciden en pedirle que interprete sus “alter ego”.

Pregunta. Veo esta comedia y pienso que los actores han aportado mucho al crear sus personajes, que no son simples marionetas al servicio del director. ¿Cuál es el proceso que sigue para componer un personaje?

Respuesta. Lo que primero hago es quitarme cuanto antes lo más aburrido de la labor de actor, que es memorizar el texto, me aburre muchííísimo… Tardé dos meses en aprenderme el texto de Jorge (el protagonista), y durante el tiempo que dura yo no puedo hacer otra cosa. Después hago una configuración del personaje intuitiva, conecto todo lo estudiado con mis intuiciones personales. Sé que Alfredo habla de su padre en la obra, pero a mí no me ayuda mucho que él me cuente cosas de su padre porque yo no he querido recrear a su padre. A mí este personaje me ha conectado con mi infancia, con mi niñez, de la que creía que no tenía recuerdos.

P. ¿Quiere decir que no sigue ningún método?

R. No. Tengo la sensación de que aferrarse a un método puede llevarte a dar forma a lo confuso, a buscar demasiado el porqué de las cosas, hacer conscientes las partes oscuras de un personaje y prefiero que sigan misteriosas. A mí las palabras son las que me conectan a las cosas, es mi manera de abrir el inconsciente.

P. ¿Y cómo participa el director en la construcción de los personajes?

R. Cada director es distinto. Con Alfredo creo pactos, no hablo de estas cosas con él. Yo creo mi personaje y se lo muestro, él quiere verlo y si está bien no me dice nada. Solo si considera que hay cosas que cambiar. Es un director que te da mucha libertad, a diferencia de otros. Pero luego es un director que sigue muy de cerca el trabajo, te acompaña. Llevamos doce días y va dos o tres veces por semana a ver la función; luego me llama por teléfono y me señala cosas.

P. En este montaje me interesa saber los procedimientos cómicos que han seguido. Creo que Alfredo trabaja el humor poético, pero como intérprete, ¿de dónde surge la risa en esta comedia? 

R. La comedia tiene que ver con el dolor, se hace risa del dolor. Cuando ves a alguien perseguir algo con tanta fuerza como mi personaje, la manera de empatizar es la risa. Y la comicidad surge del ritmo y de las situaciones. Pero debo decir que todo lo cómico de esa obra está en el texto. Alfredo es un autor muy escrupuloso con sus textos, él confía mucho en lo que escribe, la comicidad está ahí, solo hay que decir exactamente como lo que ha escrito. Tiene un ritmo muy medido, sus textos funcionan como partituras musicales y no hemos tenido nunca que cambiar una frase o darle un sentido distinto, cosa que suele ser habitual. Tanto es así que yo, por ejemplo, nunca me propuse darle acento navarro a mi personaje, y sin embargo el público me dice que qué bien hago el acento pamplonica. Quiero decir que la propia construcción del texto me ha llevado ahí. No todos los directores trabajan así, Pablo Remón, con el que también he trabajado en casi todas sus obras es completamente distinto, él escribe mucho durante el proceso de ensayos.

P. También es muy escrupulosa la dirección escénica, extraordinaria y dinámica, casi cinematográfica por las transiciones de una escena a otra, y por los variados planos que nos ofrece, con esos cambios escenográficos constantes. La escenografía de Alejandro Andújar, movida por los propios actores, es compleja, parece un lego. Todo el montaje exige una gran labor de regiduría. ¿Supongo que esto solo se puede hacer así si han ensayado con la escenografía?

R. Sí, a nivel técnico y de regiduría es una obra muy complicada. El equipo del Centro Dramático Nacional hace un gran trabajo. Hemos ensayado durante 40 días, pero hemos trabajado con la escenografía casi desde el principio. Alfredo tenía la producción muy pensada, y trabajó con Andújar muy pronto, él es su escenógrafo habitual.

P. La obra es muy optimista y su personaje es un vitalista. Es una obra que habla de que podemos vivir varias vidas, darle un giro a nuestra existencia, y eso le encanta al público. Funciona como un relato escenificado por actores de carne y hueso. Me pareció que hay un toque naíf, inocente, sobre todo en la primera parte, en la que apenas hay conflictos dramáticos. Hasta llegar a la segunda parte con esa gloriosa escena de los sacerdotes o con la de la camarera filósofa. 

R. La primera parte está concebida como un proceso de conocimiento del personaje, sobre todo de apertura corporal, porque sin experiencias Jorge no puede tener una apertura de horizontes, no puede cambiar su vida. Y sí, es cierto que la historia es un poco naíf, si te estás refiriendo a la historia de los rancheros, pero resulta que esa historia le ocurrió realmente al padre de Alfredo. El universo de Alfredo tiene mucho de inocencia, de ternura, tiene algo de niño, y esto lo trasluce tanto cuando escribe como cuando dirige. 

P. Esta comedia alcanza su clímax en la escena de los curas, un toma y daca entre usted y David Lorente desternillante, y en la que también participan Jesús Noguero, que está fantástico, y Elena Sánchez. Pero todos están magníficos, Natalia Huarte, graciosísima haciendo de su mujer, y Nuria Mencía, Albert Ribalta. 

R. Cuando estás con alguien como David Lorente que hace así las escenas, es un placer. La clave para mí de mi profesión es buscar trucos para que la curiosidad no se pierda. Generalmente, cuando un actor se bloquea, es por eso, porque ha perdido la curiosidad. Y trabajar con actores que te la alimentan, es un gustazo. Este elenco ha sido una sorpresa, no nos conocíamos, ni siquiera hemos tenido ocasión de tomarnos una cerveza con todo esto de la epidemia. Nos hemos conocido en los ensayos y hemos conectado de forma genial.

P. Cuénteme qué itinerario formativo ha seguido como actor y quiénes han sido sus maestros.

R. Estuve en la Resad y fue muy impactante para mí, tenía 18 años, y ahora creo que no sé si estaba preparado para entender muchas cosas que allí me ocurrieron. Recuerdo a Mariano Gracia que fue mi primer profesor y que me ayudó mucho porque actuó casi como mi tutor a lo largo de los años que pasé allí. También trabajé con Vicente León y con Vicente Fuentes, con el que no he dejado de colaborar desde entonces. Entré en La Joven, cuando la dirigía Eduardo Vasco, y seguí trabajando con Vicente y luego he seguido colaborando con él en su taller Fuentes de la Voz, donde doy clases todos los veranos, en la sierra de Béjar. También he estado en el Odin Teatre, me fui a conocerlo y estuve con Roberta Carreri, trabajando de forma interrumpida durante cuatro años, ella es italiana y he traducido su libro.

P. ¿Es italiano?

R. Mi madre es italiana, de Pisa, mi padre es español. 

P. ¿Por qué es tan importante el entrenamiento para los actores?

R. Para hacer personajes necesitas vivencias nuevas y ahora con la pandemia ¡es tan difícil! Para mí es importante mantener activo el estímulo, estar entrenado. Y mi manera de estar activo es organizando e impartiendo talleres cuando puedo. También leer y ver cine y todo lo que me ayude a ello.  

P. ¿Habrá gira de esta obra? ¿Qué proyectos le aguardan?

R. Sí. Cuando terminemos en Madrid, iremos a Sevilla, Pamplona, Barcelona, Valencia y después me espera la gira de Doña Rosita anotada. Y además estoy haciendo una película con Jonás Trueba

@lizperales1

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