El incomodador por Juan Sardá

Heroínas de Hollywood: el "alma salvaje" de los Wachowski

12 febrero, 2015 17:36

[caption id="attachment_998" width="510"] Mila Kunis en El ascenso de Jupiter[/caption]

Hace poco leí en alguna parte que es una pena que la corrección política impida que veamos a mujeres "malas" en el cine actual. Adiós a la femme fatal de antaño, a la que yo también echo de menos, hola a esas heroínas de hoy con "personalidad", aunque como saben muchas actrices maduras a partir de cierta edad están condenadas a hacer el papel de madres (leíamos hace poco a Dianne Wiest lamentando que no puede pagar el alquiler y diciendo que solo le ofrecen hacer de "madre bondadosa"). Poco ha cambiado para las maduras, ha ido a mejor para las más jóvenes, aunque muchas veces sigan siendo tan comparsas del macho aunque ahora no entornen los ojos de admiración ante sus hazañas (se lleva más el estilo irónico) ni se queden quietas como estatuas mientras el maromo se da de bofetadas.

El destino de Júpiter y Alma salvaje, recién llegadas a la cartelera, son dos películas que nos ofrecen dos retratos femeninos en contextos absolutamente distintos que vienen a simbolizar ese pequeño protagonismo que Hollywood da a las mujeres de vez en cuando (la mayoría de las películas siguen tratando sobre hombres, es la triste realidad) bien en un formato tradicional, la mujer sufriente de Alma salvaje que lucha por su independencia, o en un contexto más relativamente nuevo, la heroína de acción de El destino de Júpiter, enésimo desastre en taquilla de los Wachowski, que se han gastado 175 millones de dólares para convertir a Mila Kunis en una guerrera intergaláctica en una película que pasará, con todos los honores, a la historiografía del kitsch. Júpiter es la película más marciana de la década, y no lo digo por estar ambientada en el espacio.

Alma salvaje está basada en un best seller de Cheryl Strade y cuenta una clásica historia de redención y autodescubrimiento a partir de la idea del regreso a las raíces. Strade, interpretada de forma hermosa por Reese Witherspoon, es una chica de clase baja que ha crecido sin perspectivas de futuro despreciando a una madre luchadora cuya vida se va al garete cuando esta muere y cae en el infierno de las drogas y una promiscuidad enfermiza. Dos estándares narrativos, si no vitales, se dan en el filme: la idea del viaje y la del regreso a la naturaleza en un proceso de sanación. Strade/Witherspoon recorre a pie mil setecientos kilómetros de la frontera mexicana que se extiende por las montañas de Oregón.

Alma salvaje, dirigida por Jean Marc Vallé, el cineasta canadiense que triunfó con C.R.A.Z.Y. (2005) y la oscarizada Dallas Buyer's Club, donde ofrecía a Matthew McCounaghey la oportunidad de lucirse dramáticamente que ahora recoge Witherspoon, rueda de forma austera, huyendo de la épica y la música pomposa que subraya obviedades, una película hermosa sobre todo porque uno siente el dolor y las heridas de esa protagonista machacada por la vida y que forma parte de ese "white trash" poco transitado por Hollywood. Su mensaje de dolor y expiación, esa idea de que uno debe sufrir para purificarse, no deja de entroncar con la tradición judeocristiana más estereotipada y hay algo de tópico en esta historia que casi parece jesuítica con su mensaje de crimen y castigo al que la modernidad añade una redención, Anna Karenina acaba en las vías del tren, y Cheryl Strade, no.

El destino de Júpiter, lo he dicho, es una joya trash. Mila Kunis da vida y cuerpo a esa femineidad estilo Spice Girls propagada por la cultura pop, la televisión, las novelas de EL James o los programas de telerrealidad: la chica vulgar de armas tomar que por las noches también sueña con cuentos de príncipes y princesas. La película trata sobre una chica emigrante que limpia habitaciones de hotel, vive hacinada con su familia en una casa de locos y está literalmente harta. Resulta que en un mundo interestelar la asistenta es una princesa envuelta en una complicadísima conspiración y guerra galáctica de la que ella es una pieza clave. Su vida, vamos, es una mierda, pero en un lugar muy lejano es una reina.

Los mecanismos de proyección de El destino de Júpiter remiten a las mecánicas mismas de la telenovela tradicional, la chica de servicio que se acaba casando con el señorito de toda la vida como nos cuenta 50 sombras de Grey, donde una joven nerviosa de clase media se lía con un millonario aristocrático. Los Wachowski, dispuestos a no reciclar el material de deshecho con el que tratan sino a darle categoría de alta cinematografía tal cual, plantean un filme con mensaje ecologista de tintes new age que es la hecatombe del kitsch y un peculiar artefacto en defensa de la cultura choni, cual Belén Estebán intergalática, Mila Kunis reivindica el derecho a ser una reina sin perder su "autenticidad". El destino de Júpiter es quizá la película más disparatada, maravillosa y extraña en mucho tiempo. Vayan a verla porque es posible que ya no haya más.

Image: Mads Nissen gana el World Press Photo

Mads Nissen gana el World Press Photo

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