Image: Política, ficción y memoria en el Turner Prize

Image: Política, ficción y memoria en el Turner Prize

Arte internacional

Política, ficción y memoria en el Turner Prize

La Tate Britain inaugura una de las exposiciones de la temporada londinense: la que reúne a los cuatro finalistas del prestigioso premio Turner.

2 octubre, 2012 02:00

Odd Man Out, de Spartacus Chetwynd


Hoy inaugura en las salas de la Tate Britain de Londres una nueva entrega de los premios Turner, que podrán verse hasta el 6 de enero y que el 3 de diciembre conocerá su ganador en una de esas galas televisadas que los británicos montan con su característica habilidad y de las que saben sacartanto provecho. Arranca, sin embargo, de luto por la muerte, el pasado 21 de septiembre, de Michael Stanley, director del Oxford MoMA y uno de los miembros del jurado de este año, cuando sólo contaba 37 años, una noticia que ha caído como un mazo conmocionando al mundo de las artes en el país.

La nómina de este año no cuenta con ningún favorito a priori, tampoco reinciden finalistas de otros años y, sobre el papel, parecería una edición algo más discreta. Tan sólo Spartacus Chetwynd parece hoy salirse de la norma (¿o tal vez se aferra a ella?) pues ha montado una instalación con performance que nos devuelve a aquellas ediciones estruendosas que, alentadas por la implacable maquinaria mediática inglesa, convertían el premio en un acontecimiento de una magnitud casi desproporcionada. Por lo demás, el conjunto rezuma una cierta contención, al menos en lo formal.

El premio Turner está muy bien montado. Tiene un límite de edad de 50 años y optan a él todos los artistas británicos que hayan hecho una exposición en las Islas o fuera de ellas durante todo el año anterior. La horquilla es, por tanto, amplia. Los cuatro finalistas son anunciados a finales de abril, la exposición de sus trabajos inaugura en octubre, con todo el mundo del arte internacional en Londres con motivo de la feria de arte Frieze. El premio se falla en diciembre y la muestra acaba en enero. Son, por tanto, 8 meses, dos tercios del año, con el Turner Prize si no en boca de todos sí en el algún lugar del imaginario colectivo de los ingleses. El jurado está formado por directores de museos nacionales e internacionales o prestigiosos críticos, y cuentan con el apoyo de la que probablemente es la institución artística más poderosas del mundo, la Tate. Para que las cosas funcionen, han de hacerse, en esencia, así.

Performance de Spartacus Chetwynd


La democracia según Spartacus Chetwynd

Ya en las salas, la instalación de Spartacus Chetwynd, le puede quitar el sueño al más templado. Seleccionada por su primera individual en la galería londinense de Sadie Coles, el proyecto, titulado Odd Man Out, era inmensamente transgresor en lo que concierne al modo de entender una exposición pues se trataba de una representación de cinco horas que tenía lugar en la galería todos los jueves y sábados y en la que se reflexionaba sobre un cierto modelo de democracia, con una urna en la que el visitante votaba y cuyos resultados inclinaban de un lado u otro el devenir de la representación. En la Tate puede verse esa misma representación y otra basada en el mito de Jesús y Barrabás. En el espacio que ocupa Chetnwyd se ve toda la parafernalia para las actuaciones. Sin éstas, el interés es más bien discreto. Pero cuando las representaciones están en marcha el espectador habrá de estar preparado para la intensísima vorágine formal y conceptual que en ellas se desata.

Detalle de Hell, 2009, de Paul Noble


En Nobson con Paul Noble

La exposición arranca con la propuesta de Paul Noble, seleccionado por su exposición en la sucursal de Britannia St. del emporio Gagosian. Es un conjunto de dibujos y de esculturas que podría verse como una pequeña retrospectiva pues incluye trabajos realizados en los últimos 16 años sobre una ciudad ficticia, Nobson, en la que el artista lleva inmerso casi dos décadas. Son dibujos a lápiz realizados con una minuciosidad que alcanza cotas inquietantes, con urbanismos caóticos rodeados de grandes espacios vacíos que nacen de un sinfín de referencias, desde la escultura de Henry Moore, a quien alude, de algún modo, en sus piezas tridimensionales, hasta la pintura de El Bosco, con esos espacios urbanos atestados de gente haciendo sus cosas. Uno de los dibujos, el que lleva por título AH, de 2010, revela claramente el quehacer de Noble. Vemos una tapia de ladrillo, pero al acercarnos a cada uno de los ladrillos observamos un concurrido submundo en el todo puede ocurrir.

Self Portrait with Window, 2011, de Luke Fowler


Luke Fowler: viaje al fondo de la mente humana

La obra de Luke Fowler ha sido seleccionada por sus exposiciones en las galerías The Modern Institute, Glasgow, y en Gisela Capitain, Colonia. El trabajo principal es una película sobre el psiquiatra escocés R.D. Laing titulada All Divided Selves, que está tomado del ensayo que Laing publicó en 1960 bajo el título The Divided Self. Lo de examinar la vida y la obra de quienes se adentran en el turbio magma de la mente humana es un tema que está muy de moda y creo que hay que hacerlo muy bien para que consiga retener al espectador durante la hora y media larga que dura, en este caso, esta película. Fowler trabaja con material rodado por sí mismo y con metraje encontrado. Su habilidad para mezclar uno y otro es posiblemente lo que le ha llevado a disfrutar la posición de privilegio que ahora ocupa. Fondo y forma quedan así fundidos pues el modo en que teje sus imágenes con materiales de diferentes procedencias encuentra su eco en las prácticas de Laing, que saltaba de idea en idea en complejas arritmias conceptuales.

The Woolworths Choir of 1979, 2012, de Elizabeth Price


Elizabeth Price, fuego en los almacenes

Por último, el trabajo de Elizabeth Price también recurre a material ya existente pero ella lo mezcla con imágenes de enorme sofisticación. Seleccionada por su exposición en el Baltic Arts Center de Gateshead, en el norte de Inglaterra, tiene un video titulado The Woolworths Choir of 1979, en el que se remonta al fuego que asoló la sede de los grandes almacenes de Woolsworths en Manchester en 1979, donde murieron 10 personas. Price revela verdaderos alardes técnicos en su vídeo, pues el ejercicio de edición de imágenes es de una complejidad asombrosa. Mientras la primera parte del video se centra en la idea de "coro" tanto en su acepción de "conjunto de voces" como en la del lugar físico de las iglesias que acoge a ese conjunto. La segunda pasa a la acción y se define a partir del torrente de imágenes prodigiosamente hilvanadas.

¿Ganará Chetwynd con su ruidosa algarada sobre la democracia? Su trabajo es carne de Turner Prize aunque aún le quedan 10 años para ganarlo. ¿Será la densa interpretación audiovisual que del psiquiatra Laing hace Luke Fowler? No sé si le darían el premio a otro artista de The Modern Institute tras el que recibió Martin Boyce el pasado año. ¿Premiarán la compleja y sofisticada trama de Price? Podría ser. ¿Reconocerán la trayectoria de Noble por su encierro voluntario en su estudio durante años para realizar la monumental ficción de Nobson, cuando, a punto de cumplir 50 años, está a punto de pasársele el plazo? La respuesta, el 3 de diciembre.