Obra 'site-specific' de Olafur Eliasson en  el Centro de Arte Hortensia Herrero. Foto: Adolfo Benetó

Obra 'site-specific' de Olafur Eliasson en el Centro de Arte Hortensia Herrero. Foto: Adolfo Benetó

Arte

Abre el Centro de Arte Hortensia Herrero en Valencia: cayendo en el país de las maravillas

El restaurado palacio de Valeriola acoge la colección de la mecenas, vicepresidenta de Mercadona, que incluye obras de Eduardo Chillida, Anish Kapoor, Miquel Barceló, Olafur Eliasson o Jaume Plensa.

11 noviembre, 2023 01:42

Como muchos coleccionistas, Hortensia Herrero (Valencia, 1950) comenzó interesándose por aquello que tenía más cerca: los artistas que podía ver en las exposiciones de su ciudad, Valencia. Adquiría aquellos que le interesaban mientras que otros nombres consagrados, como los de Joaquín Sorolla, Manolo Valdés o Andreu Alfaro, se iban sumando a una colección que nacía con vocación pública.

Después de varios años asistiendo a ferias, estudios de artistas y galerías y comprando obra de creadores tanto nacionales como internacionales, la empresaria, mecenas y coleccionista inaugura el Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH).

“Esta colección de arte contemporáneo es el fruto de una vida en la que el arte ha sido un componente muy importante. Recuerdo cómo empecé a coleccionar: mi primer cuadro, aparte de alguno pintado por mí, fue el regalo que le pedí a mi marido por nuestro primer aniversario de boda”, recuerda Herrero, vicepresidenta de Mercadona, cuyo marido es el empresario valenciano Juan Roig.

Situado en la céntrica calle del Mar, el histórico Palacio de Valeriola es un edificio barroco del siglo XVII en el que se puede contemplar la historia de la ciudad con el paso por la misma de los romanos, los visigodos, los islámicos y los cristianos. Junto a algunos de los restos arqueológicos hallados en las obras de restauración convivirá el trabajo de artistas de la talla de Eduardo Chillida, El Anatsui, Anish Kapoor, Andreas Gursky, Blanca Muñoz, Miquel Barceló, Elena de Rivero, Joan Miró, Julio González o Antonio Saura.

Restos del circo romano y una calle del antiguo barrio de la judería

Antes de convertirse en un espacio dedicado al arte, este inmueble había sido la sede del diario Las Provincias y discoteca hasta que un grupo hotelero comenzó una rehabilitación que acabó en abandono. “El edificio, repleto de vegetación, estaba en muy mal estado, había que hacer una microcirugía en él”, sostiene Javier Molins, asesor artístico del centro. “La sorpresa -continúa- llegó cuando las excavaciones del edificio sacaron a la luz parte del circo romano de la antigua ciudad de Valentia”.

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Durantes los trabajos de rehabilitación proyectados por ERRE Arquitectura, estudio formado por Amparo Roig Herrero, José Martí y María Ángeles Ros, también se encontró una cabeza de caballo que, durante la época romana se usaba como sacrificio al poner la primera piedra, un bote de cristal de la misma época enterrado junto a una sacerdotisa como parte de su ajuar funerario, un horno medieval del siglo XIII y dos fuentes de un patio islámico que constituyeron el último vestigio de la judería.

Javier Molins (director artístico), Hortensia Herrero y Amparo Roig (ERRE Arquitectura). Foto:  Centro de Arte Hortensia Herrero / Alfonso Benetó

Javier Molins (director artístico), Hortensia Herrero y Amparo Roig (ERRE Arquitectura). Foto: Centro de Arte Hortensia Herrero / Alfonso Benetó

Todos estos elementos que salían a la luz dilataron un trabajo de reacondicionamiento que ha durado cinco años pero que no hacen sino enriquecer el Centro de Arte Hortensia Herrero y proporcionar información sobre el pasado de la ciudad.

3.500 metros cuadrados de arte

Finalizadas las obras, el Palacio de Valeriola ha recobrado su antiguo esplendor y se han habilitado 3.500 metros cuadrados divididos en 17 salas y cuatro plantas. Para su apertura se han seleccionado las piezas más importantes de la colección y por el tamaño de algunas de ellas el centro cuenta con salas dedicadas a un solo creador.

Uno de ellos es el británico David Hockney, cuya exposición en Ámsterdam en diálogo con Vincent Van Gogh atrajo el interés de Hortensia Herrero. “Ambos artistas estaban obsesionados con el paisaje y cómo este cambia con el transcurso de las estaciones”, apunta Molins.

Las cuatro estaciones es una videoinstalación en la que Hockney filma con nueve cámaras un camino de Yorkshire durante las cuatro estaciones. La última copia que el artista guardaba de este trabajo solo estaba disponible si iba destinada a la colección de un museo, de modo que Hortensia Herrero y Javier Molins decidieron hacerle llegar el dosier del proyecto. “Hockney accedió a desprenderse de ella, de modo que el CAHH será el único centro de arte de Europa en el que se podrá ver esta pieza”, apunta Molins. Le acompañan un dibujo de gran tamaño en el que reproduce el verano y el invierno y cuatro piezas realizadas en iPad.

“Desde el inicio hemos querido implicar mucho a los artistas en este proyecto”, asegura Molins, que ha trabajado junto a Hortensia Herrero durante la última década para dar forma a su proyecto más personal. Para ello, han visitado ferias, galerías, bienales y estudios de numerosos artistas en busca de las piezas que mejor podrían encajar en este espacio.

Sala 8 - Juan Genovés. Foto:  Centro de Arte Hortensia Herrero / Adolfo Benetó

Sala 8 - Juan Genovés. Foto: Centro de Arte Hortensia Herrero / Adolfo Benetó

Es el caso de Anselm Kiefer, artista al que se le ha dedicado la Sala Noble, la de mayor tamaño. La pieza Flores del mal la compraron en una exposición de 2016 en la Royal Academy of Arts de Londres, la segunda, titulada Walhalla, es un paisaje pintado que había abandonado y al que de pronto tiró plomo hirviendo creando un cuadro abstracto y figurativo a la vez. Tras esta adquisición en París en 2018, decidieron visitar su estudio en Barjac, cerca de Aviñón, donde vieron un paisaje con un libro de plomo incrustado que podría dialogar con Walhalla. A pesar de que esta obra no estaba disponible porque Kiefer quería guardarla para sí mismo, accedió a venderla.

A esta sala le siguen otras en las que se pueden ver piezas de renombrados artistas como Georg Baselitz, una sala que comparten dos tótems del arte español como Antoni Tàpies y Eduardo Chillida, Manolo Valdés, Alexander Calder, Ángel Duarte, Jean Dubuffet, Juan Genovés o Julian Opie. Además, el CAHH destina dos de sus salas a exponer las obras que año tras año compran en Abierto Valencia, el evento de apertura de la temporada artística que tiene lugar en septiembre y para el que se ha creado un premio de adquisición. Hasta el momento, Hortensia Herrero ha comprado 23 obras de 17 artistas de las que se pueden ver 15.

Seis obras site-specific

En el palacio, diseñado para su uso habitacional, también se han respetado algunos espacios menos expositivos como la capilla, el hall o los pasillos. Para estas zonas de tránsito se encargaron seis intervenciones específicas. La primera de ellas al artista argentino afincado en Berlín Tomas Saraceno, del que Hortensia Herrero ya poseía dos piezas.

Para el hall de la entrada, Saraceno ha creado una instalación compuesta por seis nubes formadas por tetraedros y dodecaedros irregulares cubiertos por cristales iridiscentes que llenan totalmente el vestíbulo de dieciséis metros de altura.

A Jaume Plensa se le asignó el ábside, zona que comunica el palacio con el patio ajardinado, y lo ha cubierto con una segunda piel compuesta por sus habituales letras procedentes de distintos alfabetos mientras que la capilla se le ofreció al irlandés Sean Scully, artista que anteriormente había intervenido las vidrieras de la catedral de Gerona, las de la abadía de San Giorgio Maggiore durante la Bienal de Venecia de 2019 o la capilla de Montserrat. Scully ha intervenido de manera integral el espacio “convirtiéndolo en un lugar para la reflexión en la línea de la capilla de Mark Rothko, en Texas, o la de Matisse, en Francia”, apunta Molins.

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Las otras tres intervenciones tienen lugar en algunos de los pasillos. Uno de ellos es obra de Cristina Iglesias, que usando el color beige ha convertido el pasillo que comunica el palacio con el nuevo edificio anexo en una gruta con motivos marinos que “dotan a la obra de cierto halo de misterio”.

El segundo es obra de Olafur Eliasson, que ha propuesto un túnel que obliga al visitante a volver sobre sus pasos y para el que ha usado 1035 piezas de colores iridiscentes: en el camino de ida cada pieza “cuenta con un diseño y una posición diferentes que contienen todos los colores del arco iris mientras que a la salida vemos un túnel negro”, explica Molins.

El 'site-specific' de Tomás Saraceno. Foto:   Centro de Arte Hortensia Herrero / Adolfo Benetó

El 'site-specific' de Tomás Saraceno. Foto: Centro de Arte Hortensia Herrero / Adolfo Benetó

La última intervención es la de Mat Collishaw, artista que ha creado una videoinstalación en homenaje a las Fallas en la que se pueden ver algunos de sus habituales elementos como el fuego, las flores o las mariposas. Estas seis piezas site specific están destinadas a quedarse de manera permanente en este centro de arte que durante el próximo año mostrará esta disposición de la colección pero que en el futuro contará con exposiciones temporales.

“De momento hay mucha expectación, los domingos hasta Navidad son de entrada gratuita y ya están todas las entradas reservadas. Durante el primer año mantendremos esta exposición y durante este tiempo observaremos el público que viene para adaptarnos a las necesidades de la ciudad”, adelanta Molins.

El mecenazgo de Hortensia Herrero

En 2012 la mecenas y empresaria creó su propia Fundación a través de la que restauró el patrimonio histórico-artístico de la ciudad de Valencia con intervenciones en lugares como la iglesia de San Nicolás o el Colegio del Arte Mayor de la Seda. Después de estos trabajos, Hortensia Herrero quería encontrar un lugar en el que instalar su creciente colección de arte.

Tras contactar con Javier Molins, al que había conocido en una exposición de Joaquín Sorolla en Dallas y con quien había mantenido una estrecha relación desde entonces, encontraron en el abandonado Palacio de Valeriola el lugar perfecto para su museo. Mientras se realizaban las obras de reacondicionamiento, la coleccionista comenzó a mostrar al público de la Comunidad Valenciana parte de su patrimonio artístico a través de tres exposiciones.

La primera de ellas tuvo como protagonista a Manolo Valdés, cuya exposición en la Place Vendôme de París quiso llevar a Valencia. De las seis cabezas del artista que se pudieron ver en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Herrero quiso adquirir una para donarla a la ciudad.

El 'site-specific' de Mat Collishaw. Foto:  Centro de Arte Hortensia Herrero / Adolfo Benetó

El 'site-specific' de Mat Collishaw. Foto: Centro de Arte Hortensia Herrero / Adolfo Benetó

Para ello, abrió una votación pública que acabó con 40.000 votos. La pamela consiguió cerca de la mitad de ellos y puede visitarse en la Marina de Valencia. Sin embargo, Herrero decidió comprar las otras dos esculturas que obtuvieron más votos y actualmente forman parte del patrimonio de las ciudades de Castellón y Alicante.

La segunda exposición reunió en el verano de 2017 varias esculturas del británico Tonny Cragg. Su inquietud y sus ganas de hacer crecer su colección llevaron a Hortensia Herrero a comprar Points of View, escultura que actualmente se puede ver en el puente de Monteolivete. La tercera fue una muestra de Jaume Plensa tras la que compró una obra a título personal y otra para Mercadona.

A pesar de que poco después llegó la pandemia y trastocó todos los planes, la mecenas siguió adelante con este proyecto que ahora inicia una nueva etapa. “Quién me iba a decir -apunta Hortensia Herrero- que esta afición por la pintura que empezó a los catorce años se acabaría convirtiendo en una pasión que ha desembocado en la construcción de este centro de arte”.